Casa de muñecas

Esta película me parece una muy digna adaptación de la obra homónima de Henrik Ibsen, considerada por muchos críticos como la primera obra teatral feminista.
Su mayor mérito son las excelentes actuaciones de sus principales intérpretes, Claire Bloom y Anthony Hopkins.
La realización es adecuada y no pretende en ningún momento ocultar su origen teatral.
A destacar el largo dialogo final lleno de tensión y emoción.

Recomendable.

Basada en la famosa obra teatral de Henrik Ibsen del mismo título y considerada como obra pionera del feminismo, no es una cinta a recomendar por sus virtudes fílmicas precisamente, pero yo la recomiendo con pasión a todos los interesados en gozar de la inmortal obra de Ibsen y no tengan oportunidad de verla en teatro ya que Garland nos ofrece una adaptación bastante literal, sostenida y bien defendida por sus principales intérpretes.
Y es que, creo, el texto de Ibsen tiene la suficiente enjundia para hacerte olvidar por completo otras cuestiones.
Viendo esta obra, no pude por menos de estremecerme de una época en la que las mujeres, las cuales no tenían ninguna clase de educación más allá de algo de música, dibujo y lengua ( y estoy hablando de las ricas, claro), eran consideradas por toda la sociedad como mentalmente débiles, seres emocionalmente inestables que había que guardar y proteger como a los niños, aunque al contrario que a éstos, que carecían de derechos y también de responsabilidades penales o sociales, a la mujer se le negaba la mayoría de edad ( a no ser que fuera viuda), y pasaban de estar bajo la tutela del padre a la del marido, pero se le exigía todas las responsabilidades de un ciudadano de pleno derecho.
Ese era el resultado de las leyes hechas por hombres. Obligaciones todas. Derechos ninguno. Y luego flipamos con la esclavitud. Pues recordemos que, hasta bien entrado el siglo XX, la mujer no consiguió, y no ha conseguido todavía en muchos países, equipararse al hombre en todos los aspectos de la legalidad.
Y ésta es la historia de una de esas mujeres de finales del siglo XIX. Felizmente casada ( o eso cree), con un marido que le quiere mucho y que le trata como a una princesita, cometió un error en el pasado. Cuando su marido cayó gravemente enfermo y necesitó dinero para poder salvarle la vida, solicitó un préstamo falsificando la firma de su padre fallecido para hacerlo pasar por avalista. Pero ahora, el prestamista pretende hacerle chantaje y amenaza con contárselo a su marido...
Lo dicho. A los cinéfilos es posible que esta obra de teatro, ( ya he dicho antes que hay poco cine aquí), no les diga mucho, pero yo la he disfrutado intensamente. El tema que trata, me tiene ya ganado.
Verdadero FEMINISMO sin adulterar.