Camino a la gloria

William Faulkner escribió algunos guiones de cine. No muchos, pero la mayoría de ellos fueron para películas de Howard Hawks. Concretamente "Vivamos hoy", "Tener y no tener", "El sueño eterno", "Tierra de faraones", y ésta que nos ocupa, "Camino a la gloria".

Pues bien, no sé qué pasa con esta combinación de talentos, pero el resultado para mi gusto siempre es bastante inferior al esperado. Como si tuviesen estilos contrapuestos y no se mezclasen bien.

Y es extraño, porque esta película tiene todos los ingredientes para ser una obra maestra. Una buena historia, unos actores adecuados con el siempre ejemplar Lionel Barrymore en un papel pequeño pero especial, y encima técnicamente es irreprochable. Pero no hay manera, como si fuesen agua y aceite. Parece que Hawks no se sintiese cómodo con el material que le proporciona Faulkner.

Aún así, es un film digno de verse, en el que se hace un buen retrato de la Primera Guerra Mundial. Las escenas de las trincheras sin duda inspiraron a Kubrick, y curiosamente lucieron más los senderos que el camino.

La más famosa película, y posiblemente la mejor, contextualizada en la IªGM también lleva la palabra "gloria" en su título, firmada por Kubrick y con Kirk Douglas por delante, ya saben, el drama de unos soldados que se tiene que retirar después de un infructuoso ataque de trincheras. Esta de Howard Hawks, que no es precisamente un don nadie, también lleva la palabra "gloria" en su título, aunque no son senderos los que conducen al objetivo, en esta ocasión es un camino. Hay mucho en común entre las dos películas, a las que separan veinte años entre sus respectivos estrenos: en ambas se muestra la vida durísima del soldado anónimo que sobrevive en las trincheras, en ambas el terror de los bombardeos y del combate se nos ofrece de forma durísima y en ambas el ejército francés es el protagonista. Son diferentes pero las dos son muy buenas, y en especial, "Camino a la gloria", que es la película que estoy defendiendo hoy, pese a ser muchísimo menos conocida, es una obra a la que no se le puede reprochar nada.

Hawks ya sabía muy bien lo que hacía en ese año 1936 y demostró con maestría lo que puede hacerse con buenas ideas. Yo no opino que el guión y la dirección no casen bien, yo he visto una película con momentos de intensidad memorables, con picos puntuales de gran altura emotiva que tienen que ver con el guión, por supuesto, pero también con las opciones que escoge el director para enseñárselas al espectador. El momento del encuentro entre el teniente y la enfermera, bajo bombardeo, en un sótano, es para no olvidar, así como las apariciones de Lionel Barrymore, que se une tarde a la fiesta cinéfila de "Camino a la gloria" pero cuya aportación es lo que destaco más y lo que seguramente acaba haciendo especial a esta película.

No sólo los seguidores del cine bélico deberían subir más la nota de esta enorme película de Howard Hawks. Es una lástima que no sea tan conocida porque tiene una historia bien narrada, tiene la acción bélica clásica de disparos, muertes, bombas y terror... Y hay una emotiva historia de amor. Porque cuando la muerte acecha en cada esquina, a cada paso, las emociones necesariamente se vuelven algo imposible de controlar y tan fácil es entregarse como abandonarse. Hay amor y desamor, no diré más. Y ese discurso patriótico que en otras ocasiones me molestaría a los recién llegados soldados que van a dar su vida en el campo de batalla y que en este caso no sólo no me ha fastidiado sino que me ha parecido acertadísimo.

La mejor recomendación que puedo hacer hoy es invitar a que busquen y vean "Camino a la gloria", es una gran película.

Esta película del gran Howard Hawks fue una versión de un film francés de 1932 dirigido por Raymond Bernard titulado “Les croix de bois” —adaptación de una novela de Roland Dorgelés—, film que hay que incluir dentro del amplio capítulo de producciones que se realizaron evocando o cuestionando la I Guerra Mundial. Indudablemente “camino a la gloria” no se encuentra entre las grandes obras de un director de la talla de Howard Hawks, pero desde luego es una muy interesante película que se merece recuperemos del olvido.

La verdad es que es muy difícil encontrar alguna película mala en toda la filmografía de un director tan sumamente extraordinario como Howard Hawks. Aquí, con el barro en los ojos, nos describe con tinta de barbarie cómo es la vida en esas trincheras donde parece que caminan el amor, la muerte, la nostalgia, la fatalidad y el desatino. Para sostener todo ese laberinto de pasillos hundidos en el suelo, Hawks cuenta con nombres de mirada intensa y trabajo en tiniebla como Fredric March; o con tornados interpretativos rellenos de carne sin posibilidad de bala como Lionel Barrymore; o con tipos duros con demasiado tiempo en el frente y demasiado desgaste en la espalda, como Warner Baxter. El resultado es una película con poso, que no se va de la cabeza con levedad sino que hace pensar, que desgarra algo por dentro y lo devora, que hace que nos preguntemos con insistencia por la naturaleza inherente de la guerra en el hombre.

La película está impreganda de tonalidades muy oscuras —obra y gracia del grandísimo Gregg Toland— con la intención de dotar al relato de cierto aire claustrofóbico, consiguiéndolo la mayor parte del film, sobre todo en las escenas en las trincheras, algunas de una tensión máxima. Con excepcionales escenas de acción y dando alguna vuelta de tuerca al éxito que supuso algunos años antes “Sin novedad en el frente”, de Lewis Milestone, la dirección de Hawks es impecable, con un aprovechamiento de guión tan fantástico que nada sobra, ni siquiera la historia de amor triangular que sirve de contrapunto al fuego incesante de las trincheras.

Así que… amigos, protegeros del frío y no asoméis la cabeza, puede ser que, al otro lado de la alambrada, haya un enemigo que os tenga en el punto de mira.

He leído que era una de las pelis menores de este cineasta y que el libreto escrito para la misma no ligaba bien con la dirección de la misma, a pesar de ser ambos dos ilustres figuras.

La verdad que el filme me ha gustado, donde no faltan hallazgos visuales como narrativos a destacar. Todo el tema de los zapadores y el miedo que crea en el pelotón, el emotivo discurso de bienvenida a los nuevos del pelotón, esos casi fantasmales planos de las trincheras que terminan en esa ofensiva final ¿precedente de la ilustre 'Senderos de gloria'?, esos fantásticos momentos gracias a la estupenda labor de Lionel Barrymore (a pesar de lo apurado/extraordinario de la situación de su personaje), en especial ese monólogo donde Lionel compara las anteriores guerras en las que ha combatido con la 1ª guerra mundial, carga ligera al toque de trompeta frente a excavaciones y más excavaciones como simples topos de ahora y la consecuente falta de honor en la actualidad, ese casi irreal y precioso momento cuando Frederic March conoce a ella, estos y otros jugosos pasajes son lo que han hecho de este visionado algo francamente delicioso.

Hay algo que no funciona en esta historia...
Creo que se trata de la relación entre el teniente Denet y la hermosa Monique, que se conocen por accidente y al rato ya están enamorados.
Da la casualidad que ella tiene una relación sentimental, motivada más que nada por el agradecimiento, con el capitán La Roche, superior de Denet.
No sabría decir si esto de los triángulos amorosos es parte del sello autoral de Hawks o se trata de una tendencia de la época demandada por las masas.
La cuestión es que la relación entre Monique y Denet se siente muy forzada. La química entre ellos es inexistente. Ni los diálogos contribuyen a hacer el acercamiento interesante, ni las actuaciones añaden emoción.

(Sigue en la zona spoiler)

Por suerte es una película bélica (y en esto sí que funciona), con secuencias de batalla sorprendentemente bien realizadas que hacen que pasemos esta historia de amor de forma mucho más amena.
Un escenario muy bien trabajado. Devastado, sucio, humeante y con una iluminación correcta.
Tan sólo por eso vale la pena verla.
Puede que esta obra no sea la más interesante de Hawk, pero de ninguna manera debería ser llamada con el apelativo de "mala".