Cabalgar en solitario

Budd Boetticher es un poeta más dentro de un género pródigo en poetas. Algunos piensan que es, sin embargo, un poeta menor. No es del todo cierto. Creo que la clave está en la modestia. Sabía que el cine es entretenimiento y espectáculo y se ciñó a ello dejando de lado la grandilocuencia y la épica de un Mann o un Ford (al final y al cabo su espíritu es pura serie B). Sus argumentos, pergeñados casi siempre por esa mano derecha que responde al nombre de Burt Kennedy, eran sencillos, pero escondían el germen de una poética que se iría formulando y adquiriendo consistencia título tras título, hasta configurar un universo personal de hombres íntegros (Scott, siempre Scott), mujeres indefensas y forajidos carcomidos por las dudas y la necesidad de redención. Los indios, de fondo, como un elemento amenazante más del paisaje. Y he ahí otra clave: la amenaza.
En el cine de Boetticher la amenaza es una latencia constante, oculta en la oscuridad o en la espalda de peñascos y colinas escarpadas. Al final el verdadero peligro está en el propio núcleo de personajes, en sus ambiciones y necesidades. Todos ocultan algo, pero el que se lleva la palma es nuestro solitario protagonista, orgulloso y vengativo, pero también comprensivo y ferozmente humano. Un clásico antihéroe que actúa tal como tiene que actuar, porque en este mundo, una vez desapareció aquello que más amaba, sólo está de prestado. En definitiva, un hermoso y casi minimalista western, planificado con una maestría fuera de toda duda, logrando una plasticidad que muy pocos saben transmitir a través de una cámara de un modo tan sencillo y exento de artificios. Gran película.

Lo mejor: la mano de Boetticher.
Lo peor: te quedas con ganas de más.

Si en el cine de terror de serie B el mejor y máximo exponente de que la calidad y el entretenimiento son posibles sin muchos medios es sin lugar a dudas Roger Corman, su homónimo en el western sería Budd Boetticher, un director que en los años cincuenta realizó un puñado de películas de vaqueros de un nivel altísimo con cuatro duros.

Rodada en su santuario cinematográfico de Lone Pine en California, con guión de otro friki del western como Burt Kennedy y por supuesto producida y protagonizada por el maravilloso Randolph Scott, nos encontramos con un tipo de películas que se adelantan a su tiempo, por la dureza de los personajes y situaciones, desde la puesta en escena hasta los planos muy atrevidos de su musa Karen Steele.

En “Cabalgar en solitario” anticipamos todo el cine que vendrá después de maestros como Peckinpah o Leone, lo que convierten a estas películas en inusuales dentro de una década donde e estilo era mucho más clásico.

Por si faltaban ingredientes atractivos hay que añadir el debut de James Coburn en pantalla grande y la presencia del malo malísimo Lee Van Cleef en un papel como anillo al dedo.

Sólo dura 73 minutos ¿Se la van a perder?

Nota: 6,7

Posiblemente no existan en la historia del western dos pelis más antagónicas que “Hasta que llegó su hora” y “Cabalgar en solitario”.

La primera —como todo buen adepto al género sabe de sobras— es la obra cumbre del SW. Una obra maestra faraónica, épica, sublime e incontestable. Lo más parecido a una ópera, en resumen, que el western ha dado nunca.

La segunda, en cambio, es el típico producto de serie B: modesto, humilde, sencillo y tremendamente conciso. Un western que no se anda por las ramas y que —en setentaypocos minutos— liquida de forma más que satisfactoria una historia que, pese a no ser nada del otro mundo (la de Leone tampoco lo es), sintetiza a la perfección cómo las daban y las tomaban en el antiguo y legendario far west.

Obviamente, todo se reduce a una cuestión de forma, de metodología. Leone era un genio y Boetticher, un artesano. Y ambos delinearon el western a partir de lo que sus respectivos talentos y bolsillos les permitieron. Particularmente, prefiero a Leone. Pero lo que tengo muy claro es que la forma y la metodología de Boetticher me parece tan válida, tan auténtica y tan honesta como la del italiano. Es más, si nos atenemos a cómo y de qué manera evoluciona la trama argumental de “Hasta que llegó su hora” y “Cabalgar en solitario” respectivamente, yo diría que —al margen de las susodichas divergencias formales— la “gran” diferencia entre ambas pelis reside en un pequeño matiz: el “hasta que”.

(Continúa en zona spoiler)

75/20(14/02/09) Notable western de uno de los maestros del género, Bud Boetticher, con su actor fetiche, Randolph Scott y con su guionista habitual Burt Kennedy. El film sigue el patrón de su director, austeridad de medios, pocos personajes, protagonista solitario y como telón de fondo paisajes bellos e inhóspitos. El argumento gira en torno a un cazarecompensas, Ben Brigade (Randolph Scott), que atrapa a un asesino, tiene que trasladarlo a Santa Cruz, pero por el camino se le enganchan una bella mujer (Karen Steele) y dos perseguidos por la justicia en busca de la amnistía que les puede proporcionar el prisionero de Ben, mientras el hermano (Lee Van Cleef) del apresado les persigue. La cinta es un constante juego psicológico, que en cierta manera llega a recordar a las tragedias griegas por el halo de fatalismo que la envuelve, del que luego han bebido grandes directores como Peckimpah. Destacar al gran Randolph Scott en estado de gracia, se come la pantalla con la fuerza que transmite. Film recomendable a todos. Fuerza y honor!!!

"Cabalgar en solitario" es uno de esos ejemplos de western que desmonta cualquier tópico. Compensa muchos diálogos machistas (sobre la atractiva viuda sola y abandonada) y racistas (acerca de los indios mescaleros), curiosamente, con un buen guión en el que siempre está implícita además una fuerte carga sexual muy bien matizada. Poco a poco, gracias a su brillantez, situaciones que parecían forzadas o inverosímiles adquieren coherencia; personajes que sonaban a arquetípicos demuestran que tienen motivaciones muy distintas y fundamentadas respecto a lo que pensábamos; grandes papeles del duro Randolph Scott, de la bella y aguerrida Karen Steele y de otros secundarios como Van Cleef y Coburn que después se harían famosos; una música que, prácticamente con dos temas, es efectiva; y, por último, la trama gana en interés a medida que transcurre la película. Y todo ello en poco más de una hora de duración. ¿Alguien puede dar más?