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Amazing Grace

Documental En enero de 1972, la gran Aretha Franklin actuó durante dos días dando un concierto de gospel en la Iglesia Bautista Misionera New Temple en Watts, Los Ángeles, grabando lo que se convertiría en su álbum más vendido, "Amazing Grace". Las sesiones fueron filmadas por un equipo de rodaje liderado por el director Sydney Pollack, pero el material de archivo terminó en una bóveda y ha sido durante 4 décadas uno de los tesoros ... [+]
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
4 de octubre de 2019
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace poco más de un año, “The Queen of Soul” dejaba su vida terrenal para ascender muy arriba, donde sus canciones decían que el Señor esperaba. Ahora sus conciertos serán el más allá, en su cielo particular cargado de R&B, Soul y góspel; mucho góspel. No cabe duda, la música terrenal quedó afligida por su pérdida, pero su voz siempre vibrará como ninguna otra mientras sigamos haciendo sonar “Spanish Harlem”, “Ain’t no way”, “Freeway of Love” o cualquiera de sus temas grabados durante más de cincuenta años de una carrera que explosionó con “Respect” (escrita e interpretada originalmente por Otis Redding), logrando 5 Grammys y 11 números unos consecutivos en su primer lustro en activo: dato que el propio documental se preocupa por remarcar mientras la cámara sobrevuela las calles de un Nueva York en plena ebullición cultural.

Enero de 1972. La década anterior Aretha había pasado por Columbia sin demasiada gloria, pero su firma con Atlantic Records la había catapultado hasta su estatus de diva del Soul. Ella, en cambio, se mantenía sincera, tímida y afable; alejada de la ostentosidad de la que otros hacían gala; consciente de que su éxito debía ser agradecido a sus inicios, a sus raíces, sencillamente: al góspel. Así, con el Reverendo James Cleveland como excelentísimo maestro de ceremonias -y por poco co-protagonista del acto-, Lady Soul grabó durante dos noches el disco de góspel más vendido de la Historia, describiendo a través de su joven trayectoria el camino de ida y vuelta que el soul defiende en muchas de sus letras para encontrar el sentido y agradecer la belleza desde el conocimiento del origen.

Tal era la magnitud del evento que Warner Bros. decidió apostar por filmar una película del concierto, encargando la misma a Sydney Pollack, director de uno de los grandes taquillazos de años anteriores: Danzad, danzad, malditos (They Shoot Horses, Don’t They?, 1969). La gran productora no anticipó, sin embargo, la inexperiencia del director para rodar eventos en vivo, lo que precipitó las decisiones estéticas y condenó las horas de metraje a la catástrofe técnica. Nunca sabremos si no fueron los Dioses del azar los que desencadenaron las desdichas que sepultaron el
proyecto, mas siempre estaremos agradecidos a quien le presentara a Alan Elliot la oportunidad de retomar aquellas cintas en 2008 y, con apoyo de las nuevas tecnologías, terminar un montaje que muchos incluirían entre aquellos descritos como malditos. Por el contrario, el destino de las cintas optó por volver a desviar el camino, siendo esta vez la propia Aretha quien no permitió cerrar el proyecto: ¿quizás por respeto a la memoria de su propia imagen frágil, devota y casi Santa?

En cualquier caso, sus herederos dieron luz verde tras su fallecimiento, y el documento completo ha llegado a nosotros como un suspiro del pasado congelado durante décadas para dejarnos mirar a través de una pequeña ventana de escasos 90 minutos al pasado y hacernos partícipes de una Obra Divina -con mayúsculas-, como el reverendo pide al principio de la misma invitando a abandonar la sala a aquellos que no fueran a disfrutar, cantar y bailar por la Gloria del Señor. Todo en esta pieza presenta una calidez especial en torno a la figura etérea de la cantante. A pesar de ser una pieza puramente imperfecta –vemos zooms estridentes, Pollack corre descontroladamente de uno a otro lado, la aparición de Mick Jagger se realza sin sentido- resulta una herencia cargada de la gracia y el carisma incandescente de la gran Aretha. Con todo ello, Amazing Grace se eleva como una experiencia sensorial, también lo será espiritual para muchos, en la que el blues, el soul y las músicas afroamericanas transcienden el paso del tiempo a través del retorno a sus orígenes de la mano de la más grande.

CarlosDL - colaboración en Redrumcine. com
CarlosDL
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3 de octubre de 2019
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amazing grace había sido grabada en directo en la Iglesia del reverendo James Cleveland, en Watts, ante una congregación muy participativa. Esa pieza se convirtió en el álbum más vendido de la carrera de Aretha Franklin, así como el más popular de todos los tiempos, aunque la película nunca fue estrenada… hasta hoy.

47 años después, este título es un testimonio de la grandeza estelar de Aretha, así como un viaje en el tiempo en un momento de la historia musical y social de los EE.UU. La artista nacida en Memphis fue una auténtica estrella de la música popular y un icono de la cultura mundial.

Indiscutible reina del soul, nos dejó un increíble legado, hasta el punto de que es conocida en todo el mundo por su nombre de pila: Aretha.

En 1968 su voz espiritual se escuchó en todo el mundo con motivo del funeral de Martin Luther King, y en 1972 en el de Mahalia Jackson. Finalmente, marcó un hito en su sobresaliente carrera cantando en la primera toma de posesión del presidente Barack Obama.

No cabe duda de que, gracias a la recuperación de este film, podemos gozar de nuevo de la maravillosa voz de Aretha en uno de los mejores momentos de su vida. Un recuerdo vocal y musical que hará feliz a la gran muchedumbre de sus fans, en una oportunidad única e irrepetible.

www.contraste.info
Revista Contraste
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7 de octubre de 2019
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película no muestra más que la grabación de un disco en directo. Además, en su casi hora y media de duración no salimos de una iglesia de Los Ángeles, convertida en improvisado estudio de grabación. Y todo esto es, precisamente, el gran mérito de este maravilloso documental: sostener con tan pocos elementos al espectador de principio a fin. Porque, si bien es cierto que la voz de la diosa Aretha Franklin quita la respiración repetidas veces, aquí el secreto está en un montaje que ha sabido salpicar con maestría los pocos elementos que se salían del guión. Desde el caótico equipo de rodaje que nos recuerda una y otra vez que estamos en un backstage gigante, hasta las intervenciones de unos secundarios y un público cada vez más entregados. Estamos ante un viaje al mejor cine y la mejor música de los 70. Un clásico instantáneo. Un regalo que es pura arqueología.
SoloDocs
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9 de octubre de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La importancia de Aretha Franklin en la música de la segunda mitad del siglo XX es más que incuestionable. Se pueden citar no menos de una docena de canciones legendarias. Una de ellas, un tema con concomitancias religiosas llamado “I say a little prayer" es uno de los que más me han gustado en mi vida. Dicho de lo cual, lo que me interesa de esta película es el otro aspecto fundamental de ella: la grabación en sí misma.

A principios de los 70, Warner era ya un emporio multidimensional que pretendía sacar el mayor beneficio de los productos de cualquiera de sus compañías. Y en esas, Sydney Pollack, un actor limitado, el más joven de la gran generación de directores procedentes de la televisión que llegan al cine (RItt, Lumet, Frankenheimier, etc.), justo en el momento en el que acaba de lograr su film de consagración, "Danzad, danzad malditos" y está a punto de convertirse en el casi director titular de Robert Redford en los siguientes 20 años (ya habían hecho una película juntos en el 66, "Propiedad condenada"), pasa por el despacho del entonces CEO de Warner, Ted Ashley, y le convence para hacer, él, el documental de la grabación del disco de góspel que prepara la cantante.

Durante la película, Pollack sale con frecuencia como una especie de actor secundario que parece no enterarse mucho de lo que pasa allí, rodeado de gente negra (pero no era el único blanco, también estaba Mick Jagger) que alaba a Dios. Y podría ser: no se pudo montar por era imposible sincronizar el sonido al no haber claquetas (además la fiesta se detiene en un momento dado porque se mojan los cables)

Parece ser que la propia Aretha paró el posible rescate del material poco antes de la muerte del director, en 2008 (¿quizá molesta por lo que paso?) y ha habido que esperar 10 años para que el siempre atento Spike Lee patrocine la recuperación (uno de los temas que se escuchan se llama "How I got over” (como me recuperé).

La propia naturaleza de lo que vemos ahora marca también sus limitaciones, ¿Como hubiera montado la película Pollack? ¿cuánto filmó y cuanto se hubiera desechado? Es de alabar el trabajo del equipo de Alan Elliott (creo que sólo cita a Pollack sólo en los agradecimientos) para entregarnos la película, tanto tiempo después. Quiero pensar que Pollack, un cineasta fundamental en el cine americano de los 70 y cuya carrera tocó techo con "Memorias de África” y sus Oscar, (aunque conservo buen recuerdo de su despedida "La intérprete") tal vez hubiera debido pasar de largo y no prestar atención a lo que oyó en aquel despacho rumbo a su cita con Redford para tomar café y hablar de Jeremiah Johnson.
londoner71
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29 de octubre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué tal! Recientemente hemos acudido al Cine Madrigal a ver Amazing Grace, la película que recoge las dos actuaciones de Aretha Franklin en la Missionary Baptist Church de Los Angeles en 1972 y que filmó Sydney Pollack. Pareciera hubiera sumergido mi enorme almendra en un tonel de agua bendita y hubiera recibido todos los sacramentos habidos y por haber al unísono, qué bárbaro.

Lo primero es que no puedo creer que la película no se estrenara en su día y estuviera inédita hasta este estreno pudriéndose los negativos en los archivos de Warner Bros. Pensaba que pudiera haber habido algún problema en la post producción o ese tipo de cosas, se dice que no había forma de sincronizar imagen y sonido y que después la propia Aretha se negó a que se estrenara mientras ella estuviera viva. En cualquier caso la película está perfectamente acabada y magníficamente ejecutada, como se puede esperar de Pollack (Alan Elliott la ha restaurado y ha dejado a punto imagen y sonido). Vete a saber, pero sin duda algún rollo muy chungo.

Aunque el disco sí que se publicó y por tanto la música no nos pilla de sorpresa, hay que reconocer que es muy impactante ver las imágenes de una Aretha casi en trance proclamando y emocionando la palabra de Jesús acompañada de su banda y de dos coros góspel, una Aretha Franklin tímida y casi me atrevo a decir que empequeñecida por la figura paterna presente, el Reverendo C. L. Franklin, y que cede absolutamente toda la comunicación con el público en el Reverendo James Cleveland, maestro de ceremonias y apoyo constante de la cantante. Tenía 30 años y ya era la más grande y había vivido el éxito desde joven, pero es evidente que en su ambiente familiar hay un problema no resuelto con su carrera dentro de la música profana y lejos de góspel. En está película todos parecen muy felices porque Aretha vuelve a ser la niña que cantaba himnos religiosos en la iglesia (menos la propia Aretha, nos muestra constante y hábilmente Pollack con sensacionales primeros planos).

La actuación no muestra exclusivamente en la interpretación musical sino que más bien es una experiencia colectiva mística y reivindicativa con desmayos, gente levitando, otros en trance, llantos a lágrima viva... una estupenda bacanal que no se perdieron Mick Jagger y Charlie Watts, presentes el segundo día.

En definitiva y lo más importante, casi 90 minutos escuchando a la reina interpretar plena de sentimiento el Wholy Holy del "hermano" Marvin Gaye, You`ve got a friend de Carole King o himnos tradicionales (Climbing Higher Mountains, Mary Don't You Weep, What a Friend We Have in Jesus) es una experiencia que no conviene dejar pasar.
griffinjazz
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