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Harakiri

Drama. Romance Japón, finales del siglo XIX. O-Take-San es una doncella que se enamora de Olaf Anderson, un oficial de la marina alemana que se encuentra de paso en el país. Pero, tanto su padre, que espera que sea la nueva "sacerdotisa del bosque sagrado", como otras personas que desean convertirla en una geisha, se opondrán implacablemente a su relación con un extranjero. Adaptación muda de Madame Butterfly, famosa ópera del compositor Giacomo Puccini. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
12 de febrero de 2010
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por eso precisamente catalogo al filme de interesante, porque realmente no posee fuerza expresiva (me refiero a la plástica) ni argumental.
Interesante el tema que trata para la época de la película y también es valorable la sensación final con la que queda el espectador. Aunque el título nos sugiera la trama, nos encontramos ante una tragedia, no un drama cualquiera. Muchas mujeres de la época se habrán sentido "abrazadas" por los sentimientos que trata de transmitir Lang ya en el 19. No estaba más que comenzando su carrera.
La versión que he podido revisar no llega a los 60 minutos, mientras que en esta página se anuncia que dura 80. No sé qué ha podido pasar con esos veinte minutos. A mí no me ha parecido pesada la película, pero quizás con esos minutos extra ya hubiera rozado el aburrimiento.
Alistair
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25 de noviembre de 2011
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tantos siglos… tantas culturas… y un gran número de mujeres, que pareciera infinito, víctimas de la opresión, el abuso y el sometimiento como simples mercancías, por parte de unas sociedades que no consiguen ver más allá de sus propias narices. Una mentalidad con rezagos feudales, lleva al hombre a sentirse dueño de ellas, y la prolongación eterna del yugo, la amargura y la humillación, no favorecen en manera alguna que alcancemos el despertar.

La historia de O-Take-San, la noble joven llamada a convertirse en la “sacerdotisa del bosque sagrado”, pero cuyo corazón se siente atraído por Olaf Anderson, un oficial de la marina alemana, con quien se casa -en un compromiso inicial de 999 días- y tiene un hijo que honrará su nombre, es símbolo de la lealtad femenina y de su entrega incondicional a la pareja asumida con amor, por encima de cualquier beneficio material o de cualquier honor que otros puedan ofrecerle. Es la mujer en la que el espíritu prima sobre la materia, la que impone un sello sacro al concepto de fidelidad, y la que es capaz de admitir con entereza la derrota, asumiendo que “es mejor morir honorablemente que vivir deshonrosamente”.

Con unos apreciables decorados que nos sitúan de manera verosímil en el Japón imperial, y con esos movimientos pausados característicos de la nobleza, Fritz Lang nos da su versión de esa eterna historia que ocurriera en Nagasaki a finales del siglo XIX y que, luego, inmortalizarían autores como John Luther Long en su cuento de 1898, titulado “Madame Butterfly”, y Giacomo Puccini con su exitosa ópera del mismo nombre, estrenada en 1904. Códigos de honor, tradiciones opresoras, ausencia de compromiso, solidaridad sin eco… y una gran esperanza metida en el corazón de una bella joven que cada día se detiene en la orilla del mar ansiando reencontrar el amor y su perdida libertad.

Con este filme, el cuarto en la carrera de Fritz Lang (véanse la versión restaurada de 86 minutos), el director alemán deja ya sembrado el que habría de ser uno de sus principales horizontes cinematográficos: la exaltación de la mujer, el reconocimiento de sus valores y de su grandeza interior. Una posición en la que fue siempre coherente, equilibrado y progresista. Y su obra, ya se sabe, ha dejado una huella indeleble.

Porque una cosa es clara: El hombre que deniega a la mujer los mismos derechos que él tiene, de cara al universo, lucirá indefectiblemente inferior por más que ella sea la oprimida y él el opresor.
Luis Guillermo Cardona
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21 de noviembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
370/10(09/11/20) Anodino melodrama silente dirigido por el aun ‘verde’ (por lo que demuestra aquí) Fritz Lang (en su cuarta dirección), film con más de un siglo desde su estreno que resulta pesaroso en su ritmo, lánguido en sus actuaciones, y visualmente solo medio destacable por los decorados y vestuario nipón (creados en Países Bajos por Heinrich Umlauff), aunque el maquillaje y peluquería resultan hoy día ridículo, con unos intérpretes con facciones claramente caucásicas, donde intentan dando bronceado de cuasi-negros hacer pasar a estos alemanes por japoneses (puaj!!!), mención aparte merecen los religiosos con esas calvas grotescas donde se notan cubiertas por una goma (o algo parecido), tan penosa que les deforma el cráneo. Supongo que el atractivo del film entonces estaba en que el espectador occidental viaje a lugares exóticos (en este caso al país del Sol Naciente) a vivir aventuras y romances, siendo el material en el que se basa la ópera (aunque evidentemente sin el canto) “Madame Butterfly” de Giacomo Puccini representada por vez primera en La Scala de Milan en 1904, libreto escrito por Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, se inspiró en el cuento homónimo de John Luther Long, basado en parte en la novela autobiográfica francesa “Madame Chrysanthème” de Pierre Loti. La novela de Loti se basó en su propia experiencia como oficial de la marina francesa cuando se casó en Nagasaki en 1885 con una japonesa de 18 años con un contrato renovable de un mes. El libro fue traducido a varios idiomas y se considera un elemento clave en la configuración del interés occidental en Japón a principios del siglo XX. El personaje del oficial naval francés se convirtió en estadounidense en la ópera de Puccini y en danés en la película de Fritz Lang. La película se estrenó en alemán con el título Hara-Kiri y originalmente en Estados Unidos con el título Madame Butterfly, probablemente para beneficiarse de la reputación de la ópera de Puccini. Ello en una cinta donde se nos habla de la dignidad, de los fanatismos religiosos, del honor, del amor puro, de la fidelidad. Siendo el contexto de la cultura japonesa que Lang conoció de primera mano, habiendo viajado a la Tierra del Sol Naciente durante su período juvenil de viajes al extranjero.

La cinta tiene un desarrollo torpón, donde nos falta información con tramos que suceden cosas sin que nos enteremos de que pasa, con situaciones que evolucionan de modo caótico (el personaje de Olaf Anderson no sabemos nunca de que va), ejemplo es el romance que se nos presenta de forma inverosímil, sobre todo rapidez, provocando confusión en el espectador en muchos aspectos erráticos, haciendo que lo que debería emocionar me deje frío. Quedando en un producto recomendable a los ‘antropólogos’ del cine de Fritz Lang, donde si acaso se puede sonsacar su gusto por los amores trágicos. Con un villano en la figura del religioso budista que me resulta caricaturesco (en lo malo). Con una protagonista (la neerlandesa Lil Dagover como O-Take-San), que actúa de forma infantil, enamorándose locamente de alguien que acaba de ver, donde no hay nada que nos haga empatizar con ella en su comportamiento pueril. Con estas taras lo que en su trágico final debía emocionarme, me deja inane.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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