Haz click aquí para copiar la URL

El límite del destino (TV)

Terror Una atribulada joven se dirije a Transilvania para localizar a su padre que, al parecer, se ha convertido en el rey de los vampiros. (FILMAFFINITY)
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
28 de abril de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de esos pequeños misterios de la vida, al menos para el que suscribe, es por qué la carrera de la bellísima Mía Sara (sí, amigos; todavía me hace babear) - bastante discreta como actriz, pero no inferior al noventa por ciento de las “barbies” recauchutadas que forman parte del “star system”-, tras iniciarse de forma meteórica de la mano del mismísimo Ridley Scott (*), se extinguió en menos de un lustro, quedando relevada a papeles alimenticios en películas tan olvidables como "Timecop" o el curioso engendro que nos ocupa.

Nada misterioso, igual de melancólico y más patético, si cabe, es el caso de Anthony Perkins: arquetipo del actor devorado por un personaje. A tal punto llegó la cosa que el resto de su vida, como bien sabemos, no hizo otro cosa en su cada vez menos relevantes apariciones en pantalla que recrear, más o menos disimuladamente, al amigo Norman Bates y a la madre que lo parió –todo en uno, claro-. (Él mismo dirigió un par de las secuelas de Psicosis -con bastante tino, todo sea dicho-; así que no parece que le molestará mucho aquello de “encasillarse”).

Pues bien, la presencia de ambos, como supondréis, es el máximo (o único, más bien) aliciente de esta rareza, autentica pieza de coleccionista, que, para más inri y colmo de bizarrez, está dirigida por el inefable Stuart Gordon (Reanimator, Dagón…). Casi nada…
Y es que la película, paseo por el bulevar de los sueños rotos aparte, tiene muy poco que ofrecer. La trama, en lo que recuerdo (hace una buena cantidad de años que me la topé por última vez una insomne madrugada de fin de semana en “tetacinco”), aunque empieza de un manera francamente interesante y consigue generar cierta intriga, degenera rápidamente (como cabe esperar de toda obra dirigida por el bueno de Gordon) hasta convertirse en una lentísima, confusa y retórica merienda de negros con un final que lo deja a uno sin saber si cortarse las venas o dejárselas largas, y de la que lo único salvable son las sorprendentemente dignas (dadas las circunstancias) interpretaciones de los ya citados. Eso sí, ambos, faltaría más, encasillados en los suyo: Perkins amenazando con ponerse la peluca en cualquier momento e invadir la ducha de alguna mozalbeta y Sara mostrando la misma inverosímil ingenuidad que en Legend y no enterándose de que va la película.

Imprescindibles para mitómanos y nostálgicos ochenteros y perfectamente prescindible para el resto de la raza humana en su conjunto.
spoiler:

(*)Curiosamente, Sean Young, la guapísima replicante de Blade Runner, que también debutó con Scott (un par de apariciones menores, aparte), experimento un destino similar, “disolviéndose” en el casi total anonimato tras un par de películas cual “lágrimas en la lluvia”. No voy a decir que el bueno de Ridley sea gafe...
Jinete nocturno
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow