El último superviviente

Pues una sorpresa muy agradable al encontrarme con una película para mí desconocida, con un intérpretes siempre agradable de ver en pantalla: el fordiano Jeffrey Hunter, malogrado muy joven.
Un film basado en hechos reales aunque evidentemente, y tal y como podemos ver, muy dramatizado y con situaciones muy amenas pero a veces no demasiado creíbles.
Pero es un filme muy entretenido, con ritmo siempre dinámico y lleno de intriga, buenas escenas de acción, sentido de la aventura, y ternura y cariño en los personajes "secundarios" que aportan su gran personalidad al integrarse en la historia de forma muy rica. Además podemos asistir a una entrañable historia de amor.
Bonita fotografía de Carl Kayser y preciosos paisajes de Filipinas, lugar de rodaje de este disfrutable filme.
Una cinta francamente bonita, que deja un muy buen sabor de boca.

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Discreta película bélica aunque nada inofensiva. Ya que fue concebida por el Departamento de Marina de EEUU y la Oficina de Asuntos exteriores del mismo país en Filipinas.
Pese a contar con un actor de la talla de Jeffrey Hunter(tantas veces inmerso en productos muy por debajo de su valía ),en un intento por dotar de un aura de grandeza, humildad,sentido del deber y simpatia tan caros a los norteamericanos las hazañas del personaje real en el que se basa.Esta producción parece responder al propósito de otras muchas películas propagandísticas ideadas para los programas dobles con intención notoria de moldear e influir en los jóvenes espectadores.
Las extraordinarias peripecias del héroe protagonista no interesan más allá de los primeros minutos de un metraje desmesurado.La tensión, miedo y peligros de lo que se suponía una apasionante epopeya se malogran por la impericia técnica, un guion más preocupado por resaltar rutinarios esquemas y tipismos omnipresentes en el género bélico norteamericano y el trato condescendiente cuando no despectivo hacia los asiáticos.
Hay poca acción y mal resuelta. Sin embargo tiene puntos de interés por la observación de detalles significativos sin molestos subrayados. Aparición del inevitable material real-documental de combates para rebajar costes (en este caso supongo mínimos por los fondos fílmicos de la Marina).
El protagonista idealizado resulta paradigmático; despierta primero las simpatías de los isleños y después su ansia de resistencia frente a los crueles japoneses.
El paralelismo con la historia de la intervención de EEUU en Filipinas es tan obvio que te hace olvidar que la acción de la película no se desarrolla en estas islas sino en Guaján. No en vano se rodó en Filipinas, los bellos parajes filipinos lucen bien sin llegar a deslumbrar.
Pese a que aquí estén los buenos, los aliados de EEUU, a saber los naturales de la isla de Guaján, (Guam desde que la potencia anglosajona la ocupó en 1898 arrebatándola a la Corona española) los chamorros (mestizos de españoles y nativos) enfrentados a los japoneses que vapulearon a los militares norteamericanos durante los más de cuatro años que duro su invasión sobre territorio de los EEUU.
Los Filipinos( en régimen de co-producción) se apuntan al carro para estrechar lazos con el poderoso tutor americano y se olvidan de Guam ,cuando no diálogos de los naturales de la isla que confunden deliberadamente una situación con otra. Equivoco subrayado continuamente por las informaciones radiofónicas sobre el frente de guerra y el heroismo de los filipinos que luchan junto a los norteamericanos contra el invasor japonés en el archipiélago asiático, sea en Corregidor, Bataan, etc...
Además de la aleccionadora historia de heroísmo bélico con el inevitable romance con bella nativa como pretexto argumental ,el objetivo perseguido por la película no es otro que el de su mensaje.
Y este es el de la desinteresada ayuda de EEUU a los oprimidos, el ideal de su democracia frente al mal(cualquiera que sea el otro modelo político) y el de la imposición de los valores de EEUU sobre las Filipinas (otra adquisición de 1898) con la cual empezaban a rodarse co-producciones de poca monta como esta que obedecían al programa de dependencia cultural y política que extendía Washington sobre el archipiélago, alargando su tutela tras la independencia conseguida en 1946 e imponiendo el inglés como lengua común y de dominio social y económico.