El regreso de Fu Manchú

Así lo dijo Fu-Manchú, y así fue.
Tras esta primera película del personaje de Sax Rohmer producida por Harry Alan Towers, se inició una saga protagonizada por Christopher Lee, en la que la Hammer y otras productoras nos brindarían toda una nueva perspectiva del personaje, respetando sus bases y al mismo tiempo diferenciándolo del que interpretó Boris Karloff.

Ahora, centrándonos en esta primera película, es un poco lenta y tiene un guión un poco pobre, pero está decentemente dirigida por Don Sharp, director de la marvillosa "Rasputín, el monje loco".
Pese a los defectos del guión y de ritmo, "El regreso de Fu-Manchú" cuenta con una buena Banda Sonora, una genial ambientación y unas muy buenas actuaciones, entre las cuales destacan principalmente Christopher Lee como Fu-Manchú y Nigel Green como Nayland Smith. También me gusta mucho la interpretación de Tsai Chin en el papel de la hija de Fu-Manchú.

Aunque haya pocas escenas de acción, la rivalidad entre Fu-Manchú y Nayland Smith está magníficamente retratada.

En conclusión, "El regreso de Fu-Manchú" es una buena película de Don Sharp, que pese a no ser gran cosa, puede ser recordada como un clásico muy entretenido por los fans de la Hammer. Una película muy interesante a la que voy a otorgar una puntuación de 6 sobre 10.

Personaje de novela pulp, Fu-Manchú es un aspirante a conquistador del mundo, el eterno ejemplo del denominado "peligro amarillo", definido, con cierto tinte racista, a principios del siglo XX, por cuanto demostraba como Occidente temía el resurgir de una cultura milenaria con valores tan distintos a la suya propia, lejos de los valores judeocristianos, una cultura ninguneada y solo se tenía presente para museos y jarrones en los palacetes de la gente bien. Ello se ve reflejado en las escenas del Museo, con el tono despreciativo que emplea el director del mismo sobre los "chinos" y esa frase que dice algo así como "¿Que hago con los chinos muertos del sótano?".

Retorno del personaje creado por Sax Rohmer, una producción británica bastante modesta- por no tener, no tienen ni figurantes orientales suficientes- una historia bastante ingenua, más próxima a los seriales de la Republic de los años cuarenta que a los filmes de espías que se rodaban en los años sesenta. La década gloriosa de Christopher Lee, que encarnó entre otros muchos a Drácula, la Momia y a este Fu-Manchú tan hierático y poco expresivo, con eterna cara de tener sueño. Una trama en la que abundan entradas secretas, guaridas escondidas, sicarios uniformados, secuestros, disfraces, refinados asesinatos, poderes telépáticos, el Tibet y amenazas apocalípticas, trufado con abundantes peleas cuerpo a cuerpo y un cierto tufillo a erotismo de baja graduación- los latigazos a la sicaria díscola - que se incrementará en su segundo filme. Y varios machos-alfa, destacando junto a Smith, el tal Janssen, un ayudante de laboratorio que parece haber nacido para la lucha pugilística.

Un ejemplo de esta falta de medios es cuando en la persecución con automóviles, el vehículo de Nayland Smith sufre un bombardeo desde una avioneta; así el coche que se sale de la carretera e impacta contra unos arbustos, no es el mismo vehículo que llevan, sino un Citröen de los años 30 ¿fallo de raccord o canibalización de una escena de otro filme?

El filme puede verse como los filmes de aquellos años. Se nota que ha pasado el tiempo en su ingenuidad de planteamiento, pero, sin duda, esa es una de sus mejores bazas, va directo a la acción, sin despistes ni tramas secundarias. Ser o no ser ante Fu-manchú.

Esta película está dirigida por Don Sharp (habitual de la productora Hammer) y protagonizada por Christopher Lee (el famosísimo Drácula de la Hammer) pero no, El Regreso de Fu-Manchu no es una película Hammer, en contra de lo que algunos creen. Lo más parecido a Fu-Manchú que la Hammer rodó fue "El terror de los Tongs". Pero hablando de esta película, cabe decir que es la primera de las cinco que el productor Harry Alan Towers dedicó a Fu-Manchú (Don Sharp dirigió las dos primeras, mientras que el director español Jesús Franco se hizo cargo de las dos últimas). Es una película muy ingenua, cuyo principal punto de interés es, cómo no, Christopher Lee, que por desgracia no ocupa todo el metraje que quisiéramos. El resto de interpretaciones resultan muy poca cosa, las peleas están poco trabajadas y la trama es excesivamente sencilla y predecible. Aún así... se deja ver.

Las historias orientales poseen el hechizo de lo misterioso y por eso su atractivo se suele instalar en esa esfera de lo esotérico que proporciona al argumento un interés adicional.
La factura de la película que dirige D. Sharp resulta ingenua y su desarrollo parece poco elaborado y, sin embargo, una corriente de intriga cala en el ánimo del espectador y le obliga a implicarse en la trama.
La cinta se ve con cierto agrado por la intrínseca capacidad de atracción que ejerce Fu Manchú.
Pero lo cierto es que el guión -H.A. Towers- manifiesta clara insuficiencia para reflejar el verdadero calado y dramatismo asociado al famoso personaje de R. Rohmer y también la labor de dirección y la de interpretación adolecen de evidente lasitud.

Una tarde sin nada que hacer, decidí revisar las viejas pelis de Fu Manchú –a veces, ¡qué largas se nos hacen las vacaciones!– con la intención de rememorar algo que tenía casi olvidado desde la ya remota infancia y cuyo recuerdo era tan tenue, que aún dudaba de si no hubiesen sido tan sólo un sueño. Pero no, las películas de Fu Manchú existían. Así que primero me enfrasqué con una de los años treinta, “La máscara de Fu Manchú” (1932), con la idea de que no la soportaría durante más de diez minutos, pero contra todo pronóstico la vi de un tirón hasta el final, quizá porque su textura, su ambiente, su grano, me evocaban tanto a la viejas cintas de Tarzán (con Johnny Weissmuller, Maureen O'Sullivan y la mona Chita) o al “King Kong” de mil novecientos treintaitrés. Entonces me animé y me lancé a por algo “más actual”, “El regreso de Fu Manchú”, protagonizada por Christopher Lee, la estrella de la vieja Hammer, en el papel de Doctor Fu Manchú. Primero me sorprendió con esas somantas de palos a toda leche y de manera tan exagerada, y entonces empezó a hacerme gracia, me divertía, me entretenía, y si bien es cierto que la trama rozaba el ridículo y que me provocaba más hilaridad, que temor o suspense, llegué a pensar que esto era algo intencionado, que en cierto modo estaba construida con cierto aire a parodia de ella misma, y sobre todo hacia el personaje de aquel detective, creado por Sax Rohmer, tan exageradamente británico. En fin, que pese a pertenecer sus arquetipos al pleistoceno y a su arcaico relato, a mí, al menos, me entretuvo. Ah, pero no es un largometraje para amantes del cine, es sólo para los más nostálgicos, para gentes de otros tiempos… seguramente peores (los tiempos no las gentes, aclaro, pues no deseo malentendidos).

Ay Fu Manchú, Fu Manchú, pese a que no seas tú un chino que pelee a kung fu, tú siempre me gustaste, por tus perversos planes para dominar el mundo, por tu profundo empeño en ser el dueño del universo, por ser el malo, más malo, de los de antes, porque recuerdo haberte visto mientras merendaba pan con chocolate. Pero no quiero yo, ser un esbirro a sueldo, ante todo quiero ser tu yerno, que tu hija, bellísima y malvada, me hipnotiza, me tortura y me enamora. ¡Qué menuda dama!, ¡menuda ha de ser en la ca…! perdón, ¡menuda ha de ser enamorada! (olvidé, que al fin y al cabo, se echaron en horario infantil). Y ay tú, Fu Manchú, Fu Manchú, ¿cuándo mueras qué harás tú...?

–¡Pues qué va a ser!, reaparecer en el próximo film.