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Un país libre (Free Country)

Thriller Remake de la película española "La isla mínima" pero ambientada en el otoño de 1992, dos años después de la reunificación alemana. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
7 de junio de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es de celebrar la existencia de nuevas versiones de éxitos cinematográficos del cine español contemporáneo. A los recientes casos de remakes como el italiano de 'Truman', el indio de 'Contratiempo', el francés de 'El otro lado de la cama' o, ya hace años, los estadounidenses de 'Abre los ojos' o 'REC', se une ahora el que nos ocupa, una versión alemana de 'La isla mínima', el excelente thriller de Alberto Rodríguez.

Al igual que en la original, la factura visual es extraordinaria, con una muy cuidada fotografía y planificación (copiando los siempre vistosos planos cenitales), así como una también muy lograda ambientación de época. Que si en la original era la España de la Transición, en esta versión germana la historia se ubica dos años después de la reunificación alemana, cuando todavía coleaban los ecos de la tensión política existente entre los dos estados que dividieron por motivos ideológicos, en el convulso siglo XX, una misma nación.

Pero esta diferencia en la localización geográfica y temporal de la historia es prácticamente la única disonancia entre ambas películas, y esta es la pega que se le puede poner. Hubiese sido de esperar que este 'Freies Land' hubiera aportado alguna subtrama o algún aspecto diferente de los personajes, pero realmente es clavada argumental y estéticamente, e incluso en los detalles más nimios, así como en otras claves de la trama: la adivina, el contrabando, los negativos de las fotos y hasta el problema urinario del "Gutiérrez alemán".

También se refleja, y esto sí que es muy procedente para el espíritu de la historia de ambas películas, la contrapuesta mentalidad entre el policía veterano y el de nueva hornada. Si en 'La isla mínima' el personaje de Javier Gutiérrez era un policía que no se acostumbraba a la recién estrenada democracia, y sus métodos y estilo aun eran franquistas, aquí el veterano perteneció a la policía política de la Alemania comunista, la Stasi, e igualmente no parece hacerle mucha gracia eso de los derechos y los métodos democráticos.

Careciendo de personalidad propia, y siendo claramente inferior a la original española, se trata en todo caso de un buen y entretenido thriller, muy bien realizado e interpretado, que hemos podido descubrir gracias al Festival de Cine Alemán, que este particular año vírico ha tenido que celebrarse on line, recalando una vez más en Filmin, tan impulsora como siempre de este tipo de iniciativas.
Amor Perro
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30 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Las dos Alemanias

Al igual que se hiciese con la versión española, el suspense y el crimen son los principales ejes de la obra. Asimismo, cómo se van hilando las piezas del rompecabezas y el mapa de acciones hacen del film una propuesta interesante. Pese a ello, hay una falta de mayor gancho, un mayor atractivo narrativo y se puede sentir cierta falta de riesgo. Igualmente, durante el final no hay ese aspecto abierto que hubiera triunfado en el guion.

Por otra parte, la forma de llevarlo a la historia alemana se realiza de una forma orgánica y en ningún momento se siente que se haya forzado. Gracias a esas modificaciones, crean un contexto distinto, que genera interés. Aún así, se echa en falta que se hubiera profundizado más en esa brecha histórica que surgió tras la caída del muro de Berlín. Incluso, si hubiera habido ciertas pinceladas más profundas, se hubiera terminado por dar un retrato que respete el producto original, pero sabiendo desmarcarse para convertirse en una pieza distinta. Por lo cual, ese punto se hace ciertamente algo más circunstancial. No obstante, al basarse en un largometraje que ya contenía ese nervio, sabe mantenerlo, pero marcará más a la audiencia que no tenga conocimiento del título original y entre por primera vez en este universo.

*Falta de fuerza

Al igual que ocurriese en “La isla mínima”, Free Country se apoya en el dúo protagonista para buscar la potencia interpretativa. A pesar de ello, Trystan Pütter no tiene esa crudeza y dureza ante la cámara. Por lo tanto, se pierde en ciertos momentos en los que se necesita tener más sangre ante su interpretación. Es más, esa falta de fuerza es lo que hace que no acaben de convencer en un papel que, sin duda, es un caramelo ante la pantalla. Con todo, sabe resolverlo y da un resultado que cumple, pero no emociona. Por otra parte, Felix Kramer sí que realiza una labor llena de tesón y de un ímpetu escénico arrollador. Además, junto a ello, sabe manejarse tanto de forma expresiva como por la dicción la escucha con los otros personajes, para no perder en el equilibrio energético del plantel actoral.

También, gracias a su desempeño en escena, levanta varias secuencias, en las que consigue conectar con su compañero y ambos realizan un trabajo con cierta química, aunque no forman una unión totalmente en sinergia. Después, Nora von Waldstätten tiene una atmósfera basada en la extrañeza, que sabe aprovechar para enseñar esas heridas emocionales y poder transmitirlas al espectador. Aún así, ese desgarro no llega a la sensibilidad que provee su personaje y se queda en un estado inferior, aunque efectivo. Luego, Ludwig Simon realiza un trabajo a la altura de la importancia de su papel, inclusive, permitiendo que el espectador pueda quedarse con su forma de actuar. En cambio, quienes han perdido fuelle son Uwe Dag Berlin y Ben Hertmann, que apenas salen en escena y tampoco actúan de una forma que justifique su peso en escena. Son demasiado efímeros.

*El peligro

Uno de los factores que hacen de Free Country interesante es el uso de los símbolos manejados en la Alemania de la caída del muro de Berlín. Al igual que sucediese en “La isla mínima”, se justifica esa visión de las dos Alemanias y también lo consigue de una forma visual. Junto con ello, hay un cuidado de la fotografía exquisito, lleno de planos generales que sitúan al espectador ante ese desolado pueblo alemán. Pero, hay ciertos momentos que la construcción visual no se desmarca lo suficiente del producto original, por lo que no innova y plantea una película que impactará en el público que no conozca la original, pero que se desinfla con aquellos que sí han disfrutado de la versión española. En este sentido, hubiera sido un mayor acierto buscar un manejo de la imagen más propio y no tan heredado.

Lo mismo ocurre con la gama de colores, en este film se sigue manteniendo esa apariencia ocre, apagada, que recuerda más a los pueblos del sur de España que de la Alemania libre. Pese a ello, no se puede decir que haya un error en la manera de ejecutarlo. Por lo cual, se puede aplaudir la gran disposición del equipo técnico, por recrear aquellos años y con un gusto inmejorable en la dirección artística. Luego, la banda sonora mantiene ese suspense, que en ciertos momentos se ve bien acompañado por un hilo musical sutil y certero. Pese a ello, el montaje encierra una película con un entramado lleno de misterio, pero que termina totalmente cerrado, lo que hace que haya cierta contradicción y se sienta cómo una solución demasiado abrupta. En resumen, se podría esperar más riesgo y más vertiginosidad en la producción alemana.

*Conclusión

Free Country es una remake que respeta perfectamente “La isla mínima”, sabiendo adaptarlo al imaginario de la cultura alemana y mostrar las fracturas surgidas en cada una de las Alemanias que había previamente a la caída del muro de Berlín. Sin embargo, no se ha innovado más y no profundiza lo suficiente. Por otro lado, a nivel interpretativo, Trystan Pütter se queda a medio gas, aunque se ve reconfortado con un partenaire, Felix Kramer, que sabe salvar la energía y cumple con creces su trabajo interpretativo.

Luego, donde se echa en falta mayor innovación y es, tal vez, lo que hace que no sea un resultado redondo, es la disposición técnica. Se ha basado demasiado en la estética española y no ha sabido hacer suya esta forma de contar la historia. Por lo cual, para aquellos que no vieron el film original será una muestra visual imponente, mientras que para los que sí, será un déjà vu demasiado marcado. Un regreso ante un crimen lleno de suspense, que encuentra la resolución al enigma, pero no a la forma de enfrentarlo.

Escrito por Diego Da Costa
Cinemagavia
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5 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 5 de Junio se estrena en Filmin, la película Free Country (2019), dirigida por el director Christian Alvart. En nuestro país, el estreno tiene un morbo particular, porque la película está basada en la obra de nuestro país, el thriller La Isla mínima (2014), dirigida por Alberto Rodríguez, que tanto éxito tuvo entre crítica y público. La película nos presenta una Buddy Movie ambientada solo dos años después de la reunificación alemana, tras la caída del socialismo en la RDA.

La película Free Country se ambienta justo dos años después de la reunificación de Alemania. En un pequeño pueblo ubicado al este de Alemania, Löwitz, se alerta de la desaparición de dos jóvenes. Dos agentes, uno de la Alemania Federal y otro de lo que anteriormente era la Alemania Oriental, se unen para descubrir lo acontecido.

Free Country muestra bien ese clima de reunificación, que desde luego no fue tan brillante como se trató de vender en un primer momento. En la película podemos ver en gran medida las consecuencias de todo el proceso y la cara oculta, y son precisamente esas particularidades localistas las que separan la película de la original española. Löwitz representa el típico núcleo que sufrió las consecuencias de la reunificación, olvidado económicamente por la parte occidental, y arruinado por la desindustrialización.

El propio título de la película, al que además se hace una alusión directa en uno de los diálogos de la película, hace referencia a la supuesta libertad surgida en los territorios del este después de la reunificación, que también trajo consigo (o desveló, puesto que antes no se hablaba del tema) los «vicios» capitalistas. Por otro lado, el personaje de Markus, el policía proveniente de la Alemania Oriental, también pone de relevo los numerosos métodos brutales aprendidos durante su paso por la Stasi.

También en el subgénero de la Buddy Movie, que el filme abraza de manera decidida, pueden verse estas diferencias. Patrick Stein, el policía occidental, es un hombre mucho más comedido en su manera de actuar, apenas emplea la violencia a pesar de su profesión, y tampoco destaca por su físico. Su compañero, Markus, es todo lo contrario, abigarrado, decidido y sin escrúpulos. Seguramente en este apartado Free Country tire más de brocha gorda, aunque funciona porque ambos personajes resultan creíbles y tienen bastante carisma.

Al igual que sucedía en la isla mínima, la película sustenta gran parte de la intriga en «la teoría de la conspiración». Lo que a priori parece un caso de desaparición de dos muchachas jóvenes, más pronto acaba siendo un caso de doble homicidio, que no solo tiene a un simple psicópata detrás, sino que parece cubrir a personas o sociedades detrás y que nos habla de gente importante encubierta.

Sí es cierto que el armazón con el que se construye Free Country es mucho más simple que en la película de Alberto Rodríguez. Aquí, nos encontramos con menos capas de complejidad, y las pistas de la película conducen al espectador de manera lineal, para una película que no tiene tantas segundas lecturas y que es más fácil de seguir para el espectador medio. Alvart, ha hecho en definitiva una película con un tinte mucho más comercial, lo cual no es ni bueno ni malo.

El resultado es una película que cumple en todos los aspectos, pero a la que se la ve quizá sin el toque de garra que diferencia a las películas cumplidoras de las grandes películas. Lo podemos ver por ejemplo en la secuencia de la discoteca. Si en la película española, dicha secuencia era realmente impactante y nos encogía el corazón, aquí no solo provoca un encogimiento de hombros. De igual manera, no sería capaz de destacar ninguna secuencia de la película, en cuanto a composición o resoluciones formales.

Adaptada a las maneras localistas, Free Country es una película cumplidora, que nos presenta una historia policíaca que desvela las miserias de la Reunificación alemana, así como los trapos sucios de una y otra Alemania. Sin embargo, el calco con la Isla mínima es demasiado acusado, y para el que ya haya visto la película de Alberto Rodríguez la película puede antojarse demasiado previsible.

https://cinemagavia.es/pelicula-free-country-critica/
Kyrios
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5 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante la imposibilidad de celebrar el Festival de cine Alemán este año por culpa de la epidemia, la organización ha decidido proyectar las películas a través de la plataforma Filmin. Para inaugurar esta selección de películas que será por tiempo limitado han elegido "Un país libre" remake del film de Alberto Rodríguez "La isla mínima". Atención porque esta película solo podrá verse los días 5 y 10 de junio.

De las tierras andaluzas el director Christian Alvart nos traslada la historia a Mecklemburgo-Pomerania occidental, durante los años 90 justo después de la reunificación de las dos Alemanias. Allí son trasladados dos policías para investigar la desaparición de dos hermanas, una zona desolada donde parece que todo el mundo tiene algo que esconder. Poco después las dos chicas aparecen muertas tras haber sido torturadas y violadas...

Un thriller oscuro y deprimente con una atmósfera intensa que queda muy bien reflejada en el film. La herencia de la RDA durante el periodo de la guerra fría se palpa en esa árida región sumida en la pobreza y donde muchas chicas quieren buscarse un futuro escapando a Berlín. 

Trystan Putter al que hemos podido ver en las fantásticas "Toni Erdmann" y "Phoenix" interpreta a Patrick Stein un policía de Hamburgo que espera un hijo. En el lado opuesto esta Felix Kramer visto en las series "The Dark" y "Dogs in Berlin" esta última también del director Christian Alvart, aquí interpreta a Markus Bach un policía muy rudo que perteneció a la antigua Stasi (papel que en la película española interpretaba Javier Gutiérrez). Unos personajes muy diferentes que tendrán que llevar la investigación juntos.

Una fotografía espectacular con unos colores grisáceos y marrones, añadido a una ambientación soberbia de aquella Alemania de los años 90, hacen del film un buen remake que se disfruta muy bien de principio a fin, aunque sepamos lo que va a suceder los que hayamos visto la película original. Todo un logro, ya que Christian Alvart filmó la película en menos de un mes y con un presupuesto de poco más de 2 millones de euros.
Destino Arrakis.com
videorecord
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11 de junio de 2020
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Christian Alvart pese a que no es muy mayor todavía (46 Años) , ya se le puede considerar como uno de los directores más veteranos del cine alemán. Incluso ha dirigido alguna película en Estados Unidos. Últimamente estaba más ligado al mundo de las series de televisión. Ahora nos presenta su nueva película, un remake de “La isla mínima” de Alberto Rodriguez. El guion es suyo coescrito con Siefried Kammi. La película se puede ver en una nueva edición del Festival de Cine Alemán de Madrid.

A diferencia de la versión española que se desarrollaba a comienzos de los 80, “Un país libre” se desarrolla en otoño de 1992, poco después de la caída del muro de Berlín. Y la trama se localiza en la zona de la antigua RDA, metida en pleno proceso de reunificación. El aspecto que nos presenta es bastante triste y decadente, el trabajo es precario y por toda la zona quedan muchos restos de la Alemania Occidental. La mayoría de los trabajadores sueñan con abandonar la zona y buscarse un trabajo en Berlín.

A este paraje completamente desalentador llegan dos policías muy diferentes entre sí, para intentar esclarecer la muerte de dos adolescentes a las que se les ha perdido la pista hace unos cuantos días. Entre los dos policías empieza a haber una serie de rife rafes, Patrick viene de Hamburgo, está a punto de ser padre y llega a un zona que le va a provocar sentimientos y episodios oscuros de la antigua República alemana. Por otro lado está Markus, comisario de la policía de Gölitz, tiene un pasado bastante turbio por su pertenencia al grupo de la Stasi.

No les quedará más remedio que intentar llevarse bien, para intentar investigar todo lo que está ocurriendo y detener al asesino de las dos jóvenes. El argumento es completamente idéntico a la versión española, incluso en los pequeños detalles. Hay contrabando, brujería, periodistas con rebelados de fotos e incluso el papel que interpreta Markus tiene problemas a la hora de orinar (Al igual que le ocurría al personaje de Javier Gutiérrez).

La película me ha parecido bastante buena, destaca sobre todo la imponente fotografía, mezclando distintas tonalidades como el amarillo y el azul para dar a la zona un aspecto de completa decadencia. La música también es un aspecto fundamental de la historia. Pero sobre todo me quedo con el duelo interpretativo que nos regala la pareja protagonista de policías. Aunque haya sido un calco de la isla mínima merece la pena su visionado, sobre todo por conocer cómo era la vida en Alemania tras la caída del muro de Berlín. Muy recomendable.

Lo mejor: La imponente fotografía y el duelo interpretativo entre los dos policías
Lo peor: Es un calco de la versión española.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
LASO83
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