Un buda

No sé si será porque meditación, zen, conciencia, etcétera me resultan interesantes de por sí, pero esta película me ha gustado mucho. Maneja conceptos que no resultan precisamente fáciles de abordar, y lo hace de forma sencilla, clara, sin dejarse llevar por la parcialidad. Retrata un camino, el espiritual -que existe-, a través de la historia de un joven buscador de respuestas y su hermano, diametralmente opuesto, profesor de filosofía.

Los temas están bien llevados, se ve que el director sabe de lo que habla (se menciona a Ken Wilber en un diálogo, padre de la visión integral y que recomiendo encarecidamente). El controvertido tema del misticismo se trata desde todos los puntos de vista, desde el escepticismo racionalista hasta la devoción extrema que raya en el ascetismo. Se recalca la importancia de la meditación ante el desconcierto vital, pero también defiende la acción social frente a la reclusión contemplativa.

A pesar de ser una incursión en un terreno siempre difícil, resulta entretenida simplemente para pasar un buen rato, esto es, no requiere conocimientos previos, lo cual la convierte en apta para cualquier espectador. A todo esto hay que añadir que nos encontramos ante una producción profundamente orientalista con acento argentino, y es que simplemente eso, no tiene desperdicio.

Cuando uno quiere ver una peli sobre filosofía oriental y acude a peliculas orientales... hay algo que se queda por el camino... ellos dan tantas cosas por supuestas que para nosostros son sólo conceptos vagos... que no logra llegarte de verdad la peli (a no ser que seas un meditador o yogui experimentado).
'Un buda' refleja a la perfección la problemática y los prejuicios occidentales en el tema.
Mediante la historia de dos hermanos, uno completamente ateo y racional, y otro completamente espiritual e instintivo, Rafecas refleja a la perfección nuestras dos partes del cerebro, la derecha instintiva y la izquierda racional, y su lucha.
A la vez nos introduce en las enseñanzas de la filosofía perenne de un modo fácil y comprensible para todos.
El protagonista, Agustín Markert, está genial a pesar de no ser un auténtico actor y sí ser un auténtico monje budista...
No te digo más... descúbrela y disfrútala!
Bravo Rafecas!!!

Al margen de sus valores cinematográficos, tal vez el principal mérito de esta película sea el de introducir al espectador en el fascinante -y para muchos supongo que exótico- mundo del Zen. Y lo hace sin rubor, sus personajes tienen inquietudes espirituales (¿espiri... qué?), se interrogan sobre Dios y sobre el sentido de la vida, y hasta mencionan en sus conversaciones al psicólogo transpersonal Ken Wilber. ¿Qué la película no es del todo redonda? Cierto; en mi opinión se podría haber afinado más en la psicología de los personajes y en algunas escenas dramáticas. Pero, como se apunta en otra crítica incluida en este mismo foro, entre tanto vacío palomitero mil veces repetido, entre tanta violencia y tanta maldad que alimenta y entretiene a lo peor que hay en nosotros, esta película supone una bocanada de aire fresco y una invitación a la cordura.

Propuesta honesta e interesante del debutante director argentino Diego Rafecas al que muy marcadamente se le nota que le seducen los temas espirituales y en especial el Zen, tanto que hace cinco años fue consagrado Monje, tras un largo período de prácticas de los principios y enseñanzas del Budismo, no obstante, la película adolece de un guion consistente que no haga perderse tanto al espectador en valorar esta filosofía con valores tan antiguos como útiles para el progreso del ser humano.

Película argentina sobre las relaciones mundanas y la búsqueda de paz interior vía meditaciones y métodos clásicos ad hoc.
Pese a la premisa -de autoayuda- es entretenida y acaba en sí misma.

LO MEJOR: No adolece de esa manía del cine dramático español de querer convertir situaciones normales en dramas griegos histrionizados. La película es una suerte de "Historias de Kronen" (no es su temática sino en su eficacia) que cuenta una parábola sin demasiadas pretensiones. Recomendable para pasar aun rato amable.

LO PEOR: que podría tener más pretensiones (en la línea de buenísimo cine social made in Sudamérica) y dejarnos trastocados, en lugar de sencillamente agradados en la sobremesa. No obstante, siempre preferiremos a un director que conoce y respeta sus limitaciones en lugar de a un director mediocre que cree estar haciendo la enésima basura maestra de turno (que son los que más abundan).