Así es la vida...

Medea en un patio mejicano donde el coro griego lo representan unos mariachis dentro de un televisor retro. Técnicamente Ripstein rompe con la idea clásica de la narración cinematográfica al contar toda la historia en muy pocos planos secuencias, y generalmente usando monólogos, y siendo los personajes conscientes del espectador. Interesantísima y necesaria.

Dirigida por Arturo Ripstein ("La perdición de los hombres", 2000), se rodó en Méjico con un presupuesto de 600 mil dólares. El guión se inspira en la versión de Séneca de la figura mitológica de Medea. Ganó el FIPRESCI y el Premio del Jurado del Festival de la Habana, el premio al mejor director del Festival de Ginebra y el premio a la mejor actriz del Festival Latinoamericano. Se presentó en la sección Zabaltegui de San Sebastián. Se estrenó el 1-I-2000.

La acción tiene lugar en Méjico en 1998/99 a lo largo de algo más de un mes. Narra la historia de Julia (Aracelia Ramírez), madre de una niña y un niño de corta edad, a la que el marido, Nicolás (Luis Felipe Tovar), ha abandonado por otra más jóven. Para sacar adelante a los hijos se dedica a prestar servicios de medicina alternativa, hacer curas de todo tipo y practicar abortos, en una pieza del sótano de la casa. Mientras llora su desgracia, concibe un plan de venganza.

La película se desarrolla en forma de melodrama desaforado. Los sentimientos de desgarro de Julia, y de autoexculpación de Nicolás, se exponen mediante largos monólogos, que recurren a expresiones desmesuradas y monótonas. Los diálogos entre Julia y Adela (Patricia Reyes Spindola), su madrina, y entre Julia y Nicolás, son reiterativos y grandilocuentes. El ritmo cinematográfico y las formas de la narración fílmica se ven alterados por la artificiosidad de los monólogos y diálogos. El coro griego original es sustituído por un grupo musical popular, llamado "Anselmo Fuentes y sus muchachos", que explica con sus canciones el desarrollo de la acción. A veces se les ve en el televisor y en ocasiones acuden personalmente al plató. La estética de la casa de Julia, del casero, la Marrana (Ernesto Yáñez), y del patio de vecinos, es marcadamente lúgubre, decadente y claustrofóbica. Las paredes tienen desconchados y manchas de humedad; los muebles son arcaicos; las puertas presentan despintes y oxidaciones que denuncian años de abandono.

La música original hace uso de una bonita orquesta de viento y percusión que da profundidad a los sentimienos dramáticos del relato. Las canciones del trío vocal, con acordeón, guitarra, maracas y voz, reproducen los aires populares mejicanos. La fotografía, filmada en formato digital, resalta el predominio abrumador de los fondos y las luces de color amarillo/crema, que amplían los sentimientos de opresión. La cámara, siempre ágil, se mueve a veces en travellings de cámara subjetiva, que reproducen el punto de vista de un personaje. Abundan los planos secuencia. La interpretación apela a sobreinterpretaciones verbales, visuales y gestuales, que se mantienen, con alguna interrupción, a lo largo del metraje. La dirección construye una narración de gran deramatismo, que evita sutilezas y sacrifica la elegancia en favor de las formas propias del desagarro emocional primario y telenovelesco.

Película destinada al sector del público amante de emociones ruidosas, simples y directas.

La vida no es así, son los cabrones de cuernos retorcidos los que sí son así. Un de éstos, abandona a su mujer por la vecina más joven y cuyo padre es el dueño que renta ese patio de casas de alquiler, pero encima la señora abandonada debe desalojar la casa y perder también a los hijos que el cabrón quiere quedarse. ¿Qué mujer del mundo iba a resistir eso sin volverse loca de rabia, desesperación o lo que sea?

Se trata de una obra de teatro adaptada a filmación cinematográfica. La interpretación de Patricia Reyes, la mejor de todas. Curioso ese detalle de invocar la suerte remojando los pies descalzos en una palangana llena con monedas y billetes de dinero.

Sí, de vez en cuando me encuentro con este tipo de guiones deprimentes, machacantes, a los que son dados con alguna frecuencia las producciones mejicanas (me estoy acordando de "Amores Perros" una de las películas con mejor puntuación).

La película comienza con un buen par de monólogos interpretados por Julia (Arcelia Ramírez) y Adela (Patricia Reyes Spíndola), dos actrices que interpretan muy bien sus personajes. Otro personaje curioso es el de "La marrana" (Ernesto Yáñez) que está muy ligado al patio donde se desenvuelve la trama.

Una vez establecido el tema del film este gira entorno al mismo una y otra vez hasta su desenlace.

De acuerdo que aún hay sociedades en la que el hombre es muy necesario tanto económicamente como socialmente para la mujer, de acuerdo que hay mujeres ardidas de tal manera que no lo pueden remediar, de acuerdo que la situación de Julia no es muy agradable en ninguno de sus aspectos, pero ¿no se puede dar un rayito de esperanza a estos problemas sociales? ¿Hay que maltratarlos más aún?

En esa línea de mis preguntas me quedo con la frase de Adela: "Un dia de estos, si se pone lista, aprende a ser feliz", en contrapartida de las frases de desesperación de Julia "¿Qué hago yo? ¡No se vale!"

En definitiva creo disentir del título de la película con respecto a su final, porque la vida no es así.

Es sabido que en la literatura y el cine los temas se repiten, si la forma hace al arte, Arturo Ripstein confirma su lugar entre los maestros del cine; con maestría y estilo propio logra una especial belleza visual, difícil de plasmar ante un descarnado drama en un ambiente hostil. Es de destacar el manejo de cámara, las memorables actuaciones y la música, elementos fundamentales ante los monólogos que se suceden en el film.
Nota: Quizás cuando la protagonista en más de una escena, sumerge sus pies en una palangana con agua, Ripstein rinde homenaje a Luis Buñuel.