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El multimillonario

Musical. Comedia. Romance Un multimillonario (Yves Montand) se enamora de una estrella de Broadway (Marilyn Monroe) que protagoniza un espectáculo en el que se ridiculiza a los millonarios. Para conocerla, convence a Milton Berle, Bing Crosby y Gene Kelly (que se interpretan a sí mismos) para que lo instruyan en las artes de la comedia, la canción y el baile, con el fin de incorporarse a la compañía de teatro. La actriz cae bajo su hechizo, pero, ¿cuánto tiempo ... [+]
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
28 de abril de 2007
23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inolvidable musical para aquellos amantes de los musicales, como yo, que incluye canciones tan conocidas como "Let's make love" o "My heart belongs to daddy". Ello sin menospreciar la canción llamada "Specialisation", muy buena, donde se parodia a los personajes famosos del momento y las canciones y números de humor del resto del reparto.

En cuanto musical le doy un 9, y en cuanto a la trama de la película un 8. La película es muy entretenida y tiene sus puntos de humor. Es destacable los cameos de Gene Kelly y de Bing Crosby haciendo de ellos mismos. Marilyn está perfecta en su papel de mujer preciosa y tontorrona (su eterno papel) e Yves Montand tiene gracia en su papel de multimillonario/pobre.

No es un peliculón, y sin embargo es una película entrañable por su frescura y su simpatía. Para mí, película muy recomendable. De las mejores de Marilyn y mucho mejor que "Los caballeros las prefieren rubias".
Ana Cervantes
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25 de julio de 2009
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran Montand, cantante excepcional, auténtico líder de opinión de la gauche divine parisiense... se rindió a los placeres de la comedia hilarante, permitió que le ridiculizaran reprimiendo sus talentos para la danza y la canción, hasta entonces un actor dramático que daría mucho de sí hasta su gran final en El manantial de las colinas, su último gran protagonista; pues bien, todo esto porque estaba loco perdido por esa belleza insólita de Marilyn, más atractiva aún entrando en una madurez fascinante, con quien tuvo un breve y tormentoso romance.

Hagamos el amor, que es el auténtico título de El multimillonario es una comedia espléndida, muy Cukor, muy encantadora entre las sensuales risas de pobres pero felices cómicos y un desdichado millonario en busca de amor desinteresado.

Además les acompañan excelentes secundarios como Tony Randall, Hyde-White y Frankie Vaughn, quien al principio parece una parodia de Dean Martin y luego sorprende con personalidad propia; y Gene Kelly y Bing Crosby junto al cómico Milton Berle en divertidas apariciones.

Los números musicales en su estrecho espacio lucen muy bien porque sus brillantes canciones son de Cole Porter, nada menos... pero el otro león, Cukor, también se rindió y logró una filigrana por demás espléndida para esta Marilyn que se despediría del cine al año siguiente con su primer drama, Vidas rebeldes, y poco después se iría para siempre en trágico final.
horacio
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29 de diciembre de 2007
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sofisticada comedia romántica con enredo y gratificantes actuaciones musicales que para mi entender no dan para catalogarla dentro del género de musical. Buen y agradable ritmo con unas buenas actuaciones tanto mejor las de los actores secundarios aunque es indiscutible que la sensual presencia de Marilyn Monroe prevalece sobre todo en este tipo de comedias donde su figura es el centro de toda la historia, caso aparte es la elección de Yves Montand (actor de rostro impasible) para este tipo de papel donde parece que el género de comedia no es el más indicado por su imperturbable porte, aunque también se puede valorar desde otro ángulo que es que le aporta más verosimilitud a la diferencia social entre las dos clases en disputa. Prevalece sobretodo el buen entendimiento de todo el equipo que compone esta simpática trama ya que en todo momento mantienen un tono distentido y positivo para que todo sea amable y se vea con optimismo y dulzura.
pere adrover
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1 de febrero de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para Jean-Marc Clement, el acaudalado ascendiente de los multimillonarios Clement de Francia que se hicieran ricos a cuenta de guacas, armas, globos, mujeres ricas, torres… la vida es aparentemente perfecta, pues pareciera tenerlo todo: empresas, acciones, edificios, autos de lujo… sin faltarle las chicas con las cuales puede tener una aventurilla cada día de la semana, si se le antoja.

Uno de sus asesores, va a enterarlo de que, en la calle 14 de Greenwich Village, un modesto grupo de teatro está trabajando en el montaje de una revista, cuyo mayor propósito es ponerlo en ridículo ante la sociedad, pues piensan que lo que hace con su fortuna es vergonzoso.

Atendiendo a una sugerencia del asesor, Clement decide asistir a un ensayo de la obra. Allí se embelesa con una coqueta rubia conocida como Amanda Dell, que hace de cantante y bailarina… y pronto, el multimillonario termina convertido en un “modesto desempleado” aspirando a un papel en la revista por su ´gran parecido´ con el criticado francés, y para el caso, ha adoptado el “desconocido” nombre de Alexander Dumas… sí, el mismo del autor de “Los tres Mosqueteros”.

En uno de los más bellos roles que pudo interpretar en su vida Marilyn Monroe –y este sería prácticamente el último, puesto que, su siguiente película “Something’s got to give”, en la que aparecía de nuevo con el director George Cukor, quedó inconclusa ante el advenimiento de su misterioso deceso-, su presencia, además de magnética como la sensual estrella de la revista que se está montado, resulta ejemplarizante y conmovedora, dada la integridad, el sentido solidario y la transparencia que asume como mujer. Para Clement –y para nosotros- a una mujer así nos resulta muy fácil amarla, porque es de aquellas, sensatas y claras, que eligen a un hombre por lo que es y no por lo que tiene.

Ives Montand, hace una magnífica segunda figura –con Marilyn es muy fácil pasar a segundo plano- y como el adinerado don Juan que quiere evitar que lo pongan en ridículo, hace el ridículo durante toda la película, pretendiendo ser el comediante-cantante-bailarín de revista, que ni ayudándose de grandes como Milton Berle, Bing Crosby y Gene Kelly, consigue emerger del pozo. Gran sutileza la del director George Cukor y su guionista Norman Krasna, pues es una forma muy inteligente de salirse con la suya, jugando a los caballeros.

Otros grandes actores como Tony Randall, Wilfrid Hyde-White y Dave Burns, se convierten en fuertes pilares de esta estupenda comedia-musical, que luce muy bien dosificada, sirviendo también de reflejo para que veamos como se mueven aquellos –muy tristes seres- que se hacen a la conquista y al éxito mediante el soborno, el alto pago y/o la manipuladora influencia. Al tiempo, una bella lección de mujer adorable por dentro y por fuera, queda plasmada para satisfacción nuestra y para gloria de aquella frágil muchacha rubia, que ya pertenece a la historia del arte y a la eternidad.

Título para Latinoamérica: “LA ADORABLE PECADORA”
Luis Guillermo Cardona
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1 de marzo de 2015
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tan sólo el gran George Cukor en la dirección podía llevar a buen puerto, una obra sin pretensiones y ligera para el lucimiento de Marilyn que el Estudio intentaba explotar con cine-formula y poco riesgo, así que la película repite la figura del magnate de incognito que se enamora de una de las actrices de una compañía de teatro en la ruina. La maestría de Cukor, como su innato sentido de la medida y el buen gusto, quedan una vez más de manifiesto en esta deliciosa película, un prodigio de sensibilidad y refinamiento. Es, a parte de una de las mejores composiciones de Marilyn Monroe, un esmerado trabajo de elegancia y exquisitez.

Con música del gran Cole Porter y coreografía genial de Jack Cole. Los cameos de Bing Crosby, Gene Kelly y Milton Berle son seguramente de lo mejor, junto a las curvas poderosas y rotundas de Marilyn, lo más auténtico de una película que es toda ella artificiosidad, papel “couché”, bambalina sobre bambalina, y quizá lo único real es el aireado romance entre Marilyn Monroe e Yves Montand. Es tan misteriosa la química entre ellos cuando comparten plano que hasta resulta fácil creer que existiera realmente con las cámaras y luces apagadas, compartiendo sus inseguridades y miedos, la una porque lo suyo era crónico y no había psiquiatra en el mundo capaz de ayudarla, el otro porque era su primer papel en Hollywood.

Su interpretación en el arranque del film con el tema “My heart belong to Daddy”, ensayada durante semanas, pertenece al reino del glamur como paradigma de la verdad interpretativa, el lugar al que se llega sólo por dos caminos: por el de la sencillez innata que da el talento, y por el de la perfección técnica del que recorre cada mueca, cada entonación, cada sílaba. No faltan críticos musicales convencidos de que Marilyn podía haberse labrado una carrera como cantante y seguramente habría vendido muchos más discos que Doris Day. Hoy sabemos que Mailyn estudiaba cada noche los discos de Ella Fitzgerald. La malla negra y transparente que luce en este número musical (tantas veces recordada) semicubre el cuerpo más erótico que nunca lució, ya muy cerca de la vaporosidad de los mitos, y permite adivinar también, aunque sea bajo el velo oscuro de la incomprensión, la frustración personal de un mito.
Antonio Morales
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