La princesa de Éboli

En 1955, España intenta abrirse culturalmente al exterior a través de los rodajes cinematográficos, la productora de los hermanos Sáenz de Heredia recibe una oferta de colaboración con una empresa británica para rodar “That Lady”, adaptación de una novela de Kate O'Brien sobre la relación entre la Princesa de Éboli, Felipe II y Antonio Pérez. Lo que parecía ser un gran negocio empieza a encontrar una serie de dificultades al no encajar el enfoque histórico de la película con la ideología oficial del momento. Al final, la versión estrenada en España con el título La princesa de Éboli será una elaboración totalmente distinta a la que se verá internacionalmente, desconozco si la versión emitida en la 2 de TVE es la versión definitiva.

Corrían los años cincuenta y el Cinemascope se imponía como formato nuevo para atraer público a la gran pantalla que estaba amenazada por la aparición de los televisores en los hogares norteamericanos. Aunque este film tiene más raíces teatrales que de cine de aventuras, lo que priva es la palabra y la caracterización de personajes por encima de la acción física, hasta se permite una corrida de rejones a caballo (actúa el rejoneador Angel Peralta), seguramente una concesión al gobierno y a la más pura tradición española. Terence Young, cineasta con oficio que filmaría más tarde algunas de James Bond, se amolda perfectamente al formato con buenos encuadres y bellas panorámicas exteriores en paisajes idílicos y castillos reconocidos como el de Segovia.

“That Lady” es un melodrama pasional e histórico, de intrigas palaciegas, secretos de estado y maniobras políticas. Narra los avatares de un personaje histórico controvertido como fue la princesa de Éboli (Ana de Mendoza) encarnado por una excelente Olivia de Havilland. Según la Historia fue una de las mujeres de más talento, y se la consideró como una de las damas más hermosas de la corte española, durante el reinado de Felipe II (un sobrio Paul Scofield). Entre las teorías sobre la causa de la pérdida de su ojo derecho, la más respaldada es la que asegura que la princesa fue dañada por la punta de un florete manejado por un paje durante su infancia. Pero hay quien sostiene que quizá no fuese tuerta sino estrábica, aunque hay pocos datos que mencionen dicho defecto físico. En cualquier caso, su parche negro no restaba belleza a su rostro; su carácter altivo y su amor por el lujo se convirtieron en su mejor etiqueta de presentación, y ejerció una gran influencia en la corte. Poco que ver con la película, pues se nos presenta como una mujer noble, dulce y abnegada capaz de sacrificarse por amor.

Lo que sí parece seguro es que, una vez viuda, en 1573, sostuvo relaciones con Antonio Pérez (el galán Gilbert Rowland), secretario del rey. Antonio tenía la misma edad que ella y no se sabe realmente si lo suyo fue simplemente una cuestión de amor, de política o de búsqueda de un apoyo que le faltaba desde que muriera su marido. Estas relaciones fueron descubiertas por Juan de Escobedo, su rival y opositor político secretario de Juan de Austria, el hijo natural del rey Carlos I de España, quien además mantenía contactos con los rebeldes de los Países Bajos Españoles. La película navega entre realidad y ficción histórica para ofrecernos un entretenimiento ameno al estilo de Hollywood, aunque era una co-producción hispano-inglesa rodada en España. Cuenta con un excelente equipo técnico y artístico, buena ambientación, la fotografía del maestro Krasker y la música del inglés Addison con aromas de folclore y guitarra española. Gracias por atender un puñado de pareceres.

Elegante film de época, bien ambientada e interpretada.
Se ha dicho de ella que no era buena, pero a mi me ha parecido bien narrada, con estupendos y muy cuidados diálogos y una dirección artística y ambientación verdaderamente logradas.
La película es cierto que va de más a menos, pero nunca deja de interesar, pese al sentimentalismo de los últimos minutos. Pero hasta esos momentos, que tampoco molestan lo más mínimo, se ha visto una interesante historia, bien llevada por Terence Young, que años después despuntaría al realizar films de la saga Bond, James Bond.
Este film significó el debut en el cine del Gran Paul Scofield, que venía del teatro y logró una nominación a los Baftas.

http://filmsencajatonta.blogspot.com.es/2006/10/princesa-de-boli-la-that-lady-espaa.html

Contemplé esta co-producción con España en aquellos primeros años en los que nos deslumbraba el Cinemascope. Fue un amezcla entre la gran novedad que suponía ese formato panorámico y la buena ambientación de este film con la influencia inglesa y su director Terence Young. Pero no era esto solo, pues las copias estrenadas entonces, en lo cines preparados para ello, contenía también el sonido estereofónico magnético en cuatro pistas, sistema de sonido desconocido hasta hacia poco con las primeras películas en Cinemascope del cine norteamericano,ya que entonces el Stéreo no se sabía lo que era y más en un cine. Todo influyó, y la magnífica presencia de Olivia de Havilland redondearon la película para pasar un rato deslumbrante.
Hoy día, después de los máximos adelantos técnicos del Cine en todos los aspectos y vista por TV no nos dice mucho, pues el paso del tiempo es irresistible y solo queda para, los que lo vivimos, el recuerdo de una maravilloso e ilusionante época llena de atractivos en la gran historia del Cine.

Los galanteos, los amoríos, también los amores, las intrigas, el trasunto bélico y los lances palaciegos en la corte del rey Felipe II llegan a la pantalla como las notas elegantes de un arpa bien afinada.
La trama está urdida con ingenio, los personajes bien definidos, su perfil psicológico se muestra sin ambages y el desarrollo argumental compone una incómoda peripecia de la que queda constancia en los libros de Historia.
La interpretación resulta convincente, la ambientación es magnífica y la estructura de la película presenta los rasgos de solemnidad que la ocasión requiere.
T. Young mantiene un clima de tensión permanente y en el patio de butacas se instala el deseo de no querer abandonar la sala de proyección.