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El niño de barro

Thriller. Drama En 1912, en Buenos Aires, una serie de niños son asesinados de manera brutal. Mateo, un niño de diez años, oculta que en sus pesadillas es testigo de los crímenes, pero, cuando la policía lo descubre, se convierte en el principal sospechoso. (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
17 de mayo de 2007
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
El niño de Barro es una curiosa e intrigante muestra de cine de intriga, que parte de un punto de partrida interesante y difícil: A principios del pasado una serie de asesinatos asolaron la ciudad de Buenos Aires, pero el dato más escabroso no es el asesinato en sí, sino la crueldad con las que estaban ejecutados y el hecho de que todas las víctimas fuesen... niños.
La película esquiva con acierto la morbosidad a la hora de mostrar los crímenes y las víctimas, pero no escatima en violencia, lo que en ocasiones la hace algo difícil de ver sobre todo por la edad de las víctimas.
Si a alguien hay que agradecerle esa virtud es sin lugar a dudas a su director, que consigue hacer intrigante lo cotidiano y convertir la violecia en algo habitual. Además, en muchos de los planos demuestra que desde luego sabe como poner y mover la camara, gracias a bellísimas fotos fijas e Hipnóticos travellings o cambios de estilo de cámara (las escenas oníricas). Su labor es con diferencia lo mejor de una cinta desigual en algunos factores, ya que por ejemplo no consigue dotar de un desarrollo esencial a sus personajes, por lo que sus actos en ocasiones parecen forzados y sus decisiones poco creibles. Tampoco lo hace en la mezcla entre thriller histórico y sobrenatural, ya que ambas partes no parecen quedar bien enmarcadas. Sin embargo la atmósfera cláscia y sin embargo decadente del filme y sus excelentes intérpretes levantan el interés del filme de princio a fin.
Maribel Verdú resuelve con acierto un sufrido papel llevando de nuevo consigo el añadido del acento, los secundarios están todos más que correctos en sus papeles, pero destacan ante todo los dos jóvenes argentinos que ejercen de factor central de la función: Juan Ciancio como el protagonista, en una interpretación sensible y atromentada y Abel Ayala como ambiguo joven en un difícil papel resuelto de manera creíble y profesional.
jaly
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11 de agosto de 2008
30 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Su inicio ya es una advertencia: Al ser una historia sobre un chaval que prevee o vive acontecimientos de un modo especial, el film estará plagado de flashbacks (o el nombre que se le quiera poner en este caso a susodicho recurso) durante buena parte de metraje, vengan o no vengan a cuento, dependiendo del talento que tenga el director para hacer avanzar su historia sin necesidad de mostrar la correlación de los "sueños" del niño con los asesinatos. Y así es, asesinato por sueño, y es que... o tienes talento, o hundes tus propias expectativas.

La historia, pese a estar basada en hechos reales -y haciendo la conclusión a un lado- no es nada nuevo o que no hayamos visto bastantes veces, incluso demasiadas, diría yo, pero se quiere apoyar en unas relaciones entre personajes que resultan o nimias o exasperantes. Porque papeles como el de Octavio o el de su compañero, sobran y mucho, por resultar específicamente maniqueístas y extremados, cosa que termina irritando al personal. Porque los encuentros entre Estela y el comisario están tan poco cuidados, que te da igual. Porque la relación madre-hijo es tan arquetípica que termina agotando. Y, sobretodo, porque no hallamos un ápice de dramatismo en toda la cinta que nos indique a qué acogernos durante ese final que, sí, podrá ser interesante, pero visto lo visto, a nadie le importa un pimiento.

Para colmo, los diálogos son anodinos y, en ocasiones, demasiado lelos para ser tomados en serio ("Nadie podría preparar una coartada así" "Nadie, excepto un retrasado o un niño", demencial, señores, demencial como poco), el niño-actor este no sólo debería dar clases de interpretación, sino también de dicción... (porque si encima que eres argentino -no es que tenga nada en contra de ellos, pero a veces me cuesta cazar lo que dicen-, hablas como si tuvieras una pelota de tenis en la boca, mal vamos, chato) y la conclusión es tan aparentemente cruenta, pero con tan poco contenido, que todo te termina dando igual, y aunque Maribel Verdú enseñe cacho -casi nada, en esta ocasión-, ya has olvidado media peli antes de terminarla. Una ful.
Grandine
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22 de mayo de 2007
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante, entretenida e intrigante esta co-producción hispano-argentina.
Sus tintes de “thriller sobrenatural” no parecen casar con el rótulo inicial de “basado en hechos reales”. De todos modos, su trabajado componente costumbrista le confiere verosimilitud.
Por otro lado, hace gala de esa corrección anestésica que suaviza la tremenda dureza del relato. Sin embargo, en su parte final te da tal bofetón que te despierta de esa cierta contención para dejarte hecho polvo.
Digamos que se queda a medio camino entre las indigestas sordideces infantiles de Agustí Villaronga, y el más digerible y comercial “en ocasiones veo muertos” de Shyamalan.
Maribel Verdú vuelve a brillar, tras “El laberinto del Fauno”, en un papel de sencilla mujer de clase baja (y yo que en principio pensaba que no le iban estos papeles…)
Sahar
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3 de diciembre de 2009
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
De El niño de barro quiero quedarme con esa atmósfera tan autoral, sobre todo desconociendo a Algora y sus motivos o intereses. Pero es que detrás de esta obra interesante aunque fallida todo el tiempo tuve la sensación de estar viviendo una experiencia "de época" como muchos otros directores no me han sabido transmitir.

Ambientada en el Buenos Aires de 1910, la verdad que el vestuario es magnífico, la fotografía con esos tonos ocres dotan a la obra de una transpiración lúgubre, tan espesa como elegante. Podría llegar a afirmar que la obra se encuadra dentro del cuento policial con tintes fantásticos, pero no el policial básico de seguir las pistas que el guión despide a su paso, no, me refiero al viejo cuento policial de guapos, tanto en actitud como en mentalidad. Y allí es donde quiero detenerme: Toda la superficie "de época" no serviría de mucho si todo este mundo expresado en una hora y media no se doblegara ante una forma de pensar y de sentir, muy distintas a las de ahora. Los detectives siguiendo augurios, pálpitos, señales de un mundo arcaico no invadido aún por las severas disciplinas científicas que enterraron diversos pensamientos mágicos. Allí es donde la obra cobra fuerza, vigor y sostén.
Por otro lado, dicho mundo se halla demasiado empalagado de sub tramas, algunas de ellas realmente innecesarias que empañan la obra desde la perspectiva de un producto compacto. existen, a mi gusto, demasiados personajes: sobra gente, trama y guión, que estiran como un chicle a una historia que pudo haberse decantado con menos elementos.
Juan Rúas
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11 de febrero de 2008
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que reconocer que para tratarse de una película española (o coproducción con argentina, no lo tengo muy claro) es realmente atrevida: mezcla una historia de policías y asesinatos en serie en la Buenos Aires de principios de siglo, con niños que ven muertos y abusos sexuales a menores. Esa valentía es su principal punto fuerte, porque se consigue una historia entretenida en la que se termina perdonando la inocencia (cutrez) con la que se han rodado algunas (muchas) escenas.

Las interpretaciones son desiguales. El niño argentino protagonista es tan poco creíble como cualquier niño español, pero su acento lo vuelve más empalagosamente repelente. Los actores argentinos parecen formar parte de una obra de teatro, más de que de una película y aunque a los que escriben críticas se les hace el culo gaseosa cuando hablan de Maribel Verdú, para mí hace de lo mismo (con la misma escasa credibilidad) que en "El Laberinto del Fauno".

Ni buena ni mala. Decente, para lo que suelen ser las películas que empiezan con 2 minutos de agradecimientos a los ministerios/consejerías que las subvencionan. De hecho, no me duele la parte de mis impuestos que ha ido a parar aquí.
OsitoF
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