Enrique IV
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Drama
En una fiesta de disfraces, un hombre disfrazado de Enrique IV de Alemania, se cae del caballo y se golpea la cabeza. Eso le provoca graves lesiones y desequilibrios mentales que lo llevan a creer que es realmente el rey... Drama basado en una obra del escritor siciliano Luigi Pirandello. (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquel hombre tenía fama de ser un gran declamador y un gran actor. Cierto día, casi dos décadas atrás, con su grupo de amigos organizó una cabalgata en la cual, cada uno, debía ir vestido como un emperador, un rey o un príncipe, mientras que sus damas harían de emperatriz, reina o princesa. Fue una idea que se le ocurrió a Tito Belcredi y, cuando aquel reconocido actor supo que la mujer que lo atraía quería representar a Matilde, duquesa de Toscana, él se animó a ser, Enrique IV de Alemania, para poder estar muy cerca suyo… pero, cuando la cabalgata avanzaba y jugueteaban entre ellos, Enrique se cae, se golpea la cabeza… y ahora, casi dos décadas después, sigue creyendo que es el rey del Sacro Imperio Romano Germánico y vive en una suerte de palacio donde todo el mundo sigue su juego, hasta que llega Matilde con un médico, su hija Frida y un par de amigos -Belcredi y Di Nolli- con quienes espera hacer la forma de sacar a Enrique de su rezago histórico.
En versión libre, la obra, “Enrico IV”, que, Luigi Pirandello, escribiera en 1922, es la base para esta película con la que el director, Marco Bellocchio (quien escribiera el guion en colaboración con Tonino Guerra), se propone ilustrar su interpretación de la locura dejando el interrogante de ¿Quiénes son más locos: los que tratan a los creen locos o aquellos a los que locos llaman?
Con un cierto aire de comedia bufa; en una muy buena ambientación; y con muy gratas interpretaciones, la historia de este imaginario, Heinrich IV, se mofa también de las monarquías y de la psiquiatría, y con una muy buena banda sonora compuesta por el argentino, Astor Piazzola, desenvuelve un ambiente palaciego con evidentes toques teatrales y una atmósfera de sátira debidamente plantada.
Nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes, <<ENRIQUE IV>>, es protagonizada por Marcello Mastroianni, quien logra una muy buena caricatura de ese rey que gobernó a Alemania, entre 1056 y 1105, cuando tuvo que abdicar del trono, y quien asumió como mortal enemigo al papa Gregorio XII, lo que le valdría un par de excomuniones (¿No bastaba con una? Algo así como cuando condenan a un hombre de 50 años a ¡doscientos años de cárcel!).
Claudia Cardinale, vuelve a reunirse por cuarta vez con su antiguo coprotagonista de, “Il Bell’ Antonio”, “8 1/2” y “La Pelle”, y es aquí la mujer que se duele de haber despreciado al hombre que la amaba; y el veterano, Leopoldo Trieste, es el médico cuya labor como profesional dejará mucho que desear, pues, mientras él analiza, está siendo analizado.
Los aportes que, Bellocchio, hace a la obra de Pirandello (la eficaz recreación de la secuencia de la cabalgata; el arrebato destructivo de Enrique IV; su acercamiento malintencionado a Frida bastante sugerente… y la original manera de cerrar la historia permitiendo al menos un par de lecturas, son bastante atinados, pues, hace la historia mucho más fluida e ilustrativa; también da mayor realce a los personajes (concede un buen espacio al Enrique IV joven en su relación con Matilda; convierte en músicos a los consejeros secretos del rey) e incrementa los posibles significados.
<<ENRIQUE IV>>, es otro punto a favor en la amplia filmografía de Marco Bellocchio.
En versión libre, la obra, “Enrico IV”, que, Luigi Pirandello, escribiera en 1922, es la base para esta película con la que el director, Marco Bellocchio (quien escribiera el guion en colaboración con Tonino Guerra), se propone ilustrar su interpretación de la locura dejando el interrogante de ¿Quiénes son más locos: los que tratan a los creen locos o aquellos a los que locos llaman?
Con un cierto aire de comedia bufa; en una muy buena ambientación; y con muy gratas interpretaciones, la historia de este imaginario, Heinrich IV, se mofa también de las monarquías y de la psiquiatría, y con una muy buena banda sonora compuesta por el argentino, Astor Piazzola, desenvuelve un ambiente palaciego con evidentes toques teatrales y una atmósfera de sátira debidamente plantada.
Nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes, <<ENRIQUE IV>>, es protagonizada por Marcello Mastroianni, quien logra una muy buena caricatura de ese rey que gobernó a Alemania, entre 1056 y 1105, cuando tuvo que abdicar del trono, y quien asumió como mortal enemigo al papa Gregorio XII, lo que le valdría un par de excomuniones (¿No bastaba con una? Algo así como cuando condenan a un hombre de 50 años a ¡doscientos años de cárcel!).
Claudia Cardinale, vuelve a reunirse por cuarta vez con su antiguo coprotagonista de, “Il Bell’ Antonio”, “8 1/2” y “La Pelle”, y es aquí la mujer que se duele de haber despreciado al hombre que la amaba; y el veterano, Leopoldo Trieste, es el médico cuya labor como profesional dejará mucho que desear, pues, mientras él analiza, está siendo analizado.
Los aportes que, Bellocchio, hace a la obra de Pirandello (la eficaz recreación de la secuencia de la cabalgata; el arrebato destructivo de Enrique IV; su acercamiento malintencionado a Frida bastante sugerente… y la original manera de cerrar la historia permitiendo al menos un par de lecturas, son bastante atinados, pues, hace la historia mucho más fluida e ilustrativa; también da mayor realce a los personajes (concede un buen espacio al Enrique IV joven en su relación con Matilda; convierte en músicos a los consejeros secretos del rey) e incrementa los posibles significados.
<<ENRIQUE IV>>, es otro punto a favor en la amplia filmografía de Marco Bellocchio.
12 de octubre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Enrico IV" es la adaptación cinematográfica del director italiano Marco Bellocchio de la obra de teatro del mismo título de Luigi Pirandello. La obra se sustenta en la portentosa interpretación de Marcello Mastroianni que da vida a un aristócrata moderno que se disfraza de Enrique IV durante la celebración de un concurso medieval y se cae de su caballo golpeando su cabeza. La caída le provoca graves lesiones que le hacen perder la razón y le llevan a creer que es Enrique IV, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en el siglo XI. Para evitarle más sufrimiento sus seres queridos deciden recluirle en su castillo y contratan a unas personas para que representen el papel de cortesanos de la época y le sirvan como si de un rey verdadero se tratase. Al cabo de veinte años un grupo de amigos y familiares dirigidos por un psiquiatra deciden intentar una terapia de choque para intentar curarle y las consecuencias serán bastante sorprendentes.
La película, concebida como un juego, se mueve entre la realidad y la ilusión, la cordura y la locura, la actuación y la existencia, la identidad y el disfraz, intentando generar emociones y dudas en el espectador sobre lo que es verdadero y falso. De esta manera sentimos pena porque el aristócrata no pueda saborear la vida real y deba mantenerse recluido de esta manera ficticia. Su situación ocasionalmente recuerda a la de Truman en "The Truman Show", en el que Jim Carrey también parecía feliz, pero en realidad fue engañado en un mundo construido y finalmente quiso salir de esa armadura. Por otra parte el espectador tiene la sensación de que no debería ser tan malo ser tratado como un rey todos los días, con masajes diarios, ropa hermosa y lacayos que hacen todo el trabajo por ti. Pero a pesar de todas estas personas a su alrededor, "Enrico" se siente muy solo y no es feliz.. Al mismo tiempo, es bastante conmovedor ver cómo todos a su alrededor mantienen este juego para darle una existencia aparentemente digna. Y entonces uno se pregunta: ¿qué realidad es más penosa?, ¿la de la persona que está engañada pero no es consciente de ello (o eso parece), o la de las personas que tienen que realizar una obra de teatro día tras día sabiendo que una vida "real" y diferente está sucediendo fuera de los muros del palacio?.
El film plantea otros temas que no por menores son menos interesantes, como la identidad, el poder, la solidaridad, la realidad versus realidad aparente y los roles de juego en la sociedad.
Sin Mastroianni la película resultaría bastante dispersa y excesivamente teatral pero el genial actor italiano compone un personaje fascinante que te mantiene en vilo en todo momento.
La película, concebida como un juego, se mueve entre la realidad y la ilusión, la cordura y la locura, la actuación y la existencia, la identidad y el disfraz, intentando generar emociones y dudas en el espectador sobre lo que es verdadero y falso. De esta manera sentimos pena porque el aristócrata no pueda saborear la vida real y deba mantenerse recluido de esta manera ficticia. Su situación ocasionalmente recuerda a la de Truman en "The Truman Show", en el que Jim Carrey también parecía feliz, pero en realidad fue engañado en un mundo construido y finalmente quiso salir de esa armadura. Por otra parte el espectador tiene la sensación de que no debería ser tan malo ser tratado como un rey todos los días, con masajes diarios, ropa hermosa y lacayos que hacen todo el trabajo por ti. Pero a pesar de todas estas personas a su alrededor, "Enrico" se siente muy solo y no es feliz.. Al mismo tiempo, es bastante conmovedor ver cómo todos a su alrededor mantienen este juego para darle una existencia aparentemente digna. Y entonces uno se pregunta: ¿qué realidad es más penosa?, ¿la de la persona que está engañada pero no es consciente de ello (o eso parece), o la de las personas que tienen que realizar una obra de teatro día tras día sabiendo que una vida "real" y diferente está sucediendo fuera de los muros del palacio?.
El film plantea otros temas que no por menores son menos interesantes, como la identidad, el poder, la solidaridad, la realidad versus realidad aparente y los roles de juego en la sociedad.
Sin Mastroianni la película resultaría bastante dispersa y excesivamente teatral pero el genial actor italiano compone un personaje fascinante que te mantiene en vilo en todo momento.
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