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Voy, le mato y vuelvo

Western Un grupo de bandidos asalta un tren robando un millón de dolares en oro. Cuando el líder se escapa con el botín es perseguido por un caza-recompensas, un banquero y un bandido solitario. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
26 de febrero de 2008
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la primera película de una trilogía que Castellari realizó a partir de la idea inicial de "El Bueno, el Feo y el Malo", que trata sobre la búsqueda del oro, aunque cada una de las partes las enfocó de formas variadas. En esta, reduce un poco la violencia, solo un poco, y da paso a unos momentos de humor que le sientan muy bien a la cinta en general. Como es normal, no llega a los niveles de Leone, pero no hay que desmerecer en nada este buen SW.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Julio_Alberto
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29 de junio de 2022
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A medio camino entre El bueno, el feo y el malo (los tres aventureros tras el tesoro) y Le llamaban Trinidad (los puñetazos, la música, cierto sentido del humor ingenuo).

Reduce los niveles de suciedad y violencia significativamente y perfila a unos protagonistas que, lejos de ser tipos entre despreciables y odiosos, como ocurria en The good, The bad and The Ugly, son aventureros simpáticos, más pícaros que malvados.

Se echa de menos la música de Morricone, el estilo barroco, ampuloso, recargado, hiperplanificado de Leone y los actores más carismáticos, pero constituye un entretenimiento bastante amable y efectivo.
Lord Gentleman
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8 de abril de 2024
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Almería en todos sus paisajes sirvió de escenario a una especie de parodia de 'El bueno, el feo y el malo' (Atención a la secuencia inicial) que sorprende al principio y aburre en seguida, cuando empezamos a notar que el guion se escribió en dos fines de semana, o quizás uno. Todas las constantes del Spagetti western están presentes, incluyendo el reparto internacional de caras guapas, la chica con pelazo-peluca, los disparos en ensordecedor estéreo, el tren asaltado, las monedas de oro, etc, etc, pero resueltas sin especial mérito. Hasta la consabida música-imitación-de-Morricone se revela insustancial.
Ojka
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10 de junio de 2009
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de la extraordinaria trilogía del dólar de Sergio Leone empezaron a salirse imitadores en su país a puñados buscando éxito y fortuna. No hace falta que explique que no solamente no lo logró ninguno, sino que la mayor parte de ellos hicieron un cine ínfimo. Uno de los más desafortunados fue Enzo G. Castellari, que quiso también traernos su trilogía plagiando lo que pudo del maestro Leone.

“Voy, le mato y vuelvo” fue la primera de ellas, que es bastante mala, luego vino “Siete Winchester para una matanza” que es malísima, y la tercera no recuerdo ni el título pero era nefasta.

Lo peor de todo, es que ni siquiera es una película barata, es casi serie alta en cuanto a presupuesto en el SW, y sin embargo su calidad es muy baja porque no se cuida el guión, y sin guión no hay película, en Italia o en Pernambuco, así de simple.

Esta es la típica fotocopia, pero en blanco y negro, sin tinta de calidad, en papel reciclado y el resultado no puede ser otro que el suspenso.
vircenguetorix
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4 de julio de 2009
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un bodriete cuya importancia histórica dentro del género es inversamente proporcional a su calidad cinematográfica. Atesora el merito (¿?) de ser el primer título abiertamente paródico y autorreferencial del género (ejemplar su secuencia pre-créditos con Hilton apiolando sin respeto alguno a unos sosias sandungueros de Van Cleef, Eastwood y Nero), prefigurando así el giro hacia la comedia bufa (ya están aquí las incruentas peleas con la mano abierta) que pronto daría el “SW”. El asunto esta en las peripecias y engañifas alrededor de un medallón que señala el lugar donde se esconde el botín de un asalto a un tren, tras el que pugnan un empleado del banco tirando a saltarín (el guaperas Edd Byrnes), un mugriento cazarrecompensas listo como el solo (el uruguayo George Hilton dando pena) y un bandido mejicano apodado “Monedero” (sic.) al que da vida el inmarchitable figurín Gilbert Roland, superviviente del mudo que seguía derrochando carisma y percha. El resultado es un batiburrillo sin gracia ni mayor estilo del que apenas se pueden rescatar un par de buenas ideas de puesta en escena (la mejor aquella en la que Byrnes derrama un vaso de vino sobre la mesa para ver el reflejo de quien le acecha a sus espaldas) y que carece del nervio habitual de un director con buenos títulos tanto en el “poliziesco” como en el “SW”, donde firmó obras notables, como la trepidante “Mátalos y vuelve” o la bestialmente medieval “Keoma”.
Adrián Esbilla
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