Marisa en los bosques

La Crisis de los treinta

La trayectoria teatral de Antonio Morales se entrevé en todo momento en su ópera prima, Marisa en los Bosques, un drama con toques cómico-trágicos que reflexiona alrededor de la crisis de los treinta de una generación golpeada por la crisis económica y una pérdida de identidad cultural. De la mano de Marisa (Patricia Jordá), Morales nos adentra hacia esa generación entristecida y falta de motivación, que también vimos en la recién estrenada “Les Distàncies” (“Las Distancias“), de Elena Trapé, aunque salvando las distancias –nunca más bien dicho- y los escenarios.

Aunque remarquemos una vez más el toque teatral de la cinta, no sólo por la vinculación de la misma protagonista con el mundo del teatro, sino por la estética de algunos espacios y el tratamiento de los personajes (cabe remarcar que el reparto está formado por nombres habituales de la cartelera teatral madrileña), estamos delante de una obra que lleva consigo algunos de los mejores aspectos del cine de autor. Los diálogos profundos, los toques intelectuales y la reflexión sobre el sentido de la vida son los ejemplos que más bien exponen la huella de Morales en el film, todos ellos envueltos con un humor inteligente y puntiagudo.

Ligeros desvíos sin perder la dirección

Pese a que esta buena dirección se mantiene en la mayor parte de la obra, en algunos momentos hay la sensación de que el relato se desvía ligeramente de su trayecto, derivando hacia situaciones irrelevantes e incluso absurdas, sin significado. Solo salvaríamos estas incomodas escenas entendiendo que el autor las contempla como estrictamente necesarias para entender el sentido general del relato. Entonces sería criticable esta absoluta confianza depositada en el espectador, dando por supuesto que entiende todo aquello que propone de la forma que sea.

Bien es cierto que lo que plantea, pese a estos desvíos, queda claro des del comienzo de la obra. La ya comentada crisis de los treinta, una crisis que funciona a muchos niveles, es el eje del relato, pero la forma de encararlo aporta originalidad gracias a estos personajes secundarios que rodean a Marisa, comenzando por Mina (Aida de la Cruz). Gracias a la búsqueda de una solución para su amiga, Marisa se encuentra con otros personajes con similares problemas e inquietudes, aspecto que recubre de complejidad el film, punto meritorio si recordamos que estamos delante de una ópera prima de un autor que se ha encargado del guion y la dirección.

Conclusión

Marisa en los Bosques es una obra interesante tanto en sus formas como en su mensaje, pese a estar todavía muy ligada a cánones demasiado teatrales que entorpecen el ejercicio cinematográfico en sí. Aun así, aporta una bocanada de aire fresco a la cartelera, que sale del ya tradicional parón veraniego, y deposita otro voto de confianza en éste resurgimiento del cine de autor español que viene dándose los últimos años.

Escrito por Ferrán Calvet González
https://cinemagavia.es/pelicula-critica-marisa-en-los-bosques/

Marisa en los bosques narra la historia de Marisa, una treintañera que vive en la capital española y trabaja como dramaturga pero no se encuentra del todo satisfecha con la vida que lleva, aunque prefiere desentenderse del tema y continuar su vida como si nada ocurriera, pero mientras Marisa intenta ayudar a su mejor amiga a superar una ruptura amorosa y posterior depresión, irá descubriendo el panorama complejo y dramático de su entorno empezando entonces a reflexionar sobre su vida, detalle que dará lugar a un viaje un tanto onírico y surrealista. Estamos ante una comedia dramática de puesta en escena teatral, de diálogos extensos pero interesantes y precisos, con buen acompañamiento musical. Su singular narrativa apunta al realismo mágico y emana cierto aire poético.

A ratos y salvando las distancias, la ópera prima de Antonio Morales recuerda un poco a Los ilusos de Jonás Trueba, quizás, porque ambas obras transcurren en la misma ciudad (Madrid) y muestran en sus fotogramas cinefilia y amor por el arte, con una mirada que se debate entre el pesimismo y el optimismo de una juventud desencantada que resiste a la idea de rendirse. A pesar de que Marisa en los bosques tiene algunos momentos irregulares que restan ritmo al relato, el film guarda cierta singularidad en sus fotogramas y tiene personajes que irradian simpatía y un plantel de actores que ofrecen un trabajo bastante correcto, entre los que destaca la interpretación protagónica de Patricia Jordá. En resumen, estamos ante una ópera prima muy curiosa y agradable que gustará sobre todo a los habituales del cine indie español de historias sencillas pero interesantes. Sin duda, merece la pena el visionado.

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Una película profundamente libre y alejada de hacer "lo que toca", es decir, de la corrección política imperante en nuestros días de falsas máscaras. Tragicomedia donde ambas cuestiones, el drama y la risa, son naturales y cercanas a las nuestras. Arranca con fuerza y originalidad, tanta que, en algunos momentos posteriores no está a su propia altura. Pero se recupera para poder ser considerada un icono del cine del autor actual.

El almeriense Antonio Morales produce, dirige y es el responsable del guion de esta interesante película española que se presentó el año pasado en el festival de cine de Sevilla en la sección resistencias, y que desde ese momento se ha ido proyectando en diferentes festivales de nuestro país, como el D´A de Barcelona y el de Alicante, en este último fue elegida por el público como la mejor película.
El director se ha basado en su propio universo en el mundo del teatro en Madrid, en donde lleva trabajando muchos años con obras de teatro pequeñas y ha contado con un reparto con rostros que él conoce muy bien de esos escenarios madrileños y que son desconocidos para el gran público. La película está protagonizada por Patricia Jordá que también debuta en un trabajo cinematográfico, y está magnífica como Marisa, una actriz que está en una compañía de teatro y que preparan una obra, pero que se siente insegura en su aspecto artístico y en el personal, ya que no funcionan sus relaciones románticas y aunque tiene bastantes amistades no termina de confiar en alguien, excepto en Mina, que es su gran amiga y apoyo, hasta que la dureza de la vida misma da un giro inesperado que hará que la protagonista se hunda de manera definitiva e inicie un camino de destrucción que la llevará a un lugar de tranquilidad, el bosque como indica el título de la película.

Se nota el amor del director por el mundo de las artes escénicas y su conocimiento de esos submundos tan difíciles de gente desconocida que tiene que luchar mucho para ganarse la vida, pero también hay varios homenajes al mundo del séptimo arte, destacando una escena con el visionado de una película muda, de la que no estoy seguro del título, pero que podría ser " Avaricia " dirigida por Eric von Stroheim.
Aunque la historia es bastante irregular tiene unos momentos interesantes y va de menos a más hasta cerrar la historia bastante bien, y tiene como otros elementos positivos, además de la citada interpretación de Patricia Jordá en el papel de Marisa, la de Aida de la Cruz como su amiga Mina y una banda sonora suave y clásica que acompaña muy bien en todo momento. Además hay un buen retrato del centro de Madrid, con sus locales nocturnos y sitios de interés cultural. También hay otra escena, quizás la más llamativa a nivel dramático que termina con Marisa atravesando el Paseo de la Castellana lleno de gente que están celebrando la fiesta del orgullo gay.
Recomendable a los aficionados a esas pequeñas películas españolas o europeas que ofrecen una visión diferente a la habitual del mundo del artista y los escenarios de una gran ciudad.

LO MEJOR: La actuación de Patricia Jordá y la sinceridad de los personajes.
LO PEOR: Pierde el interés en la parte final.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net

Contar historias siempre tiene su dosis de fantasía, es por ello que Marisa, no carece de ella; tener la capacidad de contar historias, tal y como se hace en Marisa en los bosques, sin embargo, no es algo que todos son capaces de hacer.

Marisa tiene el sabor de las pequeñas cosas que hacen la vida maravillosa. Captura Madrid como el perfecto escenario en donde no necesitas no estar despierto para poder soñar. Marisa tiene la risa y tiene el llanto. Tiene el reflejo de esos amigos que siempre están ahí, cómplices de otras historias y que necesitan a veces, tanto o más que nadie, el hada, el bosque y la despedida oportuna en su propio cuento.

Marisa puede ser la historia de cualquiera, (la mía incluso), pero cualquiera no hubiera podido contar su historia de una forma tan especial como si fuera una historia auténticamente única. Gracias por tanta magia a quienes han hecho y son Marisa.