Leprechaun 5: La maldición

«Ain't nothin' but a hip-hop thing.
Business in the hood.»

Es otra de esas películas que marcaron mis primeros años de vida. Recuerdo vivídamente aún esa sensación de angustia que iba in crescendo a lo largo del metraje, mezclada con el estupor que me causaban el duende, el gore, los ojos verde brillante, las luces parpadeantes que aparecían en los momentos clímax...

La he vuelto a ver, y, aunque al principio me costó tomármela en serio a causa del estilo descaradamente chulo del personaje al que interpreta Ice-T (una risa), entre otros detalles como la mala actuación de los personajes no relevantes, en cuanto salió Postmaster P., a quien siempre he recordado y recordaré como Correo P. (porque así es cómo le llamaron en el doblaje que hicieron cuando la vi de niña), la película ganó enteros. Volví a sentir exactamente lo mismo que sentí de niña. Anthony Montgomery, un gran actor por desgracia muy infravalorado, a quien le recuerdo perfectamente de la serie "Popular" —donde también hizo un gran papelón como novio de la protagonista morena—, consigue transmitir toda la humanidad y seriedad que "Leprechaun: In the Hood" necesita para no ser considerada una basura absoluta.

Representa en su bello e hierático rostro la decadencia moral a la que se ve arrastrada junto con sus amigos y compañeros raperos. Unos tipos con buenas intenciones, que querían escalar hasta lo más alto siguiendo el camino del Bien. Dice las frases que debe decir, con mucho sentimiento: un buen ejemplo es la que he puesto al principio de la crítica. Esa frase la dice un amigo de Correo P. antes del nudo de la película; y la vuelve a decir el propio Correo P. cuando, tristemente, se ve obligado a asumir que es imposible seguir los ideales. Si no se te parte el corazón, es que no has entendido nada o no tienes alma.

La ambientación, la iluminación, el decorado... para mí, son casi perfectos. Todo va en sintonía con las emociones de los personajes principales, predominando las de los "buenos" si aparecen varios a la vez. Cuando Leprechaun aparece, siempre le vemos en penumbras: es un ser maligno. Correo P. y sus amigos, Stray Bullet y Butch, viven a la luz del día al comienzo de la película. Son buenos chicos, están en la senda correcta. Pero a medida que van cuesta abajo, empiezan a rodearse de oscuridad y tinieblas. Sólo focos de luz les iluminan a veces para enfatizar ciertos sentimientos.*

En resumen, una película mucho más poderosa de lo que a primera vista podría parecer. Con un guión quizás no muy brillante, pero indudablemente muy bien llevado a cabo. Con personajes que no te dejan indiferente: o los odias o los amas. Y, sobre todo, un duende maligno que acojona más por su desalmada psicopatía que por las carnicerías en sí que realiza.

Inolvidable.

Me van a decir que estoy loco, pero me lo pasé pipa con este inmundo pequeñajo fomentando el rap. Sus aficiones peculiares por fumar petardos y tirarse a las chavalas es para mí demoledoramente cómico. Que le guste a la gente o no es otra historia.

Tras tantas entregas consecutivas, hubo que esperar el mismo lapso de tiempo que entre la primera y la cuarta para volver a ver al leprechaun haciendo de las suyas una vez más. Y en esta ocasión con un renovado cambio de ambientación mucho más único que otras veces.

Y es que, en efecto, el paso del siniestro duende por los bajos fondos de un barrio afroamericano es una idea que suena muy bien. Para contar esa historia, la película se vale de tres personajes principales a los que el argumento da más importancia de lo que nunca haya tenido cualquier protagonista de la saga. Y sí, son mejores que el resto, pero no suficiente como para sostener un argumento que incluso se permite algunos intentos de drama. Sus papeles no están especialmente bien escritos, así que por muchos minutos que se les dé en pantalla, no terminan de funcionar. Es de agradecer el intento por ir un paso más allá sin dejar el humor de lado, pero al no estar bien ejecutado, acaba lastrando el desarrollo de la cinta.

Así pues, el papel del leprechaun en el film sufre también de varias alteraciones. Ya no es el protagonista de la función en la misma medida que antaño; es más, le faltan más apariciones y protagonismo en general. Y no es sólo eso, sino que su personalidad también parece haber cambiado un poco. Es menos hablador que antes y no parece estar disfrutando tanto de las fechorías que protagoniza, como si se le intentara convertir en un villano más oscuro en consonancia con el tono algo más serio del argumento. Como es de imaginar, esto no casa con el personaje y es una forma de dañar lo que le hacía tan carismático. Sigue teniendo salidas graciosas de vez en cuando, pero menos que antes. Por último, y como también ocurrió en Leprechaun 4, el personaje recibe aquí algún que otro giro muy mal llevado y sin sentido en su personalidad y objetivos.

En definitiva, el film es bastante decepcionante. No es que debiera esperarse una maravilla de él, pero la idea de la que parte podría haber desembocado en una divertida y renovada vuelta al ruedo para el leprechaun.

Como en la mayoría de las sagas de terror sin sentido, cada secuela busca una particularidad, acá en la segunda se trato de La novia de Leprechaum, la tercera sobre Leprechaum en Las Vegas, la cuarta sobre Leprechaum en el espacio, y ésta sobre Leprechaum en el rap, lo que hace que la acción se desarrolle al ritmo de ese género insoportable, haciendo la película más vulgar y grosera de lo que ya la saga de por si es.
No hay nada interesante en la misma, salvo algunas replicas de Leprechaum, en lo demás los antagonistas de este son pésimos, a cuál más idiota, imposible empatizar con ninguno de ellos.

No pensaríais que habían terminado de darnos la turra con este adorable pedazo de mierda de franquicia, ¿verdad? Y mucho menos cuando, a su regreso de una escabechina más allá de los confines de la galaxia, al pequeño asesino embaucador y verdoso le toca enfrentarse a la horma de sus botines, tanto por el grado de peligrosidad como en lo que atañe a su predilección por el oro.
Y sin más dilaciones, que dé comienzo la refriega y la acumulación de cadáveres -los dos saben, literal o musicalmente, lo que implica cargar con un body count a sus espaldas-... ¡El duende Leprechaun desafía a Ice-T!
El visionario cineasta Rob Spera ('Witchcraft', 'Bloody murder 2') recoge el testigo de Brian Trenchard-Smith sin que hayan grandes diferencias significativas salvo por una proliferación al alza (y previsible) del sostenimiento en un sentido del humor con rimas tronchantes y soeces -el escenario gangsta lo exige- y las bromas sobre porros de trébol y parafernalia macarra.
'Leprechaun 5: In the hood' (2000, Rob Spera) no diverge demasiado de lo que habría sido un episodio más de la saga producido por los Hermanos Wayans.
¡C'mon Bro, Give me Back My Gold!