El silencio de Lorna

Cuando vendes tu alma al diablo pagas un precio y es el precio que paga Lorna, personaje solidísimo, milimetrado, quirúrgicamente diseñado.

Los Dardenne realizan un tipo de cine al que podría asignársele tranquilamente el calificativo "de género", sin embargo acaban sorprendiendo, unas veces más que otras, pero siempre consiguen esa sensación de borrón y cuenta nueva y una vez más ahí está el espectador -que aunque se resista- contemplará una nueva tragedia dardeniana como si fuera la primera vez. ¡Claudico, me gusta el cine de los Dardenne! (y eso que me he resistido y reflexivamente).

De nuevo los fijos y magníficos Renier, Rongione, Olivier y una Lorna (Arta Dobroshi) perfecta.

En cada una de sus películas sus personajes se enfrentan a infernales dilemas éticos. ¿A qué se enfrenta Rosetta? ¿a qué se enfrenta Igor? ¿a qué se enfrenta Bruno? ¿a qué se enfrenta Olivier? ¿a qué se enfrenta Lorna?

En esta ocasión la nerviosa cámara se tranquilizará y sonará una arietta de Beethoven y dejándome llevar por la arietta y como me he puesto ñoña se me ocurre que: "y todo irá bien y toda clase de cosas irán bien" (T.S.Eliot).

He visto 3 películas de los Dardenne con ésta y las 3 me han gustado. Se trata de mostrar historias del submundo, en el primer mundo. En ésta nos muestran una de las formas modernas de esclavitud: Lorna, en pos de la ansiada nacionalidad europea hace un trato y queda en las manos de personas sin escrúpulos. El amor, la atracción física o simplemente descubrir la humanidad del otro le hacen querer cambiar el acuerdo inicial. Pero ella no decide nada: les pertenece, como le pertenece esa nueva identidad. NO son muchas las opciones de Lorna para salir de la encrucijada. Magnífica interpretación de la actriz principal y un guión muy bien escrito.

El cine de los hermanos Dardenne se centra en narrar historias de una forma hiperrealista, sin conceder ningún tipo de miramiento a cualquiera de los elementos que componen sus films.
Es el camino que han escogido para representar las crueldades por las que pasan muchas personas, personificándolas siempre en jóvenes desgraciados y de clase baja, lo que supone un hecho encomiable y convierte a estos autores en unos creadores comprometidos por una causa tan digna como necesaria.
Lo que sucede al mostrar esas desgracias y conflictos de una forma tan fría e impactante en la gran pantalla es que, además de que surjan las inevitables comparaciones con otros cineastas con propósitos similares como pueden ser Aki Kaurismäki o Ken Loach –por no salir de Europa–, deja cierto resquemor al otorgarnos tan solo historias verdaderamente serias e inquietantes pero sin llegar a profundizar de forma alguna en lo que se nos está contando.
Lo que está claro es que en Cannes han sabido –y ya son varias ocasiones– percibir el espíritu de las propuestas de esta pareja de hermanos que parecen no cansarse de hacer cine sin concesión alguna al espectador. Es innegable que ya poseen un estilo propio (además de por los billetes de euro siempre presentes): es completamente narrativo pero con una frialdad pasmosa y un desapego hacia cualquier tipo de guiño con el público que, siendo la propuesta premeditada, respetable y hasta admirable, a algunos aún nos sigue mosqueando.

Con esta se apertura la sección de reseñas criticas sobre producciones visionadas en este 2009. Como fan de los hermanos Dardenne no fue nada fácil visionar su última producción tildada de “Mustia”, satisfactoriamente ocurrió lo que esperaba, los directores no me decepcionaron.Lorna interpretada por Arta Dobroshi, lucha contra la adicción de su actual esposo -dicho matrimonio le permitirá obtener la nacionalidad -, recurre a encuentros clandestino con su “verdadero” amor (otro joven emigrante) y sirve como conejillo de indias de un mafioso que le promete cumplir el deseo de conseguirle un local en donde establecerse y trabajar dignamente. Ya sabemos el todo sobre la “mano” de los Dardenne, en diseñar meticulosamente a sus personajes y arrojarlos a la sociedad y situaciones cotidianas para enfrentarse a dilemas éticos. Sin olvidar esta permisa los Dardenne optan por trabajar más en diseñar una estructura argumental fuera de lo que ocurre en el interior de los personajes (aspecto que le permitió el premio al mejor guión en Cannes), lo que aporta mas fluidez y coordinación al visionado. Las historias de los directores demandan calidad actoral, y con Arta Dobroshi. En sus manos, Lorna resulta tan sorprenden como Rosetta, Olivier, Igor y Bruno. El Silencio de Lorna es una película compleja, sólida y sobre calculada, dirigida a determinados sectores de espectadores, abiertos a disfrutar (por lo menos yo lo hago) de situaciones cotidianas impulsadas por personajes y ambientes desoladores.

Film escrito y realizado por Jean-Pierre y Luc Dardenne (“Rosetta”, 1999), con el que obtienen el premio al mejor guión en el Festival de Cannes. La obra se inscribe en el apartado del cine de autor y en el del cine social.

Desde el punto de vista estilístico, la obra se caracteriza por un lenguaje sencillo, exento de adornos, directo y atento a la realidad de lo cotidiano. Aúna sobriedad formal y preocupación por el ser humano, al que dedica una mirada escrutadora, penetrante y sinceramente realista. Como en otras ocasiones, el punto de vista del relato se mantiene a cierta distancia de los personajes en busca de una visión objetiva, documentalista y desapasionada, capaz de potenciar la invitación que se dirige al espectador para que reflexione sobre lo que se ha sometido a su consideración. La narración es concisa, los diálogos son breves y se hace uso frecuente de la elipsis y el sobrentendido. Es por ello por lo que la cinta dice mucho más de lo que parece y sugiere más de lo que dice.

Por medio de una historia protagonizada por jóvenes y una acción que se localiza en Lieja (Bélgica), en 2007, se habla de temas del mundo actual, desarrollado, tecnificado y globalizado, en el que abundan situaciones personales de desarraigo, marginación y exclusión social, delincuencia, explotación y abusos. El mundo en el que habitan los protagonistas se presenta complejo, agobiante, materialista, desconsiderado y cruel. Abundan en él las situaciones personales de soledad, desorientación y frustración. El dinero, el lucro personal y la ambigüedad moral devienen obsesión colectiva y móvil principal de la acción. Las imágenes glosan algunos de estos extremos exhibiendo con reiteración billetes sueltos, en fajos o en sobres. Se reiteran, también, imágenes de oficinas bancarias deshumanizadas y gélidas, en las que la conversación se limita a expresiones lacónicas, dificultadas por paredes de cristal y otros obstáculos.

Las propuestas del film incorporan una clara voluntad de denuncia, que se presenta enmarcada en el contexto de un relato sólido, potente y perturbador. Éste evoluciona desde la exposición inicial de hechos al análisis introspectivo de la psicología y del mundo interior de los personajes. Más que dos métodos narrativos diferentes, el film contiene una apropiada progresión desde la experiencia de la realidad social hacia el estudio del mundo interior, descompuesto y roto, de los protagonistas, o más propiamente de la protagonista central, Lorna, una muchacha inmigrante, natural de Albania, de apariencia innocente.

…/