El gran halcón

El ladrón de guante blanco es uno de esos tipos de personajes perfectos para que la estrella de turno se luzca desde el otro lado de la ley (con todo lo que ello implica) sin dejar de ser el bueno de la peli; vamos, personaje éste muy propio de la época y perfecto para alguien como Bruce Willis. El caso es que los artífices de esta película no lo tuvieron difícil sobre el papel para llevarse un buen pellizco en aquellos cines de los primeros noventa y no sé por qué me da que este gran halcón fue el resultado de satisfacer el capricho de su protagonista principal; de hecho, la historia es suya.

Ya en su día me pareció una soberana gilipollez, pero es que vista hoy día es para pegarse un tiro en la sien.

Ni el todopoderoso Joel Silver en la producción, que por aquel entonces acumulaba revienta taquillas en su curriculum, fue garantía de 'calidad'. Willis en esta ocasión no hace otra cosa que poner a prueba la paciencia del espectador mediante bochornosas frases salidas de su boca y hunde en el más absoluto ridículo, con ayuda del 'genial' Steven E. de Souza, a una película a la que no le hacía falta nada más que ser consciente de sus limitaciones y evitar autoparodiarse tan forzadamente. Alguna escena aislada (como la de los créditos o el robo al son de Sinatra) y, hasta cierto punto, la serenidad de Andie McDowell es lo escasamente rescatable de este desaguisado, fuera de ahí, la película es un completo desastre.

Una de las peores películas venidas de un gran estudio que servidor haya visto en el cine moderno más comercial; y no son pocas.

Hoy es un buen día como cualquier otro para realizar esta crítica de una película mil veces vista, y otras tantas disfrutada. El aliño de la misma es atractivo en mi opinión: una de aventuras con estética de cómic, con un buen reparto y el consabido tema de robos que casi siempre resulta en la gran pantalla. Además casi todo ocurre en mi amada Italia, con CIAs por doquier y escuadrones papales y ladrones que roban para saldar cuentas pendientes.
Es evidentemente más una comedia que de estructura de robo al uso -reunión de "elementos", planificación del mismo, realización y final con estruendo-. Filmada con corrección y urgencia -casi siempre a la carrera, como los protagonistas-, no decepcionará a los que busquen entretenimiento sin complicaciones.
Lo mejor: Los duetos musicales, el gran "Horatio Crane" y sus tarjetas. La monja on fire.
Lo peor: Las pobres manos anquilosadas del gran Coburn.

El cine de aventuras es el género idóneo para evadirse de la realidad. Hudson Hawk es un buen ejemplo de cine de pura evasión; refleja la mezquindad de su tiempo con sentido del humor y muchas piruetas, como en el circo.

El problema que lastra a Hudson Hawk es que lo que sobre el papel funciona, en la pantalla se resiente: el humor absurdo es delicioso pero en abundancia empalaga. Lo difícil del humor disparatado es saber dosificarlo y combinarlo con otros recursos como la ironía o la pasión, y más difícil aún es lograr que no se note que la película fue antes un proyecto de papel. Cuando el artista consigue un modelo estético que parece espontáneo, que no deja entrever el artificio y la planificación que subyacen bajo el resultado final, entonces el espectador se encuentra ante una gran obra; lo que no quita para que una película como ésta, con un ritmo frenético fruto de la multiplicidad de personajes y escenarios, pueda gustar, divertir y, por tanto, evadir.

Recién salido de prisión, el gran halcón, un inigualable ladrón acepta bajo amenazas un encargo relacionado con el robo de tres obras de Leonardo Da Vinci.
Desde un primer instante se aprecia el tono jocoso y despreocupado de una trama cómica, que ofrece un enrevesado e irregular argumento de robos con toques de humor absurdo.
Película merecedora de haber logrado obtener diversos premios Razzies, que en su edición difícilmente pudo encontrar grandes oponentes, ante semejante sucesión de despropósitos.
Posee un gran reparto de intérpretes conocidos, que ensuciaron su larga trayectoria con la participación en semejante aberración aventurera, entre los que únicamente se salva de la quema Bruce Willis, por su carisma. El resto del reparto se dedica a pasearse sin convicción por una trama insulsa, que roza el absurdo en muchos momentos.
Muchos de los personajes aparecen y desaparecen de escena con mayor facilidad con la que lo haría el propio Houdini, dejando patente la poca seriedad del conjunto.
Uno de los pocos puntos a destacar positivamente, es el original empleo de canciones para sincronizar los tiempos en la ejecución de los robos, que logran ser divertidos y originales, el resto desmerece mucho.
El argumento no se sostiene, ofrece diversos giros de guión rebuscados e inverosímiles y en un intento de resultar cómico, abusa del empleo del humor absurdo, obteniendo un resultado opuesto al del entretenimiento y la diversión.
Mediocre y absurda consecución de despropósitos, que intenta cubrir las carencias de su guión detrás del carisma de su actor principal y del humor absurdo.

Esta peli resulta bastante pobre, la verdad, no se sabe muy bien si es que pretende ser infantil, o es que le ha salido mal a los responsables de su realización: se trata de una historia que en principio podría resultar atractiva, un ladrón "de guante blanco" al que se le encarga realizar una serie de robos por todo el mundo, con una mano negra detrás, la de unos malos malísimos. La cosa resulta más o menos entretenida, pero cae bastante rápido en una sucesión de hechos que provocan más bien hastío antes que emoción o risas. Todos los personajes que salen en la pantalla son bastante chocantes, desde el héroe, protagonizado por un Bruce Willis que tampoco se ha esforzado demasiado, hasta la monja absurda que hace Andie MacDowell y la sarta de malvados, quienes , al menos, resultan simpáticos por su peculiar manera de intentar dominar el mundo.
Lo mejor: un entretenimiento sin ninguna pretensión que puede ser un complemento aceptable como fondo televisivo para la siesta.
Lo peor: casi todo, es que es realmente mala.