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El rebelde

Drama. Acción En el año 1637, en Shimabara durante la era Tokugawa, los campesinos cristianos oprimidos se rebelan contra el Shogunato bajo el amparo del carismático líder Shiro Amakusa. (FILMAFFINITY)
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
19 de junio de 2021
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una de las pocas películas que recogen el suceso acaecido a mediados del siglo XVII en Japón, en el cual se produjo una rebelión de campesinos mayoritariamente cristianos liderada por un joven samurai llamado Shiro, hecho único y singular en la historia de Japón y del que raramente se hace mención en el Pais del Sol Naciente salvo para tratar a dicho rebelde cristiano con desconsideración o como una encarnación del Mal, cuando fue todo lo contrario: un japonés singular que plantó cara a la autoridad indigna, al poder terrorista y a la muerte, aireando de paso al mundo algunas de las terribles vergüenzas de la sociedad japonesa.

Nagisa Ôshima enfoca esta historia en el sentido heroico y positivo del rebelde cristiano Shiro, exaltando su valor y su valentía en base a la fe católica en la que éste hallaba su fuerza, demostrando así el director Ôshima su singular carácter de realizador que casi siempre solía echar sal sobre las heridas o tabúes de su pueblo y sacar a la luz temas de la tradición del Japón que avergüenzan o sonrojan a los japoneses hasta ocultarlos, de manera que Ôshima los expone a los ojos del orbe con el fin de provocar escándalo pro concienciación.

La película, pues, se basa en la historia real ocurrida en 1637-1638 en la región japonesa de la península de Shimabara e islas Amakusa, donde el señor feudal (del Shogunato Tokugawa al mando desde 1637 que había promulgado leyes contra la religión cristiana, persiguiendo con saña torturadora a todo aquél que descubrían era fiel a la religión católica introducida por San Francisco Javier un siglo antes, en 1549-1551) Matsukura Katsuie gobernaba con tal crueldad, abusos e injusticias sobre los campesinos que se colmó la paciencia y el aguante de éstos rebelándose y poniendo su fe en un joven samurai cristiano de nombre Shiro, natural de las cercanas islas Amakusa al que creían el líder liberador que tiempo atrás había sido anunciado por un misionero jesuita. Al grupo fundamental de pobres cristianos, hartos de sufrir crímenes, torturas y continuo sinvivir, se unieron otros abusados y algunos samurais «Ronin», de los que andaban libres sin señor.

Nagisa Ôshima construye un resumen apresurado de aquellos hechos centrándose en por qué se produjo la rebelión, en el líder Shiro y en las escaramuzas iniciales de los sublevados, pero no en la larga resistencia de éstos en el castillo de Hara hasta ser aniquilados varios meses después; también repara en un pintor apóstata cristiano de nombre Emosaku a quien los misioneros le habían enseñado el estilo de pintura occidental y pintaba retratos; en Shínbei, un samurai del Shogunato, amigo del rebelde Shiro; en Kiku, hija del pintor y novia de Shiro; en Sakura, la esposa de Shínbei; en Mondo, el samurai de alto rango que ordena todas las operaciones para contrarrestar dicha rebelión campesina; etc.

La tesis que plantea Ôshima en esta película extraordinaria es la cuestión del deber cristiano de someterse a los gobernantes y a sus leyes (tal y como lo recomienda Pablo de Tarso en Romanos 13,1-7), dejando ver que aquellos cristianos japoneses se rebelaron contra sus gobernantes con toda lógica y no por ello fueron infieles a Cristo o al cristianismo, pues el sometimiento a los gobernantes pierde toda razón de ser cuando éstos se comportan como unos hijos de Satanás que ejercen contra las leyes de Dios, en tal caso hay justificación suficiente para suspender el obedecer o «poner la otra mejilla» y en su lugar desobedecer, rebelarse y combatir con todas las consecuencias a la inmunda Bestia y a sus mercenarios. Cristiano se puede ser de muchas maneras y mártir también, no sólo existen los mártires que van a la muerte sin violentar al Mal, no todos tienen esa clase de fortaleza; están los mártires que hacen gala de otro tipo de bravura: la de ir a la muerte luchando y violentando al Mal. Dios en última instancia es Misericordia.

A este respecto así reluce la espléndida escena-diálogo entre Shiro y su madre donde ésta le dice: «Shiro, Cristo no perdona oponerse al gobierno. El Salvador te reprenderá con severidad. Si los misioneros estuvieran aquí te expulsarían». A lo cual Shiro le contesta: «Madre, no abandono el cristianismo, mis creencias nada tienen que ver con la decisión de rebelarme; pero como habitante de Shimabara y Amakusa lucharé y moriré con mis compatriotas alzados contra los abusos extremos de este gobierno. La muerte por una causa noble a los ojos de Dios es más pura que la resignación ante la maldad o los malvados».

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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16 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Doy seguidamente varios "sablazos de catana" en torno a la que nos ocupa, como añadido a la útil única crítica existente:

a) El cine a veces tiene unas aportaciones fabulosas, pues, por ejemplo, nos puede ilustrar culturalmente en relación a hechos históricos, o nos puede maravillar con trabajos estéticos de primer orden, o puede divulgar conocimientos de diversa índole que por su relevancia y trascendencia sorprende que sean desconocidos por parte del gran púbico. Personalmente suelo tener en cuenta esas aportaciones, pero nunca les doy el valor de un todo, pues una película es un material que se forma por la suma de diversos elementos, y no solo de uno. En el caso de "El rebelde", la aportación de la información histórica es sobresaliente, más no me olvido de que estoy ante una película, y por ello al verla tengo en cuenta más aspectos de la misma. Si solo me atuviera a los hechos históricos que se revelan, quizás también le habría puesto un 10, como ha hecho el usuario Fej Delvahe.

b) Mi nota final es un 7,4. Pero sujeta a posible revisión en el futuro. Tras verla, me sorprende lo poco visitada que es esta producción, pues sin duda es un trabajo meritorio, y más teniendo en cuenta el año de su filmación. Pero, como digo, no todo me pareció de 10. Me costó entrar en su ritmo, en su contexto, en su planificación dramática. Me pareció algo confusa en su primera mitad (o quizás fuera yo, que no andaba fino), el uso de planos en exceso oscuros dificultaba mi comprensión (es una película antigua), y el no estar acostumbrado al cine japonés (los rostros a veces se parecen mucho, y los nombres son difíciles de retener) no me ayudaron precisamente. En conclusión, pienso que esa primera parte tiene un desarrollo algo renqueante, aunque no descarto que haya sido mi propia percepción la que no haya sido capaz de valorarla adecuadamente. El cine más valioso suele mejorar con el segundo visionado.

c) Por contra, la segunda mitad fue ganando, en mi opinión, en significados, en interés histórico, en potencia de imagen, en presencia dramática. Incluso la cuestión sonora (con esos leves toques de ahogado tambor, al modo del susurro del latido del corazón) me empezó a llamar la atención hasta al final maravillarme. Coincidiría esta parte con la mayor abundancia de acciones físicas, del desarrollo histórico; en todo caso, creo que puede venir bien a alguien hacer esta observación, para que no "tire la toalla" si la primera media hora le parece excesivamente lenta.

d) Ocurre algo con ciertos pasajes históricos caracterizados por la sublevación del pueblo, por su rebelión contra el poder, por su inconformismo frente al ultraje y la opresión: Que están silenciados o tergiversados sus hechos. Es una constante, y he conocido ya diversos casos en que ha ocurrido. Digamos que la versión oficial de la historia siempre echa tierra encima de los hechos en los que el pueblo se levanta contra el Poder. Es como si siempre se intentara ocultar la información que pudiera hacer darse cuenta a la población de que siempre existe la posibilidad de desobedecer.

e) Al parecer, existe en Japón una cierta desconsideración hacia el personaje histórico protagonista. ¿Cómo es posible? Pues aunque no hubiese sido un ser ejemplar, siempre sería mejor que toda la cúpula de seres poderosos que rondaban en el país nipón en aquella época. Y es que la "desinformación oficial" es muy dañina y manipuladora, allí y en todos los demás países también. Es por eso también que me explico que está película sea totalmente desconocida.

f) Una vez más, se expone en una cinta cinematográfica la que es la naturaleza del Poder. En este caso, documentada. Oshima no repara en mostrar la crueldad de quien tiene el mando, de cómo éstos se desenvuelven desde un pensamiento inhumano en todo momento. El tratamiento de las imágenes de crueldad y tensión por el Director es, en muchos momentos, brillante.

g) Plantea "El rebelde", como cuestión central, el uso de la violencia contra el Estado feudal y la desobediencia por un lado, y en su defecto la sumisión y la resignación frente a la injusticia. Es un debate contaminado por diversos idearios que no han hecho otra cosa que confundir al personal. Pensemos que una cosa fue el cristianismo primitivo, y otra la religión católica confeccionada a partir de su constitución por Constantino allá por el año 400 d.c. Y es que las ideas de obediencia a la autoridad y de "las mejillas" proceden de las versiones retocadas de los Evangelios a partir de Constantino, como se sabe está bien probado.

h) El rebelde en la película, Shiro, se debate en dudas frente a las presiones de sus conciudadanos para que actúe o no actúe contra la violencia institucional, y nos sirve ello para entender que fue un personaje con conciencia, pues no se dejaba arrastrar ni por la impulsividad de unos ni por la apatía de otros, sino que trataba de combinar su ética cristiana con una inteligencia estratégica. Y es que los idearios religiosos llevan a menudo a no entender lo que es un ser humano, lo que "pintamos" los humanos aquí en la tierra.

i) Como siempre, el cine japonés es especialmente hermoso en su captación de las escenas corales, cuando recoge a muchedumbres o grupos humanos desenvolviéndose en diferentes situaciones. En "El rebelde" hay además una cadenciosidad rítmica sobrecogedora; un uso de los simbolismos muy apropiado; y unos planos largos que respiran tensión por todos sus fotogramas.


A modo de aporte: El cristianismo primitivo se fundamentaba en la cosmovisión del amor. Cuando hablaban de "poner la otra mejilla" había que entenderlo desde la concepción de la ética sodalicia, que significaba que había que tener especial comprensión con las ofensas de tus iguales (que son como tú), no con los que por status social están por encima de tí. Y es que el cristianismo primitivo no fue el movimiento pacifista que se nos ha contado desde que somos chiquititos...
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