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Black Coal

Thriller. Drama. Intriga En 1999, el policía Zhang Zili abandona el cuerpo tras la traumática muerte de dos de sus compañeros durante la investigación de un asesinato finalmente no resuelto. Cinco años después, el asesino vuelve a la carga, y Zhang, convertido ahora en un guardia de seguridad con problemas de alcoholismo, se plantea intentar capturarlo por su cuenta. (FILMAFFINITY)
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
9 de octubre de 2014
51 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué le pasa a China? ¿Por qué ‘Black Coal’ parece concebida por un Henning Mankell oriental? ¿Por qué la asocio mentalmente, en su feísmo, a ‘Naturaleza muerta’ de Jia Zhangke? ¿Dónde quedó la épica roja y revolucionaria de la Larga Marcha? ¿Qué fue de aquellos ídolos con pies de barro y sangre en las axilas? Como dice un gran amigo mío, si China es el futuro, la humanidad carece de futuro.

Diao Yinan quiere ofrecernos un retrato de la China postmoderna. Y qué retrato. Todo en esta cinta es horroroso, cutre, repelente. La dirección artística –atrezo, vestuario, cortes de pelo, y muy en especial, las localizaciones–, en su apuesta innegociable por la fealdad, es impecable. El sonido –ese chirrido del columpio, en la noria; el crujir de los patines en el hielo– el sonido, digo, refuerza el desagrado y el desasosiego. La paleta de colores oscila entre el brillar hortera de las luces de neón y el tono grisáceo de la nieve sucia. Qué feo todo, y qué triste.

Asesinar, descuartizar, dispersar los restos. ¿Para qué? Como en una novela de la saga de Kurt Wallander, nos sentimos perplejos, desarmados, frente a la barbarie de apariencia gratuita. Siento que el espíritu, aséptico, de Anton Chigurh –el villano imaginado por los Coen y encarnado por Bardem– sobrevuela la ciudad manchú de provincias en que trascurre el film.

Y ese avanzar, tan fláccido, de la trama, como hacia ningún sitio, sin rumbo ni destino… Semejante en cierto modo a ‘Zodiac’, de David Fincher, un Fincher sin burbujas. La indolencia de los fotogramas, el fluir de un río enajenado, resuelto en ciénaga.

Escribe el director: “Quería realizar una película policiaca que retratara la China contemporánea. Mi objetivo no era imaginar solamente una trama y darle respuesta, sino restituir al máximo lo que constituye nuestra nueva realidad.” La nueva realidad resulta ser un páramo cortante, un yermo desolado y hueco, postrevolucionario e industrial, que va desembocando –despacio, muy despacio, igual que un hongo o un tumor– en un capitalismo fofo y desalmado.

Desalmado. La China retratada por Diao Yinan es un país sin alma ni verdor. Un país que produce escalofríos, inhóspito, inclemente, similar a esa Finlandia de tabaco, alcohol y flores chuchurrías marca de la casa Kaurismäki.

Un país sin alma es algo aterrador. El horror mismo.

La escena en que se entregan las cenizas –ese recinto, funcionarial, sin religión ni dioses– se me adhirió al estómago, igual que una lombriz, con su carga de vacío geométrico.

Y la luz. O la falta de luz. O la luz contaminada. Un blanco tan malsano como el blanco pastoso de los grandes maestros del terror: Poe, Lovecraft o el Melville de la inmensa Moby Dick.

El blanco antártico en que vive y asesina el ente de ‘La cosa’.

Frente a todo ello, un antihéroe «made in China», como adquirido en las rebajas o en la tienda «todo a un euro» de una calle lateral. Un hombre en busca de sí mismo, un perdedor… Si China es el futuro, que la ausencia de Dios nos pille confesados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Servadac
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21 de septiembre de 2014
29 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando acaba Black Coal la sala se queda por un momento en silencio. No es para menos. Todos los espectadores están digiriendo el fulminante final que ofrece la cinta tras una hora y media apasionante y asombrosa. Hay una ligera duda, ¿qué acabamos de ver? No es el típico thriller, se salta todas las normas del género. Tiene algo de la narrativa confusa de Fincher, y también algo de la trampa y la sorpresa de Oldboy. Claro, que también tiene un protagonista que parece el Philipp Marlowe chino. Desde luego, lo único que sabemos es que Diao Yinan ha conseguido sorprendernos con su propuesta.

Ya desde el primer minuto la película apuesta por impactar. En la primera escena viajamos en un camión de carbón en el que hay… algo. Algo que acabará por ser una mano humana, como se descubrirá posteriormente en la fábrica. El detective Zhang Zili (al que se presenta con media pincelada, pero qué media pincelada más brillante) se embarcará en la investigación de un caso que terminará sin resolver y en el que será herido. Cinco años después, abandonado ya el cuerpo y con un Zili en plena decadencia, con adicción a la bebida y hundido en la seguridad privada, el caso, que quedó sin resolver, vuelve a a cruzarse en su vida de forma casual. Los asesinatos del carbón ahora tienen que ver con las pistas de hielo. Por supuesto, intentará resolverlo por su cuenta. ¿Qué tiene que perder un hombre que ya lo perdió todo?

La sinopsis puede sonar muy convencional, pero el director chino se encarga de darle su propia voz. De hecho, el primer caso, que funciona a modo de prólogo, ya tiene sus propias sorpresas. Se nota que ha trabajado como guionista antes de lanzarse detrás de las cámaras, pues los giros narrativos van desde las sorpresas argumentales hasta lo completamente inesperado. Cada segundo de lo que se muestra en la pantalla está absolutamente pensado y cuidado hasta el último detalle. Muy como mandan los canones, la navaja de Chejov y esas cosas, todo lo que aparezca no será baladí; tendrá su importancia en algún momento.

Porque por muy buena que sea la historia, hay otra cosa que casi acapara la atención del espectador, y es la atmósfera. Quizá uno tarde en darse cuenta de lo que es, pero Yinan nos sumerge en un mundo absolutamente incómodo. El frío, la soledad, el silencio… la película se las apaña para que incluso una velada romántica en lo alto de una noria sea algo lóbrego, oscuro e inquietante. El trabajo de iluminación no se puede describir con palabras.

Por supuesto, también contribuye a darle ese toque tan inquietante la intepretación realizada por el dúo protagonista. Liao Fan, protagonista absoluto, digno de los momentos más oscuros de Raymond Chandler, está simplemente soberbio. Quizá porque las historias de fracaso tienen ese morbo de la épica del perdedor, nos podemos identificar con él desde el primer momento. La réplica se la da Gwei-Lun-Mei, que hace un papel menos imponente, quizá menos difícil de llevar, pero no por ello menos importante. La química, patente, entre ambos ayuda mucho.

De la mano de ambos recorreremos un camino que no resulta fácil. Hay que estar atento a todo lo que ofrece la escena. Muy al estilo oriental, este thriller no va a poner las cosas fáciles: prefiere sugerir a desvelar, el poder del silencio antes que la esclavitud de las palabras. Cada gesto y cada cosa no dicha son capaces de desencadenar un auténtico mundo en esta película.

Quizá el único pero que se le podría poner a esta cinta sería ese: que puede llegar a ser difícil para el gran público. La quietud, la lentitud y la poca externalización de la que hace gala, que son precisamente lo que lo convierten en un thriller tan poco al uso, requieren un nivel de atención que no suele casar con lo que se ve por ahí actualmente. En todo caso, estamos ante un maravilloso ejercicio de estilo que un buen cinéfilo no debe perderse.

Miguel de la Asunción
Crítica realizada para Cinemaldito.com (@CineMaldito)
Of The Assumption
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7 de octubre de 2014
19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dispersa, difusa y confusa. Cine negro chino con ínfulas.
Curiosa película. Extraña opción.
La cosa es la siguiente: el director ha elegido saturar su historia de bellos cuadros y relegar la trama. Ha potenciado la estética en detrimento de la ética (narrativa); el resultado es una suma asfixiante de hermosos planos, retorcidos y rebuscados, con una excusa argumental pobre y, por momentos, ridícula.
Primero se muestran las hipnóticas y turbadoras imágenes, más tarde, mucho más tarde a veces, se dan las explicaciones (peregrinas) pertinentes. Avanza en zigzag, de forma oblicua e indirecta, deteniéndose en naderías, buscando obsesivamente el hallazgo (visual) pistonudo que sorprenda y arrebate.
Todo esto provoca morosidad, frialdad inane, desinterés y desapego. Una distancia gélida que nada dice, que poco aporta, que solo incide en el evidente talento formal del autor.
Un fracaso desolado.
Muy en el fondo, detrás de la excusa macabra, se atisba una China glacialmente sórdida, triste y enferma. También asoma un retrato líricamente feroz sobre la desconexión y el desconcierto.
Historia contada a hachazos, sin fluidez ni sentido. Trata de hacer un fresco a través de una investigación criminal; juega con el tiempo y los espacios, pero le pierde la vacuidad barroca, la pose innecesaria.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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6 de marzo de 2015
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esperaba esta película con interés. No ha podido ser más grande mi decepción.
Estamos ante una historia atmosférica que tiene todo su potencial en una increíble fotografía que te sumerge por completo en esa desolada, fría y desalmada sociedad dónde lo único que desentona son las omnipresentes luces de neón. La trama parece importarle un pimiento al director y deja que se diluya a medida que pasan los minutos como agua entre los dedos; a no ser que te dejes atrapar por su imagen acabarás perdido en una historia que no era lo que aparentaba. A mí no ha conseguido atraparme y me da rabia porque creo que he dejado escapar una película interesante, que no he estado a la altura.
Como penitencia me obligaré a ver toda la saga Transformers a ver si aprendo para la próxima.
ghaliano
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13 de mayo de 2015
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empieza como una película de género, pero no os dejeis engañar: es una película de autor de las de la peor especie, de esas que ni se entienden, ni emocionan. Y no me considero ni más corto ni menos sensible que la media. Debí abandonar su visionado después de la primera secuencia de acción, la de la detención, el interrogatorio y los asesinatos, la que precede a la elipsis. Absolutamente risible.
Las investigaciones posteriores fluyen espesamente sin que me quede claro como se pasa de una situación a otra. Tampoco se esclarece la causa del primer asesinato. Ya se que es una necedad por mi parte, pero si me están contando una historia espero que esta tenga planteamiento, nudo y desenlace. Es lo propio del cine de género y esta peli no lo da.
Y como cine de autor, pues se me escapan los simbolismos o las metáforas y tampoco le voy a dar más vueltas. Lo único que me ha quedado claro es que en la China actual todo es feo, triste y deslucido. Y, además, no tiene sentido. Para ese viaje no necesitaba alforjas.
iñaki
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