Romance X

Llegué a ella por casualidad, una casualidad extraña...

¿Puedo decir que me halla gustado? Si,

El tratamiento en primera persona, con narración en off, ofrece una particular visión de esta, casi pornográfica película, No tengo complejos para enfrentarme a cualquier genero... Pero el tratamiento de la historia, así como el guión resultan cuanto menos residuales. Un residuo de emociones que no comprendo y tampoco entiendo. fria y ardiente, desangelada y compleja.

Rocco Siffredi, quien aquí tiene un papelito secundario, es la enésima estrella del porno que se pasa al cine convencional (por llamarlo de algún modo). Antes que él ya lo habían hecho, por ejemplo, gente como Traci Lords (actriz que ha trabajado para John Waters o Gregg Araki y participado en películas como Blade) o Ron Jeremy (cuya lista de cameos es interminable).

Siffredi da vida a uno de los amantes de nuestra protagonista, Marie (Caroline Ducey), una mujer que se siente despreciada (y nada complacida, sexualmente hablando) por su pareja (Sagamore Stévenin).

Romance X fue, por lo visto, un éxito de taquilla e incluso obtuvo críticas positivas. Y yo no me lo explico, ya que la historia es un tostonazo pedante, sus diálogos tan rimbombantes como huecos y los personajes insufribles y abofeteables del primero al último. Catherine Breillat trata de provocar (véase el desenlace) a base de romper tabúes, pero su pretenciosa película no termina de funcionar ni como drama ni como cinta erótica.

Es una de las peores películas que he tenido la desgracia de ver en mi vida y además la ví en el cine, todavía peor. Es desagradable, absurda y desde luego no es erótica, es todo lo contrario es el antídoto contra la lujuria.
Da ganas de hacer voto de castidad, quedaís avisados.

Lamento que la audiencia haya acogido con tan poca mesura una película como esta, que si bien no es un portento, intenta lo que pocas: ensayar con imágenes. De la misma forma que hemos tenido poetas, novelistas, cuentistas (Kurosawa y Oshima son dos de ellos), pintores, arquitectos del cine, ahora nos encontramos con un breve e inescrupuloso ensayo sobre el sexo. Lo notable del modo de ensayar de Breillat es la crudeza con que expone sus ideas y la manera cómo las ilustra. Audaz, descarnada y completamente femenina. Es evidente que no se trata de un filme del Eros (películas que, cuando espolean esa directa intención, detesto) sino uno desbocado, rayano en lo pornográfico. Bien puede ser que el terreno de lo pornográfico da pie para avanzar algunas ideas, varias no dichas, otras primarias, insanas. Es lo que intenta "Romance X", valga por ello verla de nuevo.