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Nervios rotos

Thriller. Drama. Terror Martin es un joven con la mente perturbada que tiene una madre que lo trata como si fuera un niño pequeño, un padrastro que lo desprecia, y un hermano retrasado encerrado en una institución mental. Su única amiga es Susan, con quien le une un vínculo muy especial cuando Martin se refugia en su "otra" personalidad... la de Georgie, un niño de seis años. Pero cuando Susan se distancia de él, Martin entra en cólera y se obsesiona de tal ... [+]
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
12 de febrero de 2012
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo que ha hecho verdaderamente grande a Alfred Hitchcock no han sido sus películas, que también, ni esa pléyade de aburridos catetos tocapelotas que todo gran creador arrastra consigo, convencidos de que el resto de la humanidad no tiene ojos en la cara y dispuestos a conjugar sin descanso, como esos borrachos de tasca cocidos en pacharán que farfullan una y otra vez el mismo chiste hasta que se quedan dormidos sobre sus propios vómitos, todas las formas posibles del verbo “sobrevalorar”. No, ellos no, pobrecitos, ya tienen bastante con lo suyo. Lo que ha nutrido realmente la figura del Gordo hasta reventar sus costuras han sido sus saqueadores, la interminable lista de directores que han recurrido, en una u otra ocasión, al homenaje, la parodia o directamente el plagio de alguno de los rasgos más personales de su cine. La sombra de Hitch es inmensa y alargada y pocos son los que se libran de estar bajo ella. Menos son aún quienes salen ganando en la comparación.

“Nervios rotos” es un más que aceptable thriller y no una película extraordinaria, pero quién sabe si podría haberlo sido, si en vez de llevar la firma de uno de los dos gemelos Boulting hubiera llevado otra, huelga decir cuál. La historia de un joven perturbado que se enamora de una dulce y rubia bibliotecaria y trama un enfermizo plan para hacerse con sus morritos y eliminar de paso a su molesto padrastro la dirige muy profesionalmente Boulting, con su intriga y sus picos de tensión bien distribuidos, su buena dosis de morbo sexual y esa pizca tan inglesa de sardónico humor negro, todo ello narrado con un completo y saludable desprecio por la corrección política tanto del argumento como lingüística, que tantos problemas dio a sus responsables en el momento de su estreno.

Y, sin embargo, pese a la corrección del producto final, uno no puede dejar de preguntarse cómo habría sido esta peli, en que pueden verse algunas caras que se ven también en “Frenesí”, de haber estado al mando del timón aquel cuyo estilo inconfundible, a todas luces, se trata aquí de remedar. Ve uno esta peli y la disfruta, pero no puede dejar de preguntarse si Hitch no habría añadido más sombras y dudas en los móviles de los personajes en vez de optar por el esquematismo conductual, si habría resuelto igual escenas tan sugerentes como la del garaje o la de la leñera, si no habría sabido guardarse cartas en la manga y no mostrarlas hasta que fuera necesario hacerlo, si el final habría sido tan rutinario y anodino, si no estaríamos hablando ahora de una película distinta y mejor. Y es que Hitchcock ha modificado nuestra percepción del cine hasta tal punto que, tantos años después, sigue aquí sin estar aquí, aunque no sea él quien esté detrás de la cámara ni fuera para una de sus obras maestras la música de Bernard Herrmann que tantos pececitos desmemoriados atribuyen a Tarantino cada vez que suena un móvil. Y lo cierto es que podría haberlo sido. Aunque eso le dé mil patadas al plasta del pacharán.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Normelvis Bates
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6 de abril de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Martín un muchacho que no sabe qué hacer con su vida, y el cuál tiene conflictos con su padrastro, y una relación extraña con su madre, se obsesiona con una chica que conoce en una juguetería, y decide hacerse pasar por un discapacitado mental, para entrar a su casa, que es una especie de pensión regentead por su madre, una mujer separada, que ocasionalmente se acuesta con uno de los inquilinos, y que se termina excitando con Georgi.
La historia está muy bien narrada y decentemente dirigida, con ese cuidado en las formas de los thrillers británicos de finales de los 60, el guión tiene un precisión milimétrica, buenos diálogos y todas las interpretaciones están a tono con los personajes, destacando por sobre los demás, la gran interpretación de Hywel Bennett.
Manuel
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13 de abril de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá Twisted Nerves (Nervios rotos, 1968) es sólo conocida hoy en día debido a la utilización que hizo Quentin Tarantino de su banda sonora, cogiendo el tema principal para su duología titulada Kill Bill, con el tema mítico del silbido, que realmente proviene de esta película. Silbido, que por otra parte ya nos indican por donde van las intenciones de la película.

Porque la composición principal nos dice mucho de la película dirigida por Roy Boulting, director ciertamente menor (quizá esta sea una de sus películas más conocidas) que en diversas ocasiones trabajó con su hermano John Boulting. La música se pidió a Bernard Hermann, el mítico creador de otras bandas sonoras, conocido especialmente por sus colaboraciones con el genio del suspenso Alfred Hitchock. El caso es que el tema principal de nervios rotos cumple una función muy precisa en el film, porque debe simular la tortura mental de nuestro personaje, un joven interpretado por Hywel Bennett, que padece un trastorno de doble personalidad. El caso es que es más que evidente que la elección de Bernard Herrmann también corresponde como homenaje, debido a que la película bebe de manera casi ilegitima de la película de Psicosis (1960), a la que aspira a suceder en ciertos aspectos. Como en Psicosis, Hermann también elabora la música de Nervios rotos, con una melodía ciertamente sencilla y difícil de olvidar, que en algunas secuencias (los planos subjetivos de nuestro protagonista, que nos muestran su extravagante y malvada visión del mundo) cumplen con el intento de mostrar un tono infantil y a la vez aparentemente cándido.

Psicosis es la deudora principal de Nervios Rotos. Sin embargo, a diferencia de la película de Hitchock donde el suspense y el terror era quizá el principal motivo del film, en Nervios rotos nos encontramos con una clara ampliación del retrato psiquiátrico, que en Psicosis sólo aparecía en su célebre secuencia final, donde se advertían de las condiciones criminales de Anthony Perkins.

En Nervios rotos, la voluntad de desarrollar al personaje principal e indiscutible de la película aparece desde la primera secuencia del film. En ella vemos a nuestro joven personaje cuidar a su hermano, que desgraciadamente es un disminuido mental. Poco a poco se hará hincapié en la locura de nuestro personaje, que irá en clara línea ascendente, hasta el hecho de realizar diversos asesinatos. Y es que ya nos encontramos con que su núcleo familiar está claramente deslavazado (esto también lo encontraremos en la protagonista de la que se enamora el personaje de Hywel Bennet). Para empezar, su padre murió hace ya tiempo y el joven muchacho se encuentra en una especie de familia de adopción, pero realmente su padre postizo no tiene nunca una simpatía especial por él. Además, aunque con su madre haya aparentemente una mejor relación (por momentos se insinúa una relación edípica) en realidad es pura fachada, porque también existe un odio absolutamente irracional hacía ella. Nuestro personaje les culpa a ambos del olvido de su hermano retrasado en el centro que visitó en la primera secuencia de la película. Finalmente, huirá del núcleo familiar.

Y lo hará para llegar a una especie de hostal, donde parece que lo hace por razones amorosas. Después de un interesante encuentro en una tienda de juguetes (donde su personaje muestra las primeras señas de su bipolaridad, al hacerse pasar por un personaje ficticio llamado Georgie, que es retrasado mental) donde conocerá a una joven interpretada por Hayley Mills. Establecerán una relación, pero como es lógico, al presentarse el personaje principal con el aspecto bipolar de Georgie, nunca llegarán a más, con lo que nuestro desquiciado protagonista lo acabará llevando muy mal.

Como podemos comprobar, la carga psiquiátrica es como decíamos mucho más importante que en Psicosis de Hitchock. ¿Pero son realmente estás las intenciones de la película? Por momentos da la sensación de que pese a la elección del tema y al profuso desarrollo que recibe, son meros justificantes, y que lo importante de la película es la muestra de las diversas acciones criminales de nuestro personaje. Incluso de que se alarga la película de manera inecesaria, y de que a la obra le sobra perfectamente media hora de metraje. Porque pese al cacao psiquiátrico que se nos enseña, las piezas nunca acaban de encajar (No se entiende muy bien porque de repente el protagonista decide asesinar a su padre postizo, o las reacciones que sostiene en diversos momentos avanzados de la película).

La fotografía es otro aspecto interesante de la película. Realizada por Harry Waxman, se opta por un estridente espectro que recoge una gran cantidad de colores saturados. Sin duda en esto la película se contrapone claramente al blanco y negro empleado por Hitchock en su película. Si en algunos momentos este sistema funciona por mostrarnos un mundo muy cercano a lo onírico y a lo surreal, también es necesario decir que a veces parece una impostura estética bastante vacua una vez se han comprobado los primeros efectos producidos.

http://neokunst.wordpress.com/2014/04/13/nervios-rotos-twisted-nerves-1968/
Kyrios
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26 de febrero de 2014
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La peli empieza bien, un thriller psicológico británico. Un chico normal que en realidad es un psicópata y que actúa como un niño pequeño. Buenos ingredientes... pero no me convence. Le veo muchos fallos y creo que, a partir de la hora, deja de entretener.

La actuación del chico está bastante bien, diferencia mucho al adulto del Georgie. Pero el personaje lo veo demasiado plano, poco interesante. obviamente, siente afecto por las mujeres, pero no TANTO afecto. Manipula, pero no manipula a un gran nivel. Tiene tendencias psicóticas, pero no son tan grandes... esperaba que sería un Alex en La Naranja Mecánica, pero me queda demasiado descafeiado, muy insípido. No me inspira mal rollo ni temor en ningún momento (hay un par de momentos, pero están desperdiciados).

Luego, el personaje de la chica no lo creo. Desde el primer momento que dice "te seguí desde tu casa, sé donde vives" es IMPOSIBLE que una chica se tome a bien eso. Que ese chico raro vaya a vivir a su casa, me sorprende que tampoco le de mal rollo. Que en un momento le coja la mano violentamente y no se ponga en guardia... dios, demasiado tonta es.

Luego, el ritmo. Demasiada duración, hay muchas cosas que no van a ningún sitio. La relación George Sue no es TAN interesante como para dedicarla tanto, que a la hora de la peli saquen de la nada nuevos personajes para una investigación policía (la investigación no tiene nada que ver) es matador. Hay muchas escenas que acaban en nada. A la media hora, parece que la madre sospecha, que le mira con un poco de temor... pero nada, en la siguiente escena le tiene cariño.

Creo que ese es el fallo. Hay muchos momentos de mal rollo, donde los personajes tienen que ver, poco a poco, que Georgie es peligroso, pero pasa una hora y cuarto y no notan NADA. No da miedo, no crea tensión, los personajes no tienen sentimientos.

Para ser un thriller, la veo muy muy floja y creo que será famosa tan solo por el silbido de Kill Bill.
petropicapiedra
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18 de enero de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante thriller con toques de terror que gira en torno a un joven inglés que aparentemente podemos catalogarlo como un individuo que finge ser retrasado, pero a lo largo de la película nos damos cuenta de su estado psicótico. A decir verdad pensé que iba a ser una película tipo Idioterne de Lars Von Trier, donde los protagonistas fingen ser retrasados solo por diversión, ser felices, escaparse de la realidad y burlase de los “normales”, pero me llevé una grata sorpresa.

Esta película fue realizada a finales de los años 60, donde había un mito ineludible sobre los psicóticos, se pensaba que todos ellos tenían cero emociones, eran antisociales y violentos por naturaleza. En la actualidad no hay un estudio científico que declare a alguien como psicópata o no psicópata, cada uno de ellos tiene grandes diferencias y características peculiares.

Roy Boulting retrató a la perfección lo que creían los especialistas de esa época y nos presentó a Martin Durnley o “Georgie” (Hywel Bennett), haciéndonos cómplices de su insanidad y sus crímenes. Por otro parte, muy correctas las actuaciones de Billie Whitelaw (Susan) y Hayley Mills (Mamá de Susan).
La Mente Maestra
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