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Like Someone in Love (Como alguien enamorado)

Drama Una joven estudiante japonesa se prostituye en Tokio para pagar sus estudios. Inesperadamente encuentra una sorprendente ternura de parte de un cliente de avanzada edad. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
5 de marzo de 2013
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Like someone in love' cuenta la historia de Akiko, una joven japonesa que se prostituye para poder pagarse los estudios. La película no podría arrancar mejor. Las primeras escenas emanan cine de la mejor calidad. Una fotografía impecable, la localización nipona de la historia, siempre atractiva, y un argumento intrigante. La escena de la protagonista escuchando los mensajes de voz de su abuela resulta verdaderamente emotiva.

Ese inicio tan prometedor es la razón por la que su segunda mitad se me hace especialmente decepcionante. A pesar de disponer de los cimientos necesarios y tan bien expuestos para construir una película absorbente, el filme no pasa de ahí. 'Like someone in love' se divide en dos claras secuencias. La primera de ellas, la que transcurre de noche, es francamente estupenda. Pausada pero altamente intrigante y perturbadora. Cuando amanece todo ese interés por los personajes desaparece. Los diálogos se estiran hasta extremos incomprensibles, se añaden personajes muy muy sosos y las escenas redundan en detalles sin importancia. Vemos a su anciano protagonista ir y venir, quitarse y ponerse las zapatillas, bajar las escaleras. Pues muy bien, qué interesante todo.

Entre las interpretaciones destaca la joven Rin Takanashi como la inocente prostituta, capaz de infundir en el espectador esos sentimientos de melancolía y ternura. Poco más se salva en esta segunda secuencia, la verdad. Cuando en su tramo final la historia parece que empieza a crecer en tensión y puede salvarse de esta decepcionante segunda mitad oímos un golpe de sonido y se apaga la imagen. Ah, ¿que ya acabado? Pues vale.
La voz en off
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23 de marzo de 2013
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debemos reconocer que si alguien nos preguntara qué rasgo común es el que define la carrera cinematográfica del director iraní Abbas Kiarostami (Teherán, 1940) nos resultaría complicado responder con una sola palabra, más abierto y cosmopolita que el resto de los creadores cinematográficos persas, siempre pendientes de analizar la complejidad social que atenaza a su país. Kiarostami ha rodado documentales en el África subsahariana contando el impacto del SIDA e indagando en las bases mismas de la obra documental (ABC Africa), creando pequeñas piezas de homenaje a otro cineasta explorador de la sutileza y las emociones, Yasujiro Ozu (Five dedicated to Ozu) o jugueteando con el concepto de identidad, de la representación y de la verdad en la maravillosa Copia certificada.

Es con esta película, la inmediatamente anterior en la filmografía de su director, con la que Like someone in love mantiene un vínculo más cercano, si en aquélla asistíamos a un juego de espejos que fusionaba realidad y actuación hasta que no éramos capaces de distinguir donde terminaba una y donde empezaba otra, aquí de nuevo el conflicto entre lo que somos, lo que pretendemos ser y como los demás nos perciben se erige en protagonista de la función cambiando, eso sí, la luminosidad y el vitalismo de la Toscana por el neón, el aislamiento como refugio ante los demás y la soledad intrínseca del Tokyo de nuestros días. Los espacios abiertos mutan aquí en compartimentos estancos, en parapetos de cristal que Kiarostami usa recurrentemente como elemento narrativo.

Las intenciones del autor quedan de manifiesto en este uso constante de las barreras que los personajes ponen ante sí: la imagen apenas columbrada de Akiko (bellísima Rin Takanashi) a través de la vidriera del bar donde se inicia la acción, observada por el taxista a través del espejo de su vehículo o deformada en su reflejo sobre la pantalla de plasma en la cita con el viejo profesor Takashi. Parece obvio que esta incapacidad de ver quien es realmente Akiko, de que nuestra imagen de ella esté siempre mediatizada, responde a su propia necesidad de ocultar su doble vida ante los demás, nuestra protagonista expone sus otras caras y conserva para sí misma su auténtico yo, se reconoce en cuadros ajenos y cuando debe mostrarse ante el mundo en una foto publicitaria, gajes del oficio, apela al disfraz, al confort que otorga convertirse en otra persona.

A este respecto debemos tomar esa foto para señalar otro de los aspectos que nos llama la atención de Like someone in love, su estructura circular, los elementos que se repiten a lo largo de su entramado y que adquieren distintos niveles de significación en sus distintas apariciones: la imagen fotográfica de nuestra protagonista a la que ya hemos hecho referencia, la figura familiar representada por esa abuela abandonada y sustituida en sus funciones por el anciano Takashi con ese nexo común de la sopa (del que Akiko reniega) y, sobre todo, el teléfono móvil, permanente amenaza y recordatorio de sus nexos con el mundo real frente a su persistencia en la ocultación y el disfraz. Estos ecos distorsionados llegan a disolver la barrera entre lo cierto y lo representado, el profesor que empieza desempeñando el papel de abuelo terminará siéndolo en la realidad (¿lo fue siempre?).

Quizás el mayor problema de Like someone in love pueda pueda venir otorgado de ciertos tapujos a la hora de esconder su artificio, brillantemente expuesto en la citada Copia certificada, pero nos quedamos con su perspicaz mirada sobre nuestros miedos, nuestra obsesión por escondernos bajo capas de simulación, por vivir quimeras protegidas por muros de cristal que han llegado a sustituir la vida real y cuya fractura y muerte supone, a fin de cuentas, también la nuestra.

Crítica escrita originalmente para cinemaadhoc.info
Talamasca
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27 de junio de 2013
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los jóvenes, de cualquier generación, nunca consiguen tener una vida aparte. Para bien (y para mal) están sujetos al mundo de los adultos, los cuales cuando son padres, juegan a su sostenimiento económico, a darles una educación acorde con la experiencia alcanzada… y a veces, a amargar sus días cuando, anclados en su momento histórico, confrontan y despotrican de todo lo que los chicos asumen como su estilo generacional; y de otro lado, los adultos estarán siempre en busca de los jóvenes, algunos, para defender sus derechos, para mejorar su calidad de vida, y ayudarles a comprender la existencia. Pero, muchos más, les buscarán para explotarlos, para sacar beneficios egoístas, o quizás, para recuperar un poco de olvidada ternura o de sexo denegado, aunque para ello tengan que pagarles.

Aikó (Akiko en el caprichoso sistema de traslación japonés-romance), es una bella joven estudiante de sociología, convertida en “relacionista” para pagarse sus estudios, y en este sensible filme del director iraní, Abbas Kiarostami, los adultos serán el eje central de su existencia.

El primer adulto, es quien le consigue sus nuevas relaciones, mientras hace las veces de consejero para alejarla de su celoso novio. El segundo adulto, es su abuela, la dulce mujer que viene a Tokio con ansias de verla, quizás porque presiente que su nieta no anda por buen camino (con ella se dará una de las más conmovedoras secuencias que podemos ver en, <<COMO ALGUIEN ENAMORADO>>). El conductor del taxi que la lleva a su nuevo compromiso, será el tercer adulto que entre en su vida y actuará de forma respetuosa y condescendiente, guardándose cualquier pensamiento solamente para él; y finalmente, el cuarto adulto será el profesor Watanabe, escritor y traductor, viudo y con una nieta. Es a él a quien la chica servirá para aflorar su adormecido romanticismo, su capacidad de dar afecto, y su incontenible deseo de volver a sentirse joven y como un ser enamorado (like someone in love).

Kiarostami, delinea su filme con sutileza, logrando que todo resulte sugerido y que, el espectador, se vea empujado a sacar sus propias conclusiones. Hasta el abrupto final, sólo veremos a seres humanos que buscan recibir y dar afecto… y la última respuesta nos tomará por sorpresa, sin lograr acogerla por más comprensible que resulte, porque la anécdota se desenvolvía sin juicios, aunque un temor oculto venía tomando forma desde la escena en la universidad.

Por enésima vez, Kiarostami corrobora que, la búsqueda que le interesa es más interna que exterior, aunque no deja de conjugar el mundo que va y viene en torno de cada ser humano. También, en ese tono casi documental, característico de la totalidad de su obra, el director nos hace volver a creer que la humanidad es una sola y que los corazones sienten lo mismo aquí que en Constantinopla.

En lo que a mí respecta, la sensibilidad de, Rin Takanashi (Aikó), se me ha metido bien hondo en el corazón y, Tadashi Okuno, como el profesor Takashi Watanabe, me hace sentir que no es nada fácil juzgar las debilidades humanas.
Luis Guillermo Cardona
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5 de marzo de 2013
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Última película del prestigioso director iraní, luego de presentar “Copia Certificada” en el 2010. El filme es un extenso poema visual sobre el amor y la ausencia de este.

En esta ocasión, Kiarostami dirige y escribe la historia de Aiko, una joven estudiante que se prostituye para pagar sus estudios. Aiko se encuentra una noche con un cliente que se encariña con ella y le da el cariño y la atención del que al parecer ha carecido en su vida.

Como casi todo el cine de Kiarostami, en esta continúa manteniendo un excelente ejercicio visual, excelente fotografía y una dirección cuidada e intimista, con planos que hablan por sí solos.

El filme me gustó mucho desde el inicio, pero a medida que iba avanzando iba perdiéndome un poco. La historia se extiende un poco, y te vas dando cuenta que no ocurre nada de importancia o nada interesante que aporte a la trama.

Por lo tanto, a pesar de que me encante visualmente, y hay partes de la historia realmente bellas, la película no deja de ser una historia un poco lenta y vacía, que se va desinflando poco a poco, con un final que tampoco me agradó del todo.

Creo que la intención de Kiarostami fue válida y la entiendo, pero en esta oportunidad se ha perdido un poco.

Destaco la labor de los actores principales, la bella Aiko y el profesor Takashi, hasta el novio celoso de Aiko, que desequilibra un poco el ritmo de la trama.

En síntesis, un filme interesante, una nueva propuesta del director iraní, en donde sigue explotando su talento visual y su gran maestría tras las cámaras, pero el filme resulta un tanto fallido.

http://asbvirtualinfo.blogspot.com/2013/03/like-someone-in-love-abbas-kiarostami.html
Alejandro
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29 de marzo de 2013
11 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kiarostami insiste, y continúa llegando más lejos y obteniendo mejores resultados que muchos otros realizadores esforzándose el doble que él. Insiste en su náusea por capturar en cada fotograma el tiempo real de nuestra existencia. Insiste en recoger hasta la última pizca de lo inaprensible, de lo insondable de cada partícula que nos da forma.

Constante analista del lenguaje cinematográfico, sus propuestas formales se ensanchan y se dilatan manteniendo el riesgo de su juego a todo o nada. Sus criaturas continúan percibiéndose como un desdoblamiento de sí mismo, pues tanto ellas como él buscan un guía en el camino, una orientación entre tanto desorden (Tokyo simbólico), una justificación lógica que nos induzca a comprender por qué los segundos pasan y mueren a nuestro alrededor.

El cine del iraní, para los que ya lo conocen de buena mano, persiste en su criterio de ‘envasado al vacío’. Plúmbeo e inane, dirán unos. Reflexivo y trascendente, dirán otros. Shirin anticipaba el límite de sus propuestas narrativas, su salto sin red, la manifestación más febril de su amor a la contingencia más extrema. Like someone in love continúa por ese camino.

El comienzo y la finalización de las historias que cuenta, puestas consecuentemente en unos personajes y escenarios concretos, actúan como meras coartadas arbitrarias ante la constante pretensión de su director. A Kiarostami nunca le ha interesado dónde se sitúa el comienzo y el final de su relato. Le interesa más bien qué ocurre en medio, y cómo ocurre. Por encima del pacto de ficción narrativa que espectador y autor deben aceptar, el iraní nos propone en sus películas la presencia de aquello que pasa por nuestro alrededor constantemente y de vez en cuando nos paramos a reflexionar: la vida real.

Hablar de provocación como germen seminal del cine o simplemente de alteración a las conciencias es un concepto íntimamente ligado al testimonio, que es lo que nos ha propuesto Kiarostami desde siempre y continúa haciéndolo con Like someone in love. Más allá de conceptos teóricos, planos secuencia eternamente estáticos y tiempos esculpidos a golpes psicotécnicos del camarógrafo, el iraní nos pide que aceptemos que el testimonio conlleva preocupación por la sinceridad y de que ser testigo implica responsabilizarse por la verdad.

El género testimonial en sus películas puede producir un notable efecto de realidad y provocar la sensación de experimentar lo real. No se trataría de una interpretación de la realidad codificada por una conversión simbólica. En este sentido, sus películas de yuxtaposición metafílmica han sufrido un ligero desgaste temporal. Se trata de una auténtica huella de lo real, de lo inaprensible e inexpresable que se lo vislumbrar en la elección de cada plano. Ese trazo natural permite refrendar la autenticidad de la imagen registrada, hallarla como espectador e incluso reajustarse, si es necesario, a la realidad fenomenológica más autosuficiente.

Kiarostami acude a la unión de diversas entidades expresivas formales y nos sugiere que existe el convencimiento de que la ficción permite ahondar más en la realidad desde un punto de vista analítico. De ahí la utilización constante de sus particulares abstracciones: la ruptura con el planteamiento clásico que asegura que toda causa en los sucesos tiene un efecto, la constante sensación de demora narrativa que no conduce a ninguna parte, a pesar de que los personajes se trasladen (y tampoco lo hacen mucho).

El iraní no filma simplemente películas: trata de captar esencias a través de ellas. Rechaza lo superfluo, se deshace de imposturas y abalorios, echa el cerrojo a la platea y nos muestra, simplemente, el hueso de la existencia como línea recta vertical. Un constante divagar entre el quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, puestos al servicio de una prostituta y un anciano. Unos encontrarán belleza, otros hastío. Yo insisto en que mi interés por su obra no radica tanto en la figura (la prostitución y la vejez) como en el fondo (la reflexión, la comprensión y el amor).

Y es que la pedrada mental que lleva gastando y gestando Kiarostami durante toda su carrera como cineasta no se me hace cansina y ni cargante. Al contrario, percibo a un autor en constante preocupación por los cambios que sufre el mundo, anticipándose a los nuevos deseos y anhelos que piden sus personajes. Actualizando los criterios de sus procesos creativos para que estos no queden añejos y caducos (las diferencias intergeneracionales y la lucha de fuerzas de sus representantes ocurrían en Koker y siguen ocurriendo en Tokyo).

Curiosa resulta, de nuevo, su puesta en escena decididamente afrancesada tras Copie Conforme, ayudada por una partitura musical elegantísima. De lo mejor que se puede escuchar en toda su filmografía.

Crítica para www.cinemaldito.com
@WeisGuerrero @CineMaldito
Weis
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