Wallander (Serie de TV)

Adaptación inglesa de los libros policiacos de Henking Mankell, la serie Wallander es en gran parte tributaria de una saga de la televisión sueca que recreó cuatro libros del famoso detective de Ystad. Pese a pretender no ser otro remake en el panorama televisivo, la serie procura seguir fielmente el modelo adoptado tanto en los libros de Mankell como en la saga sueca. De esta manera está filmada en la bellísima Ystad, recostruyendo así milimétricamente la historia de cada libro y proporcionando a los lugares y los personajes ese aroma particular que emana del universo de Kurt Wallander.

Sin embargo Wallander innova, sorprende… y enamora. El formato inglés de hora y media, y de tres capítulos por temporada, se ajusta a la perfección a la serie, dándole a Wallander las cualidades cinematográficas de una gran película y permitiendo la elaboración lenta pero progresiva de la personalidad del detective sueco. La belleza plástica de la fotografía es favorecida además por los bellos paisajes del sur de Suecia, y el trabajo suntuoso de la imagen permite construir una atmosfera embriagante y asfixiante que es el sello y la apuesta de la producción.

Y sí, hay que decirlo, Kenneth Branagh conduce su rol a la perfección, mostrando que es un actor que merece más papeles importantes. Si en esta serie acapara la pantalla a expensas de los personajes secundarios, es porque Wallander es ante todo Kurt, su detective, y que los paisajes tristes y vastos de la campiña sueca reflejan el mundo interior, complicado e inestable, de Kurt Wallander.

La serie evita caer además en el maniqueísmo de las series policiacas americanas que ofrecen muchas veces personajes estereotipados y aburridos. La respuesta al eterno problema del detective y el criminal es una respuesta humana, apoyada por un acercamiento realista y una narración sencilla, y amplificada por esa atmósfera agobiante que los ingleses saben hacer tan bien.

He ahí la verdadera revolución de Wallander, tan sencilla que pasa desapercibida: sin historias complicadas ni rebuscadas, sin los espejismos de las grandes producciones americanas, y quizás con una que otra facilidad en las historias, esta serie policiaca pone al ser humano en el centro, sus miedos y sus esperanzas, sus fuerzas y sus demonios. Wallander es definitivamente una serie de calidad y una prueba del gran nivel actual de las series inglesas y de la BBC.

Desgraciadamente desconozco las novelas de Henning Mankell, pero tras ver esta primera temporada de tres episodios de hora y media de duración cada uno, es algo a lo que voy a poner remedio, porque realmente ha conseguido fascinarme.

Hablando propiamente de la serie, la producción de BBC es impecable en muchos sentidos. Presume de dirección elegante, con un suspense realista, siendo la antítesis estética de otras intrigas efectistas y alambicadas como CSI. El tono diríase que es atmosférico y cerebral más que no visceral; aunque se tratan temas sórdidos y casos horribles enmarcados en la tan demonizada sociedad Sueca, que ya parece la cuna del anticristo con tanta ficción criminal como se le prodiga estos días.

No busca efectismos ni los necesita, todo está al servicio del guión. Aunque muchos puedan encontrar su desarrollo lento, ya que el ritmo es pausado, no trepidante, personalmente opino que tiene el tempo que la propia naturaleza realista del relato le requiere, ni más ni menos. Y los casos per se, pues son inteligentes intrigas que huyen de giros finales sacados de la chistera, son relatos negros de vieja escuela, de esos que no hacen trampa con el espectador, sino que van plantando las pistas y desplegando poco a poco los hechos hasta llegar a su resolución.

Pero si algo destaca del conjunto es la labor de Kenneth Branagh como el inspector Kurt Wallander, una interpretación de primer orden que deja en pañales a casi cualquier otro policía televisivo. Wallander es listo pero torpe, fragil y quebrado, su única fuente de alegría es su hija, que trata de que se cuide y pase página con la separación de su madre. Se equivoca, acierta, tropieza, lucha, muestra piedad y raciocinio, pero a veces le pueden los impulsos; pregunta primero y si no hay más remedio, dispara después. La humanidad que impregna Branagh al inspector de Ystad es simplemente apabullante y conforma toda una lección magistral de actuación.

En definitiva, altamente recomendable para todo aquel que busque huir de cansinas intrigas videocliperas y abrazar un producto de buen suspense, personajes con enjundia y alta calidad dramática.

He sido siempre fiel seguidora de las novelas de Mankell. Por eso, al anunciarse la serie de Wallander en televisión, decidí no perdérmela, aunque sin crearme grandes expectativas.
El hecho de que lo protagonizara Kenneth Branagh no me convencía demasiado, pues sus últimos trabajos no han sido de mi gusto aun considerándolo un buen actor. Y, claro esta, la duda de si los británicos lograrían darle ese toque escandinavo tan particular de Mankell, estaba en el aire.
Pues bueno, no solo he quedado gratamente sorprendida, sino que la considero una de las mejores adaptaciones que he podido ver. He disfrutado como una colegiala al ver a mi querido detective Wallander tan bien interpretado. Branagh hace un trabajo esplendido y estoy deseando ver la segunda temporada que empieza en Abril.
El ambiente y la trama son genuinos, y aunque haya diferencias son para mejorar y apenas se notan. La duración de los capítulos es la adecuada para adaptar los libros sin que pierdan su esencia. Son películas, y cada uno de ellos puede ser visto con independencia de los otros.
La recomiendo con entusiasmo y sobre todo a los lectores de Mankell. Disfrutareis.

En tiempos de auge de la novela negra, no debe pasar desapercibido este interesante producto televisivo. Gracias a la BBC, Kenneth Branagh encarna en este trabajo al célebre detective de ficción Kurt Wallander, creado por el brillante escritor sueco Henning Mankell y nos presenta un total de tres de las novelas sobre el inspector Wallander : 1) La falsa pista, 2) Cortafuegos, y 3) Pisando los talones.

Dicho trabajo supone la segunda forma de adaptación de la saga Wallander al largometraje, tras una primera versión sueca protagonizada por Rolf Lassgård en el papel de Wallander, que adaptaba las primeras novelas. Sin duda, en este segundo intento, los personajes adoptan rasgos más específicos y se apartan un poco en algunos aspectos de los creados por Mankell, pero unos guiones cuidadosos, el buen hacer de los actores y un gusto exquisito para la imagen hace de esta producción un trabajo de buena calidad dentro de los cánones televisivos, que sin duda no tardaremos en ver en algún canal nacional.

Recomendable, pues, tanto para los que conocen las novelas como para los que no, si bien éstos últimos se verán sorprendidos por el poco esfuerzo en presentar a los personajes participantes. Y es que como para los seguidores de Mankell, los protas son como de la familia, pues para el resto no se han esmerado demasiado. Aun así, al tratarse de historias sobre crímenes, el espectador no corre riesgo alguno de perderse.

Tengo una regla propia: si una película no pienso volver a verla la califico por debajo del 6. En efecto, nunca más volveré a ver esta serie. ¿Por qué?

Soy un fans de la novela negra y, por consiguiente, del cine negro. Mankell es uno de mis 20 autores favoritos, sobre todo por tres o cuatro títulos nada más, porque entre los libros del inspector Kurt Wallander ha escrito algún bodrio (por ejemplo, "La leona blanca"), siendo los mejores: "Asesinos sin rostro", "Los perros de Riga", "La falsa pista" y "La quinta mujer". Bien, he leído otros libros de Mankell pero me han resultado castañas pilongas. Aprovecho un paréntesis para hacer una recomendación al lector de novela negra. No te pierdas ni uno solo de los 10 libros que la pareja sueca Maj Sjöwall y Per Wahlöö (de los que Mankell se siente discípulo) escribieron en los años 60-70, del inspector Martin Beck, reeditadas ahora en RBA los seis primeros (Roseanna, El hombre que se esfumó, El hombre en el balcón, El alegre policía, El coche de bomberos que desapareció y Asesinato en el Savoy).

La serie de televisión inglesa no está mal, no voy a mentir, pero el personaje que interpreta Kenneth Branagh queda muy lejos del Wallander de los libros. En todos y cada uno de los episodios el Branagh tiene que echar unos lloros, tiene que cabrearse y gritar descomedido a sus ayudantes. Nada más lejos de la realidad. El inspector no es así. Es tímido, melancólico y depresivo pero no una llorona ni un histérico. La exposición que hace del padre tampoco es muy convincente. Y de su hija Linda menos todavía. Y lo que más me cabreó fue las condiciones climáticas que nos muestran. A lo largo de los seis capítulos (transcurridos algunos en invierno) vemos que los vecinos de Escania no usan prendas de abrigo. ¡En Suecia no hay nieve, ni frío! ¡Se puede ir en chaqueta o en camisa¡ ¡Temperaturas primaverales todo el año!¡Ystad es como Lanzarote!

Habiendo visto nada más que el primer episodio (de los ocho realizados en Suecia) "Inspector Wallander: Asesino sin rostro" con Rolf Lassgård de protagonista ya afirmo categóricamente que esta serie sí, ésta sí, ésta sí la veré más de una vez.