En el mundo del cine, como en todos los sitios, aparecen siempre las personas amables que nunca dan su brazo a torcer. En el mundo hitchconiano en particular, son los defensores de las películas del inglés los que más guerra suelen dar, debido parece ser, a la rica cantidad de particularidades que el director británico solía esconder en sus películas. Y tras terminar de ver La soga o Psicosis o Vértigo (films que considero bastante cutres) por décima vez, suelen además, acompañar sus críticas leyendo libros sobre los films del autor.

Y entonces comienzan explicaciones no sobre lo que Hitchcock nos ha dicho, si no en muchas ocasiones, sobre lo que nos ha querido decir. Y yo soy de los que piensa que lo que no pillas a la primera, aunque lo hagas a la tercera, lo único que deja claro es que ese tipo de films son bastante pretenciosos (Hitchcock lo fue toda su vida) por enviar mensajes al espectador que excepto a los que adoren sus películas a los demás nos importan un carajo. Los miedos, las paranoias, los fantasmas del pasado, la sicología barata y las frustraciones varias del inglés a la mayoría ni nos vienen ni nos van. Tan sólo vemos una película y si no tienes la suficiente maestría como para mostrarnos todo lo que nos quieres contar sin que tengamos que adivinarlo, interpretarlo o descubrirlo cuando seamos viejecitos, pues entonces eres bastante malo. Y tus films bastante aburridos aunque solo tus oscuras intenciones sean buenas.

Y Vértigo peca de éso y de más. La historia es demasiado estúpida como para tomarla mínimamente en serio. Y la ves... y dices... bufff! qué muermo, no? Y resulta que al lado hay una persona amable y empieza a inflarte a ostias porque es la décimo cuarta vez que la ve y no va a permitir que un australopitecus como tú pueda mancillar el nombre de dios. Y entre ostia y ostia le explicas que dios eres tú y al final terminas del británico hasta los mismos coj...es. Y de sus personas amables.