El tiempo pasa, en una estación todos suben y bajan, unos pocos trabajan en sus negocios y algún singular muchacho controla que todos los relojes estén a punto, que el tiempo pase a su tiempo, esperando cumplir su deseo, encontrar un mensaje divino, que fluya la magia, esa es la palabra, no hay que abrir la mente, el montaje de "La invención de Hugo" va dejando detalles que permiten soñar, el cine es eso, la posibilidad de hacer los sueños realidad, precisamente esperaba que Scorsese ocupara más su tiempo en rodar sueños, aunque para siempre queda su versión de la primera película rodada, ese tren llegando a la estación, para comparar el paso del tiempo.

Y es que se ocupa mucho tiempo en el homenaje al propio cine, la intriga, sólo por descifrar el pasado es dinámica, pero el contenido social es mediocre y el drama por lo vivido, el de las pérdidas de personas y profesiones, me parece amplificado, quizás sea lo único que no me funciona, porque todo el montaje es merecedor de estatuillas, personajes que encuentran sus objetivos en la vida y secuencias de rodaje de los inicios del cine, para mí al menos, nunca vistas antes, es como si desde aquel viaje a la luna hasta el día de hoy no haya pasado nada más, el tributo de tintes franceses enamora, la estación deslumbra, la fantasia contagia..., no es fácil realizar un producto para todos los públicos y representar su propia vida, las virtudes de Scorsese se reúnen para obtener algo único, que deja sensaciones diferentes, algo así como que ese autómata tenga vida propia para dibujar el primer fotograma de la ciencia-ficción.