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Vitoria, 3 de marzo

Drama Película sobre la masacre del 3 de Marzo de 1976 en Vitoria-Gasteiz. Cinco trabajadores murieron a manos de la policía durante el desalojo de una asamblea en la iglesia del barrio de Zaramaga, en el contexto de una larga huelga. (FILMAFFINITY)
La masacre de la iglesia de San Francisco
El 3 de marzo de 1976, cinco trabajadores murieron y más de 150 resultaron heridos bajo las balas de la policía durante el desalojo de una asamblea celebrada en la iglesia de San Francisco de Asís, en el barrio de Zaramaga, en Vitoria-Gasteiz. La reunión llegaba en el contexto de un largo paro obrero cuando, tras la muerte del dictador Francisco Franco, aún estaban prohibidos en España los derechos de reunión, manifestación y huelga. La policía lanzó gases lacrimógenos al interior de la iglesia y disparó con pelotas de goma y también con fuego real a las personas que escapaban del recinto.

Conviene recordar a los más jóvenes que, en ese momento, pese a la desaparición del dictador, aún ejercía de presidente del Gobierno el ministro franquista Arias Navarro, en el poder hasta el 1 de julio de 1976. El Referéndum para la Ley para la Reforma Política no llegaría hasta diciembre de ese año y las primeras elecciones democráticas después de la dictadura, hasta el 15 de junio de 1977. En ese entorno, los primeros meses de 1976 sirvieron a los sindicatos, también aún ilegales, para reforzar su desafío por la reivindicación de los derechos laborales.

La huelga de Vitoria se convirtió en un emblema y la patronal reclamó mano dura al Gobierno Civil, que dependía del Ministerio de Gobernación (hoy, Ministerio del Interior) liderado por Manuel Fraga Iribarne. En la fecha de la matanza, Fraga estaba ausente en viaje diplomático en Alemania y fue sustituido en funciones por Rodolfo Martín Villa, Ministro de Relaciones Sindicales. Para apagar la huelga de Vitoria, se reunieron las fuerzas policiales vitorianas ayudadas por otros contingentes de toda España. Hoy, la jueza argentina María Servini mantiene imputado a Martín Villa, junto con otros responsables, como autores de crímenes de lesa humanidad y aún no se ha juzgado a nadie por su responsabilidad en la negra jornada.



“Vitoria, 3 de marzo” es un loable, aunque insatisfactorio, intento de cine de la memoria, una llamada al recuerdo de una tragedia que permanece en el recuerdo de los vitorianos. Cine social y comprometido que quiere agitar conciencias y convocar a la lucha contra el olvido. Lo malo es que ha elegido un camino narrativo en el que la ficción apaga la llamada a la realidad, por más que la película esté llena de imágenes documentales del momento. El relato deja caer su mirada sobre una familia de clase media, en la que la madre es una mujer desideologizada, el padre un periodista que ha renunciado a sus sueños en nombre del pragmatismo y la hija, Begoña, una adolescente que da sus primeros pasos en el terreno de la rebeldía social. Begoña emprende una relación amorosa con Mikel, un activista sindical que lidera el movimiento huelguista, cuyo romance se convierte en el eje de la historia y en el que el idealismo un tanto ‘naif’ de Begoña ejerce de contraste con el activismo de Mikel.

El principal problema de la película es que entabla una pelea continua entre su crónica social, su reivindicación política y su historia de ficción, en la que no siempre resulta vencedora. Los personajes están trazados de una pieza, los diálogos suenan acartonados en muchas ocasiones y la narración amorosa no es sino la repetición de tantas otras vistas en tantas películas.



El casting tampoco ayuda demasiado, con la excepción de las tres protagonistas femeninas, entre las que destacan una estupenda Ruth Díaz, que tras una larga trayectoria fue candidata a la mejor actriz revelación en 2017 por “Tarde para la ira”, y una presencia deslumbrante, la de la joven Amaia Aberasturi, vista hasta ahora solo en series como “Víctor Ros” y “45 Revoluciones”. Su magnífico trabajo llena de vida las mejores secuencias del filme y resultan admirables su contención dramática y su veracidad interpretativa. Una actriz a seguir en el inminente cine español.

Duele valorar duramente una película como “Vitoria 3 de marzo”, en especial porque no existen demasiadas obras en el cine español que muestren su compromiso y su arrojo para narrar nuestra historia más reciente. Porque en pocas ocasiones se puede disfrutar en el cine español de la presencia de canciones emblemáticas como “A galopar”, de Paco Ibáñez, que suena en los títulos de crédito iniciales y acompaña otras partes del metraje, o de “Campanades a morts”, la canción que Lluís Llach compusiera en memoria de las víctimas del 3 de marzo. Y también porque, indiscutiblemente, la recreación de la época es magnífica, y porque se siente el intento de su director, el debutante Víctor Cabaco, por dotar de nervio a sus imágenes, muy logradas en la extensa secuencia final que relata el asalto a la iglesia, aunque también entorpecidas por una música altisonante (un extraordinario acierto es del de incluir las terribles grabaciones reales de la radio de la policía durante el asalto, disponibles en Internet para cualquier interesado).
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
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