Haz click aquí para copiar la URL

Identidad borrada

Drama El hijo (Lucas Hedges) de un predicador baptista de una pequeña ciudad norteamericana, se ve obligado a participar en un programa para "curar" su homosexualidad, apoyado por la Iglesia. Cuando a los 19 años Jared Eamons (Lucas Hedges) cuenta a sus padres Nancy y Marshall Eamons (Nicole Kidman y Russell Crowe) que es gay, el joven comienza a ser presionado para que asista a un programa de terapia de conversión gay, o de lo contrario será ... [+]
Sexualidad y represión
Joel Edgerton en un tipo curioso. Como actor ha participado en un buen número de series y TV movies, además de en películas como “Open Windows”, “La cosa” y “Llega de noche”. Como guionista, ha escrito muy buenos libretos, como prueban “El rastro del delito” y “La venganza de Jane”. Ahora, en su segunda película como director y guionista después de “El regalo” en 2015, Edgerton se lanza a una reflexión sobre la represión sexual y los terribles tratamientos a los que se someten gays y lesbianas para “curar” su homosexualidad. Una certera sentencia advierte en “Identidad borrada” de que, al terminar el rodaje de la película, en 36 estados de EE UU todavía están permitidas las terapias de conversión sexual en menores de edad. Y atemoriza que sigan teniendo lugar en todo el planeta y que estén presentes en las últimas noticias en los medios de comunicación de las democracias occidentales.

“Identidad borrada” toma como base la autobiografía de Gerard Conley “Boy Erased: A Memoir of Identity, Faith and Family”, un libro publicado en 2016 que se convirtió muy pronto en un referente para la comunidad LGTBIQ. Conley proporcionaba una voz y un rostro, los suyos, a quienes sufrieron y sufren las atrocidades de las terapias de conversión (que suponen también una buena fuente de lucro para sus creadores). No solo eso, tanto el libro como la película de Edgerton claman contra la homofobia “normalizada”, presente en las instituciones sociales y, especialmente, religiosas, y contra la marginación y la represión que padecen miles de jóvenes en todo el mundo.



Gerard Conley lleva el rostro, en “Identidad borrada”, de Lucas Hedges, un actor a seguir que confirma las expectativas creadas en títulos como “Manchester frente al mar”, “Ladybird” y “Tres anuncios en las afueras”. Tras confesar su homosexualidad a sus padres, un pastor baptista y una ferviente devota, habrá de elegir entre ser rechazado por su familia o asistir a un programa de reconversión sexual (liderado por un “terapeuta” que Edgerton se reserva para sí, convertido en el villano de la función)
Edgerton, mucho mejor guionista que director, fía toda la fuerza del relato a su poderoso libreto, que contiene ágiles diálogos, tan concisos como veraces, y se afianza en una excelente progresión dramática, pero abandona la labor de puesta en escena que queda convertida en un trabajo funcional, casi indetectable. En “Identidad borrada”, las imágenes siempre caminan de la mano del guion. Pese a ello, la fuerza de la historia es evidente y Edgerton se esfuerza en controlar su desarrollo para evitar tanto el ternurismo como la afectación. También se aferra a un potente ejercicio de activismo. Su retrato de las terapias del centro resulta medido, pero también explícito, y traza con sinceridad la experiencia de estos jóvenes encerrados primero en sí mismos y más tarde en los muros de la intolerancia y la represión; también, en muchos casos sometidos a vejaciones físicas y ataques psicológicos en cónclaves aterradores orquestados por gurús ante los que carecen de armas de defensa. Resultan espeluznantes los intentos del “guía” por dotar de motivos a la elección sexual del protagonista amparándose en herencias familiares o en ridículas causas psicológicas entre las que debe entrar, cómo no, el odio al padre.



Edgerton apuesta por atraer a los espectadores jóvenes al llenar de referentes su película. Antes de los créditos, ampara unas imágenes de la infancia del joven protagonista en la canción “The Good Side”, de Troye Sivan, que aparecerá como actor secundario acompañado por Flea, miembro fundador de Red Hot Chili Peppers o por el niño prodigio (ya no tan niño) del cine canadiense Xavier Dolan.

Hay verdad en algunas imágenes de “Identidad borrada”. Lástima que Edgerton no se haya aplicado a fondo en llenar sus secuencias de nervio, de músculo visual (que sí poseía, por ejemplo, “The Miseducation of Cameron Post”, de Desiree Akhavan, centrada en una joven lesbiana enviada a un centro cristiano de “rehabilitación” y gardonada con el Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance). Pese a todo, la consistencia del guion y la excelencia de los actores consiguen secuencias de alto voltaje, en especial aquellas en las que participa Nicole Kidman y en momentos cargados de turbiedad como el acercamiento entre Hedges y Joe Aldwyn (otro actor excelente), evidente muestra de un encuentro carnal trágico, nacido de una sexualidad no aceptada y de la feroz represión de un entorno.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
arrow