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Abominable

Animación. Fantástico. Aventuras. Comedia. Infantil Yi es una adolescente más en la enorme ciudad de Shanghai. Un día, se encuentra a un joven yeti en la azotea de su edificio. La supuestamente “abominable” criatura, que se ha escapado del laboratorio donde estaba encerrado, está siendo buscada por toda la ciudad. Junto con sus ingeniosos amigos Jin y Peng, Yi decide ayudarle a huir, y los cuatro se embarcan en una épica aventura para reunir a la mítica criatura con su familia en el pico ... [+]
El camino de vuelta
El análisis de ‘Abominable’, entendida esta como lo que claramente es (o sea, una cinta de animación diseñada para ser consumida por el público más joven), puede ventilarse en poco espacio y en aún menos pinceladas. De hecho, aviso que así pretendo hacerlo. Porque el producto, efectivamente, no da para más... y porque su interés, siempre en mi opinión, trasciende la literalidad de unas imágenes que, irónicamente, no se muestran demasiado interesadas en salir del confort que ofrece el nivel más epidérmico. El misterio está prácticamente prohibido, y claro, apenas dura unos segundos. Los que tardamos en salir del punto de vista subjetivo con el que inicialmente se nos presenta la acción.

Lo primero que vemos son las frías celdas e interminables pasillos que componen lo que parece ser un complejo científico. A nosotros, espectadores, se nos pone en la posición, situación y piel de una inmensa criatura peluda cuyo destino ha quedado confinado en este aterrador lugar. Corte, y ahora sí, apreciamos al monstruo en cuestión. Pelo blanco (mucho), amplia boca y ojos igualmente gigantescos. Y por si todavía quedaban dudas con respecto a su identidad, los sucesos nos plantan delante de un cartel publicitario revelador. A lo lejos, las luces de la ciudad en la que nos encontramos, se apagan al lado de un destino que en realidad es promesa: el Everest.



La bestia, que hasta hace nada estaba hecha una furia incontrolable, se apacigua, y observa con detenimiento esta montaña que despierta en ella las propiedades de uno de los combustibles más potentes jamás conocidos: la nostalgia. Y ahí estamos, una vez más, en un caso de películas potencialmente gemelas... concretado, por lo que parece, en un pack de trillizas. Y es que en el espacio de un año, habrán llegado a nuestra cartelera ‘Smallfoot’, de Karey Kirkpatrick y Jason Reisig, ‘Mr. Link. El origen perdido’, de Chris Butler, y ahora, ‘Abominable’, de Jill Culton y Todd Wilderman. Tres títulos con un denominador común: el Yeti, ese “abominable hombre de las nieves”.

Esa legendaria criatura revivida a través del cine de animación. Las dos películas hermanas que acabo de citar, suponen unas referencias tan obvias (y a la vez, tan inalcanzables, a juzgar por todo lo que Culton y Wilderman son capaces de mostrar), que no merece la pena detenerse en su análisis comparativo. Tampoco en el que podría despertar ‘Up’, de Pete Docter y Bob Peterson (clásico Pixar imprescindible para el dibujo del villano de esta función), o ya puestos, el de la saga de videojuegos “The Legend of Zelda”, evidente fuente de inspiración en la afinación de los instrumentos con los que invocar ese factor mágico que tan bien sienta a este tipo de cuentos.



Cualquier comparación, como he dicho, es odiosa porque solo puede hacer daño. Por los -impresionantes- méritos de la competencia, claro... pero también (y sobre todo) por los deméritos propios de una propuesta incapaz siquiera de aspirar a la grandeza. El monte Everest, el techo del mundo, como meta a todas luces inalcanzable; testigo de un mundo cada vez más homogeneizado... Y ahí está el interés. En la urbe antes mencionada, donde ha echado a andar la historia, vemos señales escritas con ideogramas y gente con evidentes rasgos asiáticos.

No obstante, la versión original hace que todos ellos hablen en un inglés perfectamente americanizado, eliminando de paso cualquier rasgo en su comportamiento que pudiera recordarnos lo más mínimo su supuesta identidad china. No obstante, la película es propiedad (intelectual, espiritual y, por supuesto, comercial) del gigante asiático. Es el enésimo síntoma de la virulencia con la que avanza el fenómeno globalizador: imparable, insaciable y, claro, definidor del planeta que nos está quedando. Las banderas, para bien o para mal, ya casi no importan nada. Las dinámicas de mercado como fuerza (mayor) más poderosa que cualquier inquietud artística que pueda venirnos a la cabeza; las particularidades geográfico-culturales como engorroso obstáculo a evitar.



En este sentido, a lo largo de los últimos años, ha sido una práctica habitual en las superproducciones de Hollywood el intentar complacer a las autoridades culturales de China. Esto se ha hecho a través de escenarios, temáticas y elecciones de casting que acercaran el producto a las latitudes (físicas y sensibles) de dicho país. Pues bien, ‘Abominable’, co-producción fraguada a ambas orillas del océano Pacífico, da la sensación de estar invirtiendo el sentido de este camino comentado. El sello DreamWorks Animation, actualmente sumido en una decadencia indisimulable, parece ser usado aquí como mera garantía de que el producto va a ser apto para la audiencia occidental, nuevo fin de trayecto en esta aventura empresarial.

La pobre renderización por ordenador, el esquematismo en el dibujo de los personajes, la -peligrosa- infantilización de temas tan adultos como el abuso, determinadas escapadas humorísticas filo-surrealistas (véase cada efímera aparición de la serpiente amarilla de Mr. Burnish), despliegues visuales al borde del kitsch... Señales inequívocas del control que Pearl Studio tiene sobre el film. La sucursal asiática de DreamWorks, ya se ve, está en vías de convertirse en empresa matriz. La animación “extranjera” se viste de americana, imitando de forma torpe sus gestos más carismáticos, pero también demostrando que tiene la teoría bien aprendida. Es el más de lo mismo, versión “Made in China”. Lecciones de la globalización, ese monstruo tan carente de sutilidad como provisto de efectividad a la hora de conquistar sus propias cimas.
Escrita por Víctor Esquirol (FilmAffinity)
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