The Farewell

Ha asegurado la directora Lulu Wang que la idea de su segunda película nace de una experiencia personal: cuando a su abuela le fue diagnosticado un cáncer, la familia decidió ocultárselo y, para despedirla convenientemente, organizó nada menos que una boda en la que se reunirían todos los miembros del clan. Uno da por supuesto que lo que relata Wang es cierto, y le asalta la idea de las posibilidades que tendría una historia semejante para elaborar una comedia negra o un drama de alto voltaje. Sin embargo, Lulu Wang ha trazado una película diferente, la que muestra un cordial retrato familiar amparado por lo cotidiano y empapado por sentimientos que pugnan por mostrarse entre los personajes.

De manera que, en lugar de una película "basada en hechos reales", nos encontramos con un relato "basado en una mentira real", que despliega con suma credibilidad un mundo de relaciones familiares descrito bajo una capa de afabilidad que no esconde más de una ocasional arista. “The Farewell" nace de un guion de la propia Wang, excelente y lleno de recovecos, apoyado en una progresión narrativa que, aunque sosegada, no aparta el pie del acelerador una vez puesta en marcha, y que describe pacientemente a sus personajes, con suma minuciosidad. No abundan los guiones tan precisos y ensamblados como el de esta obra, un auténtico armazón desde el que desarrollar las imágenes.



La reunión en China de la familia, a la que acuden los miembros que residen en Estados Unidos por primera vez en 25 años, en torno a la despedida de la abuela Nai Nai es el eje de la acción, pero siempre en torno a la excusa buscada por el clan, la boda entre Hao Hao y Aiko, su prometida japonesa, que sirve para generar los algunos momentos cómicos de la película, secuencias se entremezclan en el drama con asombrosa fluidez y que Lulu Wang mide con perspicacia. Porque "he Farewell", en esencia, es una película de emociones. Pero nunca desatadas, jamás grandilocuentes.

Y entre esas emociones encontradas se mueve Billi, la verdadera protagonista del filme, encarnada por una monumental Awkwafina, que después de sus trabajos en películas como "Ocean's 8" y "Crazy Rich Asians", se revela como uno de los grandes alicientes de la función y entrega una interpretación matizada y compleja, apoyada en la fuerza de su mirada (las secuencias en las que se muestra sola en la pantalla adquieren un apabullante voltaje emocional). Su personaje también esconde algunos secretos y alguna que otra deshonestidad, pero la actriz lo humaniza hasta el extremo desde una notable simplicidad expresiva.

Tampoco ahorra Lulu Wang el retrato del choque de culturas, especialmente definido en el personaje de Billi, nacida en China, pero criada en Estados Unidos (como la propia cineasta, estadounidense nacida en Pekín). La mirada de la autora, muy lejos de centrarse en lo "pintoresco", indaga y remueve patrones culturales enfrentados para buscar una cierta llamada a la tradición, siempre, como ocurre con todos los temas que aborda la obra, bajo un barniz emocional (Wang muestra también con claridad la oposición entre la individualidad occidental y la colectividad oriental, representada en esa familia numerosa sentada a la mesa, acariciada por la cámara de la película, una comunidad de la que Billi terminará por sentirse partícipe).



No es sencillo realizar una película como "The Farewell" (y menos aún escribir su delicado guion), siempre al borde del melodrama, pero sin asumir sus códigos, siempre al límite de la tragedia, pero conteniendo su cercanía. Casi supone una 'rara avis' en el cine contemporáneo: por lo suave de su trazo, por la renuncia casi absoluta a los movimientos de cámara, por la ausencia casi total de los primeros planos (indispensable en un filme que pretende un retrato grupal para convertirlo en símbolo social), por su estilo visual que parece que apuesta por la levedad para, poco a poco, mostrar que el contenido del plano es el que incluye la información significativa… Y también por su apuesta por empapar de emoción cada secuencia, sin estridencias ni afectación, sin clímax grandilocuentes.

Más aún, en todo el metraje late una sincera reflexión sobre el sentido de la pérdida. "The Farewell" enfrenta al espectador con una mentira piadosa y lo interpela acerca de su aquiescencia ante ella. Pero, según avanzan los minutos, no resulta tan importante el presunto dilema moral, sino el enfrentamiento con uno mismo al mirar hacia el futuro. Y percibir, como tal vez lo haga Billi, que la pérdida de un ser querido es la que, quizá, nos recoloque en el mundo. Y la que, quizá, consiga que reafirmemos nuestra propia existencia.