Haz click aquí para copiar la URL

Paradise Hills

Ciencia ficción Paradise Hills es un internado de lujo donde familias acomodadas mandan a sus hijas para que sean entrenadas y educadas para ser mujeres perfectas. Uma (Emma Roberts) es enviada allí y pronto descubrirá que la residencia oculta un oscuro secreto.
Cine bajo el signo de los tiempos
Casi supone una provocación el debut como directora de la bilbaína Alice Waddington. Más allá de sus evidentes logros y sus muchos defectos, lo cierto es que es todo un alarde de desfachatez fílmica nacido de una mezcla de géneros en la que está presente tanto el cuento cruel como el manifiesto feminista, la perversión de un mundo futuro (o quizá presente) como el acabado lisérgico. Todo ello a costa de un siniestro internado de lujo en el que las jovenzuelas de la alta sociedad son enviadas por sus padres con la intención de que sean convertidas en mujeres (y esposas, claro) perfectas.

A "Paradise Hills", por descontado, se le nota demasiado su vocación de irreverente, y en muchas ocasiones abandona el trabajo de puesta en escena para crear únicamente imágenes de impacto, pero también ofrece algunos momentos de cine imaginativo y arriesgado. Tampoco se puede negar que es una película hija de su tiempo, este en el que la hipervisualización manda por encima de la construcción de las imágenes, en el que el exceso como figura de estilo es saludado como una innovación.



"Me gustaría que la película sirviera de inspiración a chicas de 13 o 14 años, que vean que los héroes también pueden ser ellas, que son mujeres", ha asegurado la directora. De acuerdo. Queda más que claro en su obra, en la que la isla que sirve de internado-reformatorio-cárcel a las protagonistas se convierte en metáfora de un mundo, el nuestro, empeñado aún en decirles a las mujeres cómo se deben comportar para serlo (basta echar un vistazo a cualquier tipo de publicidad a ellas destinada). "¡Asuman su sacrosanta feminidad!" parece escucharse como grito hacia los personajes de "Paradise Hills". Contra ello se rebela Alice Waddington en una reivindicación gamberra, exagerada, pero entre cuyos defectos no se encuentra la gratuidad.

El control social y mediático sobre las mujeres, la lucha de clases, el sexo, el culto al cuerpo… todos ellos son asuntos que están presentes en el guion elaborado por Brian DeLeeuw y Nacho Vigalondo a partir de una historia concebida por la directora. Temas interesantes a pesar de que no casen bien a lo largo del metraje, porque su desarrollo narrativo, que parte de la sátira, tropieza en muchas ocasiones con una exposición demasiado explícita.



A Alice Waddington, lanzada al barroquismo expresivo, le falta encontrar un poco más de poso en su puesta en escena y moderar su ansia de llenar los planos de todo tipo de exageraciones (su explosión escenográfica ahoga el peso de la reflexión que debe sostener un relato que se quiere crítico). Aunque quizá no se pueda luchar contra el signo de los tiempos. Tiempos en los que las imágenes emulan conceptos visuales en lugar de construirlos. Porque se percibe la lucha de la directora por dotar de enjundia a su película, aunque quede asfixiada por las estampas, brillantes sin duda, sobre las que construye un discurso que a menudo se queda en retórico.

No obstante, uno tiende a ser generoso con una película que se lanza al vacío con sumo desparpajo y que hace del añejo lema "épater les bourgeois" casi una razón de ser. Y cabe alabar en una directora debutante su sorprendente soltura para manejar la cámara y para encontrar un sostenido ritmo narrativo, lo que da pie a más de una secuencia en la que, entre su mundo de abusos visuales, se den la mano lo inquietante y lo bizarro. Es en su desenlace donde los lastres de "Paradise Hills" se muestran más a la vista, al conducirse mucho más por terrenos emocionales que reflexivos, lo que resta agresividad a la propuesta. Ahora bien, si nos quejamos de que el cine comercial de hoy resulta adocenado y trivial, bienvenidos sean trabajos que se asoman al precipicio como el de esta cineasta que bajo una apariencia festiva y gamberra, tiene muchas cosas que decir.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
arrow