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El peral salvaje

Drama Un aspirante a escritor regresa a su pueblo natal en Turquía, pero se siente abrumado por las deudas y problemas que tiene su padre.
La pureza de la imagen justa
Pocos directores enmarcados en el cine de autor pueden presumir de una trayectoria tan singular como el turco Nuri Bilge Ceylan. Sus películas, siempre personales, siempre rodeadas de asumidos rasgos estéticos, abundan tanto en contrastes como en constantes autorales. Obras estilísticamente depuradísimas, en las que conviven los extensos planos secuencia que resultan tan queridos al cineasta con un manejo ejemplar de un recurso tan aparentemente sencillo como el plano-contraplano, al que Ceylan llena siempre de sentido con las variaciones de los encuadres; son obras que contraponen luminosas secuencias diurnas con opresivas escenas nocturnas, obras que bucean en las miserias humanas y que intentan adivinar anhelos y esperanzas.

Los personajes de Nuri Bilge Ceylan siempre viajan en busca de una particular tierra prometida, exterior e interior. Sujetos que anhelan una incierta felicidad, una incierta autorrealización, envueltos por un entorno cotidiano que se revela insustituible, pero acechados también por un contexto borrascoso que no es sino el reflejo de su ánimo. En "El peral salvaje", su octava película, el artista turco incide, ahonda y revuelve las obsesiones de todo su cine. Un filme amargo y sólido, triste y humano, que persigue a Sinan, un joven aspirante a escritor que regresa a la casa familiar y encuentra a un padre derrotado, arruinado por las deudas acumuladas en el juego, y a una familia enfrentada y arisca. No será en el retorno sonde Sinan halle su Ítaca personal. Todo lo contrario, se sumerge en un ambiente que ya no siente como suyo, en una vida casi rota donde ya no puede aferrarse a ninguna pertenencia.



Sinan pelea contra su núcleo familiar, pelea contra sí mismo, pelea contra su rabia, pelea contra su indecisión… mientras bucea en su interior para hallar un hilo de perdón, para aferrarse a una esperanza que intuye presente, pero compleja. Sabe que su refugio puede estar en la escritura, pero su empeño choca contra las imposibilidades económicas y contra su propia concepción de la literatura ("Hay muchas realidades", le espetará un escritor local de éxito). Como en "Los climas", "Érase una vez en Anatolia" o "Winter Sleep", Ceylan hace partícipe al espectador de una experiencia al límite, lo incluye en las imágenes para que las viva desde dentro y lo encadena a sus personajes para que comparta, casi a la fuerza, frustraciones y anhelos…

En los planos secuencia de "El peral salvaje" late un cine fuera de norma. Un cine que busca en la pureza de la imagen la máxima intensidad expresiva, que disecciona la realidad para convertirla en la ficción más real posible y que juega con los elementos estilísticos para conseguir tanto la premura de la emoción como el peso de la reflexión. Ceylan muestra primero, analiza después y disecciona al fin. Y deja al espectador el tiempo necesario para que lo acompañe en su relato.



Tiempo. Otro de los conceptos básicos en el cine del artista turco. El protagonista de "El peral salvaje" vive encadenado al paso de los días tanto como su padre, que busca una identidad que hace años perdió, empeñado en cavar un pozo de agua en un secarral. El tiempo que pasa, la losa de un devenir imparable que asola un pasado irrecuperable, convive con el primoroso tiempo fílmico de la obra, siempre asentado en un ritmo que nace de la necesidad expresiva de las imágenes.

En "El peral salvaje" se intuye otro paso del cineasta hacia una carrera de largo recorrido, poblada por personajes heridos e imágenes puras. Ejemplo palmario del quehacer creativo de un artista personal y libre, esta obra inclasificable, pausada, quietista incluso, quiere que el espectador acceda a todos los elementos del plano, que rastree toda la extensión del encuadre. Para ello, debe reposar la mirada. Y como los aspavientos y los voceríos de la mayor parte del cine contemporáneo nos la dejan casi siempre bastante fatigada, bienvenido sea ese descanso.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
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