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La audición

Drama Anna enseña violín en una escuela para jóvenes músicos en Berlín. En contra del criterio de sus colegas, la profesora aprueba el ingreso de Alexander, un chico en el que detecta un notable talento. Le instruye con gran dedicación y afecto, y pronto le dedica más atención que a su propio hijo. Surge la rivalidad entre ambos chicos, mientras el matrimonio de Anna se tambalea. Pero donde ella falló, su talentoso alumno debe tener éxito, y ... [+]
La obsesión como motor vital
El detallado y minucioso retrato de una obsesión. Ese es el eje narrativo de esta excelente segunda película como directora de la actriz alemana Ina Weisse, que permanecía desaparecida tras la cámara desde el ya lejano año 2008, en que estrenó la estupenda "The Architect". En "La audición" se vuelca en el personaje de Anna, una profesora de violín que dejará ver muy pronto un carácter obsesivo, absorbente y desequilibrado. En realidad, la obsesión de Anna es triple: se dirige hacia sí misma, hacia la propia música y hacia un nuevo alumno en el que detecta una imprevista brillantez.

Anna busca la perfección. Lo hace de manera consciente en el terreno musical, pero no tanto en el personal. Y "La audición" se empapa de su persona, porque la protagonista permanece siempre en escena, inundando todos los planos de la película gracias a una interpretación descomunal (y estremecedora) de Nina Hoss, presencia habitual en el cine de Christian Petzold y una de las actrices más potentes del panorama europeo, premiada justísimamente en el pasado Festival de San Sebastián. Un trabajo modélico, aparentemente pétreo, pero plagado de matices, que transita de manera sutil, aunque rotunda, entre la confusión, la tenacidad y la desesperación.



La prestigiosa profesora de violín aprueba el ingreso de un nuevo pupilo, Alexander, en su escuela de jóvenes músicos, incluso en contra de la opinión de sus compañeros. Absorta en su alumno, Anna vuelca en él sus propios deseos de reconocimiento, en una relación insana que se extiende por toda su vida hasta infectarla e inocular su virus en su matrimonio y en el trato con su propio hijo. Anna va a vivir una existencia vicaria a través de Alexander y pronto resultará evidente que la insatisfacción hacia su propia vida será el insalubre combustible que alimente su relación con el joven pupilo.

Desde las primeras secuencias, llama la atención el riesgo que corre Ina Weisse al entregar su película a un personaje con el que el espectador tendrá muchas dificultades para empatizar. Un personaje agrio, al borde de lo psicótico, que escapa en muchas ocasiones a la comprensión, pero ante el que Weisse y su valerosa actriz se entregan a tumba abierta. Pero lo más asombroso es la naturalidad dramática con la que la directora se vuelca en el relato. No hay un solo gesto prescindible, ni un plano alterable, ni un movimiento de cámara arbitrario. La sutileza se apodera de la narración, que no necesita de golpes de efecto, de subrayados o de énfasis para crear su sórdido universo. Weisse muestra y el espectador absorbe. Ese es el trato. Y es cierto que en eso recuerda al cine de Haneke, con el que se ha emparentado a la película, aunque el austriaco indaga en zonas aún más sombrías. "La audición" conecta, más bien, con el Chabrol más cruel y feroz, muy especialmente en los terrenos del árido retrato familiar, en los recovecos del relato que muestran las relaciones de Anna con su hijo, que la llevan al desentendimiento maternal en favor de la atención obsesiva a su discípulo.



De ese modo, el desequilibrio de Anna actúa como absoluto motor de “La audición” y apresa todas sus imágenes. En pocas ocasiones se accede a una sequedad formal tan asumida, a una renuncia a cualquier expresividad superflua. La cámara de Ina Weisse aspira al ascetismo y a tratar el drama de la forma más limpia, siempre atenta a cada movimiento, a cada gesto, para mostrar cómo sus personajes se hunden progresivamente. Y para acompañar su tragedia, la música de Bach actúa de contraposición a la persistente descomposición personal de la protagonista.

En el rostro de Nina Hoss late la ambición esencial de "La audición": la obstinación de una artista por reivindicarse a través del talento de otro, la ofuscación por vivir otra vida, el empeño de la realización personal por medio del sufrimiento y la mortificación. Todo ello culmina, condensado, en un desenlace tan modélico como estremecedor, que eleva el primer plano a la categoría de imagen definitiva.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
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