Sé, que para la mayoría, "Luna nueva", será siempre la mejor versión cinematográfica basada en la obra teatral de Ben Hecht y Charles MacArthur, "The Front Page", y esto no lo voy a poner en duda. Mas permítanme, que para mí sea, "Primera plana", la que me cautive en la narración de esa historia que nos introduce en los entresijos de la prensa escrita, en los de sus reporteros, audaces y decididos, maestros del sintetismo, la exageración y el sensacionalismo, rayanos siempre en la difamación y tan dados a escoger, a la hora de escribir, en favor de la concreción y la inmediatez, antes de la sintaxis o la ortografía; los antaño conocidos cómo, “caballeros de la prensa” -aunque para los cánones de hoy en día suene más prudente decir, “caballeros y damas de la prensa”-. Entresijos entre los que no olvido a esos editores, huraños, obsesivos y de ningún escrúpulo; sobre todo ante una primicia.

“Primera plana” respira en el ambiente, siempre dinámico, corrosivo y electrizante de los guiones de Diamond y Wilder, en la armónica atmosfera de compenetración que alcanzaron, Walter Matthau y Jack Lemmon, ante la cámara. Esa extraña, pero a la vez genial, pareja de cine.

Y cómo es marca de la casa, tiene ese final, redondo y magistral, que deja al espectador tan buen sabor de boca. En, este caso, no se pierda el epílogo en el que nos dan cuenta de la posterior vida de los personajes tras la película -un tipo de epílogo que marcó escuela y que verá en algunas otras cintas, sobre todo de los setenta-.