Allá por 2013 el panorama para una producción de terror era algo confuso. Por un lado, se trataba de un género sobreexplotado por una infinidad de películas genéricas hechas en su mayoría con plantilla, así que encontrar elementos con los que hacer diferente tu película no era cosa sencilla. Por otro lado, lo sobrenatural estaba de moda y era una época (antes del COVID) donde pasar una tarde de comida y cine o cine y merienda era una rutina perfectamente aceptable, por lo que cualquier producción de este estilo tenía prácticamente asegurada el retorno de inversión con aficionados a los sustos y los chillidos estridentes que, aunque no me cuento entre ellos, no son pocos.

En el caso de “Mamá”, las primeras impresiones son de cierta pereza, al percibir la misma factura, la misma ambientación o el mismo clima que en sus coetáneos Babadooks, ouijas y similares. Pero también es verdad que, si bien su formato no dice nada nuevo, su argumento me atrapa porque, por primera vez en mucho tiempo, da la sensación de ser una película que quiere contar una historia y no limitarse simplemente a recorrer los lugares habituales y generar las situaciones de sobresalto pertinentes. Hay una introducción bien hecha y una presentación de los personajes que logra contar mucho y definirlos bien en poco tiempo. Hay un nudo en forma de investigación bien llevada que aliña cada giro con una revelación coherente que, en conjunto, conforman una trama sólida con elementos sobrenaturales que no se van de madre y se pueden aceptar. Y, sobre todo, hay un desenlace que yo creo que está muy por encima en coherencia y atrevimiento a productos del estilo.

La película utiliza elementos habituales del cine de terror, pero de manera marginal, casi por dar el gusto a los puristas. Yo veo más a “Mamá” como una película de misterio donde el propio devenir de la trama conduce a escenarios sobrecogedores e inquietantes en sí mismos, no por componentes adicionales como subidas a traición del volumen o repentinas caras grimosas en el espejo, que también hay. De las pocas películas de este estilo que llegan al final con verdadero interés por conocer cómo acaba el tema y no decepciona. Unes a eso un reparto encabezado por Chastain, cuando aún atendía encargos de segunda y por el Matarreyes Lannister y terminas teniendo una obra que sobresale entre la mediocridad general.