Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
7
20 de mayo de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estrenada, el 21 de diciembre de 1879, en el Teatro Real de Copenhague, “Et dúkkehjem” (Casa de Muñecas) fue quizás la primera obra teatral feminista que alcanzara el éxito internacional. Escrita por el noruego, Henrik Ibsen (1828-1906), la obra puso en cuestión los victorianos códigos familiares y se convertiría en patrón de la lucha femenina que, por entonces, comenzaba a echar sus primeras chispas. Por supuesto, cada presentación tendría sus detractores y hasta las versiones cinematográficas que se han hecho de ella han sido ignoradas conscientemente (¿o será inconscientemente?) porque, al común de los hombres, poco les interesa que se cuestionen sus convenciones y mucho menos su acerado machismo.

El título de la obra me resulta encantador, primero porque sirve de provocativo gancho para llevar a algunos varones a las salas que, quizás, presientan que la historia va a poner ante su vista un buen puñado de lindas y provocativas chicas. Pero, su verdadero significado, lo comprenderemos a medida que la trama avanza y se profundiza en la relación entre esa encantadora mujer llamada Nora y su autosuficiente esposo, el banquero Torvald Helmer. El plano que hace, el director Joseph Losey, del árbol de navidad, será bastante significativo.

La historia arranca con Nora Helmer anunciando su próximo matrimonio con Torvald a su gran amiga, Kristine Linde, quien, en cambio, romperá con su pretendiente Nils Krogstad. Pasan ocho años y habrá un nuevo reencuentro de estos cuatro personajes en condiciones muy diferentes, y es entonces, donde lo mejor y lo peor de cada uno saldrá a flote, para dar ejemplo de una sociedad que ha venido reclamando el cambio a gritos (¿habrá todavía rezagos?).

El guionista, David Mercer, ha logrado un interesante ajuste de la novela, y Losey, la ha ambientado estupendamente en el invierno escandinavo y en época navideña, contrastando de esta manera el entusiasmo festivo y quizás el desencanto que se entremezcla en el fuero interno de algunos personajes. El lenguaje tiene también un fuerte peso y aunque se matiza lo mejor posible a los personajes protagónicos, algunas frases son bien dicientes y dan clara cuenta de sus verdaderas personalidades.

Como suele ocurrir en el cine de Losey, la fotografía luce muy cuidada; de nuevo se hace un buen uso de espejos; y cada plano extrae el mayor significado a la posición de los personajes. En la actuación, Jane Fonda luce encantadora como la esposa metida en una pompa de jabón; David Warner, es el particular banquero ‘capaz de sobrellevar cualquier crisis sin necesitar que nadie le ayude’; Delphine Seyrig, la confidente que siempre juega un rol asertivo en la vida de su gran amiga; y Edward Fox, pondrá la cuota de conflicto y la crisis (de crecer) en gente que lo necesita.

Con anterioridad, “Casa de muñecas” había sido llevada al cine por el argentino Ernesto Arancibia en 1943, y luego, con el título de “Nora”, el alemán Harald Braun, la adaptó y la dirigió en 1944. Posterior al filme de Losey, Rainer W. Fassbinder hizo una versión televisiva titulada “Nora Helmer” (1974) y Patrick Garland la llevaría por última vez al cine, en 1973, conservando el título original.

Filme, especialmente recomendable, para aquellos que todavía piensan que “la mujer es un ser de poca inteligencia”.

Título para Latinoamérica: “CASA DE MUÑECAS”
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
18 de mayo de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo empezó con una historieta (tira de prensa) que Peter O’Donnell (guionista) y Jim Holdaway (dibujante) comenzaron a publicar en 1963, acerca de una muchacha con antecedentes delictivos que, gracias a ciertas dotes y a la ayuda de su leal compañero Willie Garvin, conseguirá mantenerse a flote en una serie de ‘jamesbondescas’ aventuras. De esta historieta, se derivarían trece novelas, varias colecciones de relatos cortos… y por supuesto, la versión cinematográfica, "MODESTY BLAISE", una suerte de spin-off que se puso a cargo de Joseph Losey y que se convierte en la película más ‘desencajada’ de su filmografía.

¿Razones? La parodia y el humor (aunque han tenido unos cuantos y acertados momentos), no son temas que caractericen ni el antes ni el después de la filmografía de este director que se encaminó, principalmente, por un cine sociológico y psicológico, fiel reflejo de las contradicciones sociales y/o de ciertos traumas emocionales. Tampoco parece que Losey estuviese dispuesto a verse los cuatro filmes que, como James Bond, había hecho hasta entonces Sean Connery, pues, al momento de planear las escenas más significativas, de pastiche muy poco y sí mucho de caricatura anti-héroes.

La protagonista, Monica Vitti, tampoco logró ubicarse en su mejor tono en esta historia, pues, no se entiende que llegara siempre a los sets de rodaje tomadita de la mano de su mentor Michelangelo Antonioni, hecho que mantuvo bastante incómodo a Losey, pues sentía que ella pedía más consejos al director italiano que a él mismo. Y sin influencia de Losey (¿o sí?) tampoco Dirk Bogarde logró empatizar con ella y en el momento en que le toca decirle: “Soy el villano de esta historia y debo sentenciarte a muerte”, las palabras se sienten cargadas de ironía.

A mi parecer, los mejores momentos se obtienen cuando Modesty Blaise comparte situaciones de “acción” con su compañero Garvin (la pelea con la ‘temible’ señora Fothergill, el enfrentamiento del climax…) o cuando entra en escena el jeque Abu Tahir que resulta bastante simpático.

El filme, al fin, nada en aguas tranquilas que apenas nos llegan hasta la cintura, y de tanto en tanto, logra buenos apuntes que hacen llevadera una historia, innecesariamente, pasadita de metraje.

Una amena ambientación con algo de pop-art, una atractiva banda sonora… y el buen complemento actoral de Clive Revill, Harry Andrews, Rosella Falk y Michael Craig, nos anima a querer saber en manos de quien quedan por fin los -poco relucientes- diamantes.

¡Ah!, pero si lo que usted busca es un verdadero superagente femenino, mejor véase cualquier película con Charlize Theron, sólo alguna vez ha hecho de agente, pero es lo más Superfemenino que yo haya podido conocer.
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
12 de mayo de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Además de haber sido un virtuosísimo escritor, Victor Hugo, fue también un historiador concienzudo, un gran espiritualista, y un filósofo capaz de llegar a las profundidades de la especie humana a niveles que no llega ningún otro escritor francés del siglo XIX. Por su parte, Émile Zola, fue un reluciente contador de historias, pero, su lenguaje, su conocimiento de la esencia humana y su forma de asumir a ciertos personajes, no solía nadar en aguas lo bastante limpias y profundas, y por eso sorprende cuando, siguiendo su, "Historia natural y social de una familia bajo el segundo imperio (Los Rougon-Macquart)", tras varias novelas se encuentra uno con, “La Bestia Humana” (1890), que es lo más cercano a una obra maestra que, Zola, haya podido escribir.

Esta memorable novela, es un drama del más alto nivel; los personajes son especialmente interesantes, profundos, sorprendentes, amados por el autor con todas sus contradicciones, al tiempo que les desnuda sus más recónditos abismos. Por otro lado, el entorno social es criticado con el más cáustico humor y son mostradas, con gran agudeza, las liviandades de la mal llamada justicia. Abundan situaciones del más cálido romanticismo, cumbres pasionales, emociones chocantes y tenebrosas… También, las más simpáticas cotidianidades, ejercicios profesionales que prueban lo controvertida que puede ser la verdad, y cómo es común que, en sociedad, prime la conveniencia, sobre la justicia... aunque, para ello, haya que permitir uno que otro desafuero.

Todo esto que, Zola, describe con un virtuosismo que sorprende cuando se le ha seguido cronológicamente, se extravía de manera tan lamentable en la versión cinematográfica realizada por, Jean Renoir, que, aún con algunos aciertos, el filme luce, en general, como una recreación de tangenciales situaciones, llegando muy, pero muy poco, a la proyección que alcanza el autor de la novela en su búsqueda de la natural esencia humana; y en el propósito de aportar alguna novedad argumental, nada se gana, y en cambio, se pierde uno de los más altos logros de la novela.

Creo que, nadie que haya leído, “La Bestia Humana” (título perfecto que nos lleva a pensar: ¿Cuál de los personajes es el que merece semejante juicio? o ¿Será acaso algo de mayor envergadura?), se sentirá conforme con lo logrado por el director francés, pues, comprenderá que los significados, y logros psicológicos y sociológicos alcanzados en la novela, en éste filme se esfuman por completo al ser reducida la historia a un crimen y a un hecho que lucirá insólito, y que nos deja en el sobresalto abrupto o en la senda de las especulaciones sin mayores asideros. También las instituciones sociales quedan al margen y lo que, en la obra, es un macro estudio de valores, se reduce en el filme a algo de muy poca trascendencia.

¿Qué resalta de la película de Renoir? La creíble actuación de, Jean Gabin y de Simone Simon; la iluminación muy acorde con el oscuro drama… y aquella buenísima metáfora visual cuando, Jacques Lantier se solaza junto a Séverine.

P. D. Sea éste el momento de mencionar algo que me llamó la atención en la novela: Se dice que Lantier es hijo de Gervaise, protagonista de, “La Taberna”, pero, en esta obra nunca se menciona y tan sólo sabemos que la lavandera tuvo dos hijos con Auguste: Claude y Étienne.
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
6 de mayo de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Rosa Bianco le han asesinado a su esposo y ahora ha quedado con un hijo al que ha tenido que llevar a un reformatorio porque se le estaba saliendo de las manos. No obstante, ser la viuda de un gánster, sus vecinos la siguen queriendo, pero ella se ha entregado a la pena… y sólo el hacer flores artificiales pareciera su consuelo.

También Frank Valente ha quedado viudo tras diez años de luchar con la enfermedad mental de su esposa. Ahora vive con su hija Mary, la cual se desvive por él, de tal manera, que está poniendo en vilo la relación con su prometido.

A Frank le gusta Rosa, a la que llama La Orquídea Negra, pero no las va a tener fácil para conseguir que ella le abra las tres puertas… la de su casa y la de su corazón.

Romance all’taliana, escrito por Joseph Stefano y dirigido por Martin Ritt, sin mayores pretensiones que la de contar una simpática historia que puede servirnos para comprobar que, cuando uno empieza a dar lo mejor de sí, se torna posible rehacer la vida. Porque se recibe de lo que se da, ya que la ley de compensación es perenne como la vida misma.

Anthony Quinn ya había hecho pareja junto a Sophia Loren en “Attila, flagello di Dio” (1953) y la amistad surgida entre ellos desde entonces, les permite volver a reunirse en esta madura historia de amor, donde dos seres se podrán demostrar, el uno al otro, lo que han aprendido de sus viejos errores… Per che è inteso che sei un cabronazo alcune tempo, ma non tutta la vita, como diría cualquier italiano medio entendido.

Entre ellos hay carisma, compenetración, complacencia… y éste es otro de los puntos fuertes que nos ofrece una historia que, por sencilla, no deja de ser realmente interesante. Al año siguiente, 1969, sería George Cukor el encargado de reafirmar la química que había entre los dos actores, al reunirlos por tercera vez en “Heller in Pink Tights”.

Me ha quedado sonando una certera frase que dice el director del correccional a Rosa:
“No pretendemos proteger a la sociedad de Ralphie (su hijo), queremos proteger a Ralphie de la sociedad”. En este orden de ideas, deberían encaminarse todos los estamentos educativos que se ocupen de los menores en el planeta.

Martin Ritt, me resulta cada vez más digno de ser tomado en cuenta.
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
22 de abril de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas cosas dejan tan a la luz la liviandad moral de una persona como su intolerancia frente a quienes son o piensan diferente. Y si la diferencia no solo le motiva rechazo o contrariedad, sino que, además, le anima a agredir a quienes considera inferiores y/o indeseables, ya no solo hay liviandad sino bajeza moral. ¿Cuántos siglos (¡!) más tendrán que pasar para que podamos entender que la diferencia enriquece la vida, la pluraliza y la hace amena? ¿Cuándo, por Dios, comprenderemos que, si acaso emana una mayor violencia de las minorías raciales, es por sus carencias y porque, por larguísimo tiempo, han vivido arrinconadas, maltratadas y abusadas? ¿Y cuándo vamos a darnos cuenta de que, quien maltrata, es el que desacredita a su raza, a su familia y a su pueblo?

Véase esta modesta, pero objetiva película, que la escribiera Geoffrey Homes (Daniel Mainwaring) un ex-detective privado y periodista del San Francisco Chronicle, que conocía por dentro y por fuera la sociedad en que vivía y ¿dígame luego quienes son los camorristas, los improcedentes, los que dejan por el suelo la paz y la moral de aquella sociedad? Por fortuna, entre los suyos también hay gente íntegra, consecuente y sensata, y es de esta manera como la sociedad se preserva y el sol se anima a volver a brillar… ¡para todos!

Con “INTOLERANCIA”, el director Joseph Losey, demuestra de nuevo su fuerte sensibilidad, insistiendo en un tema que, ¡en pleno siglo XXI!, todavía causa tragedias, vergüenza y descrédito a las naciones más desarrolladas del mundo que, en ciertos casos, apenas resaltan en su avance industrial y comercial, porque en educación, sanidad mental y crecimiento moral, es evidente que aún siguen en pañales.

Se trata aquí de los recolectores de frutas de New York, quienes, por su condición de latinos y su piel morena, padecen a diario la repulsa y la discriminación de los estadounidenses más obtusos, entre los que se incluyen algunos policías. En estos hechos, un joven llamado Pablo Rodríguez, va a ser inculpado de la muerte de un policía y de otros incidentes que, sorprenderá la manera como son manejados por algunos habitantes y hasta por los medios de comunicación.

Aunque es un filme de bajo presupuesto, la historia consigue interesarnos porque, entre tanto descarrío, también podremos encontrar personajes con un sólido carácter, quienes harán lo necesario para buscar que la luz se preserve entre tanta oscuridad. Y como suele ocurrir, Losey no se afana por condenar, tan solo procura que la verdadera Justicia ocupe su lugar.

Como director del periódico Unión (un nombre certeramente elegido), Larry Wilder (Macdonald Carey) se sentirá regresar a sus viejos tiempos de activista cuando, impulsado por la linda Sunny García, otra periodista que lucha por la integración, tomará conciencia de que no es digno del hombre permanecer impasible ante los desmanes sociales de cada día.

Por la actriz que representa este último personaje, Gail Russell, siento primero una gran admiración por su singular belleza morena y sus inolvidables ojos azules, y además, la recuerdo con nostalgia y especial cariño porque, siendo una muy buena actriz, como Judy Garland también ella sufría pánico escénico el cual combatía con licor, y en su menuda figura, siempre trasluce una fragilidad y una melancolía que presagian su triste final a los 36 años (el 27 de agosto de 1961) a causa de un infarto por sobredosis de alcohol.

Título para Latinoamérica: “INTOLERANCIA”
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Más sobre Luis Guillermo Cardona
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow