El argumento se encuentra basado en una cerda trufera, que un día le desaparece a su dueño Robin (Nicolas Cage), quien se encarga de vender los hongos que el animal consigue en el desierto de Oregón. Robin es un hombre desprolijo, descuidado y harapiento, al cual no le importa en absoluto nada de la vida, excepto su cerda. Para encontrarla, Robin abandonará la soledad de su vivienda, ya que no sólo el animal le sirve para su sustento, sino que también ha desarrollado un vínculo afectivo. Mientras el film avanza, Robin debe luchar contra sus propios fantasmas de su pasado.

Habrá que aguardar hasta saber qué es lo que sucedió, pero en el mientras tanto nos encontramos con una película densa, oscura, lenta, que - al menos en mi caso - me provocó sopor.

Unas palabras respecto al actor: me he cansado de ver muchas de sus películas de las cuales la mitad no llegué a completar por dos razones, una por la baja calidad de las mismas, la otra porque siempre lo vi (excepto en 3 filmes) como un actor inexpresivo, que casi siempre actúa igual, que - muchas veces - me hace recordar a Leslie Nielsen en el sentido de que tras ver sus películas como actor 'serio' y verlo en La Pistola Desnuda, siempre que volví a ver sus filmes anteriores sólo de verlo me causaba risa.

Es preferible dejar para quienes leen este comentario la agradable sorpresa que regala ver el film.

Una trama que gira en torno a una herencia poco convencional, impregnada de suspenso, secretos familiares y con un desenlace adecuado e interesante.

Muy a grandes rasgos, el drama no sólo de las 4 protagonistas principales, sino también de quienes las rodean, de la iglesia y de la guerra.

Esta producción mezcla con buen acierto una trama delictiva, con elementos sobrenaturales y - por sobre todo - la originalidad de dicha ligadura argumental, como entiendo que antes nadie explotó en el cine con tanto acierto. Más allá de las buenas actuaciones en general, aquí el lucimiento absoluto le corresponde a esta joven actriz canadiense de 14 años de edad (en el 2018), Ava Preston, que reúne una solvencia excepcional y - si ningún acontecimiento fortuito troncha su carrera - me parece que está llamada a ser una intérprete de un primer gran nivel.