Cuando uno ve comedias de este corte no puede dejar de admirar ciertos fogonazos de brillantez, en un guión que cuenta con unos diálogos inteligentes y unos pasajes que en el peor de los casos te hacen alargar los labios hacia un lado; esto se lo debemos a la sarta de comedias tontas que se arruman en las salas cada mes, llenas de estructuras repetidas, lugares comunes y finales que seguramente serán previsibles. Pero, esta película, luego de sorprenderte con su especial atmósfera, aunque artificiosa también atrevida, nos va llevando hacia un final que pareciera ser el resultado de un guionista que tuvo verdaderos problemas de imaginación, y busca en consecuencia, una salida más que fácil rápida; no hay argumento vivo para auspiciar un final que casi lo arruina todo, si no es por nuestra persistente consideración de las cosas interesantes que aparecen con intermitencia, no hay una sola razón para que las comedias deban ser tratadas como compromisos con el papel.