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Críticas de Tokio ya no nos quiere
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Críticas 25
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
29 de marzo de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de videarla ayer sigo procesándola 24 horas después en mi disco duro cerebral. Sospecho que seguiré intentando llegar plenamente a ella dentro de 10 años. Nos encontramos ante una película-río, un desvarío de feismo digital de 3 horas de duración, un misterio fílmico que reúne a la mesa a todas las obsesiones de Lynch radicalizadas: el miedo en sus múltiples formas, la locura, los laberintos mentales metamorfoseados en espacios físicos , la doble identidad, la exploración de lo onírico y de las pulsiones reprimidas, la inmersión sin asideros en lo siniestro, lo perverso y repugnante que habita como un insecto bajo la superficie de lo real y lo corporal. La plasmación de la extrañeza y el horror existencial en definitiva .Una bacanal de abstracción, ruptura constante de la lógica temporal , narrativa y formal. Lynch esculpe una fantasmagoría donde las pulsiones de inconsciente se quitan el bozal para morderte los huevos, la salud mental y el corazón.
Este retablo indescifrable en honor a la psicofuga incluye además unos pildoritas extras en forma de momentos de musical y (anti)coreagrafías. Desconozco si el cine puede ir más lejos de Inland Empire. Me da que no . Lynch ha asesinado al cine. Y yo me siento feliz.
Tokio ya no nos quiere
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8
30 de diciembre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos sus detractores la señalan con su dedo acusador prácticamente por los mismos motivos: Vacua, confusa, artificiosa, pedante, excesivamente violenta e inconsistente. Críptica. Absurda.
Suelen ser aquellos que no conciben la existencia de otro tipo de relato (ni de arte) más allá de aquel que es desarrollado por la vía de lo convencional y lo clásico: Diálogos. Trama con principio, nudo y desenlace.
Suelen ser defensores de lo esperado, adictos a lo predecible, habitual, inteligible, claro, conclusivo. Amantes de lo tranquilizador.
Son rehenes de su propia comodidad como espectadores , incapaces de lanzarse sin asideros al vacío y tratar ( o al menos intentarlo ) de apreciar la belleza , siniestra y pestilente, fría y luminiscente de esta cinta, y la maestría con la que Winding Renf se ha propuesto dinamitar el género noir, retorciéndolo hasta el extrañamiento: la historia de una venganza ambientada en los bajos fondos de Bangkok sirve como fresco casi mudo, fluorescente, febril y alucinado en el que plasmar sin filtros el laberinto, mental y físico , por el que vaga su protagonista principal , encadenado a su propia indolencia y a la tragedia edípica que (le) arrastra, y desnudar al mismo tiempo ( junto o a través de ese mismo laberinto ) la depravación absoluta, la miseria moral más profunda, la industrialización del sexo y del dolor ajeno, la codicia, la locura y la maldad pura que inexorablemente reinan allí donde el ser humano pisa la tierra y la única ley posible, real y salvaje, es la de la sangre y el acero.
Renf envuelve la historia con las maneras de un film de Wor Kan Wai que hubiera sido poseído por la sordidez ambiental de Tercipelo Azul o Carretera Perdida, intercalando una narración lineal y lógica con momentos de irrealidad construida a golpe de silencios, premoniciones, sueños y flashbacks. Una oda al mal rollo inundada de neón.
No existe más posibilidad de redención ni de justicia que la muerte (violenta y agónica). El infierno no es lugar para la gracia, la compasión ni la piedad. Donde impera el Mal, ni siquiera Dios perdona. Bienvenidos al abismo. Viene a decirnos. Sin decirnos apenas.

http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=4gf7MKPMOzU
Tokio ya no nos quiere
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9
28 de diciembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo de un material que en las manos equivocadas habría desembocado en otra chiflada e infumable tv movie más con la que dormir la siesta o por el contrario perder el sueño , Par Chan Wook deconstruye con su poética glacial una tragedia en torno a la fractura, mental y familiar, y nos ofrece un regalo para los sentidos: un hermosísimo e inverosímil relato sobre la disfuncionalidad , la perversión sexual, la crueldad y el mal. Sus maneras de orfebre y su precisión de cirujano con alma de esteta aportan al relato una elegancia hipnótica que hace bailar la mirada del espectador ( que se deje llevar) con las imágenes, alcanzando profundidades muy próximas al cine puro.
Son contados los elegidos que consiguen transformar en belleza lo terrible que habita en nosotros, enraizado como una rosa enferma que florece en la nada y nos abrasa . Aquello que se niega a ser enterrado y sangra y aúlla y se retuerce y apesta . Aquello que nos arrastra hacia la noche sin remedio.
Park Chan Wook es uno de ellos. Un ser tocado por la gracia. Un poeta del Mal.

http://www.youtube.com/watch?v=jzaVZYg0Fdw
Tokio ya no nos quiere
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9
15 de diciembre de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comencemos catalogándolo como cine negro, sección atracos. El manejo del tempo, la luz, el trabajo de la cámara son magistrales y serán una constante en todo el metraje. No faltarán el (anti)héroe de incuestionable potencial icónico (chupa, palillos, guantes mediante), tan magnético como parco en palabras , persecuciones de querencias setenteras incluidas, y argumento aparentemente predecible. Conforme avance mutará, aunque seguirá siendo cine negro (tonalidad abisal), un relato de venganza en el que la violencia que parecía dilatarse en exceso estalla de manera tan abrupta y es representada con tal fisicidad( la sombra de Neill Marshall es alargada) que uno (o su miembro viril en concreto) se encoje cada vez que brota, que explota en escena. Aunque si fuéramos lo suficientemente honestos estaríamos de acuerdo en que esencialmente y ante todo Drive es una historia de amor( envuelto en noir) trágico. Es el amor, el (auto)sacrificio por amor ejecutado por el personaje de Ryan Gosling, el fuego que prende en dos mitades la trama de Drive, revelando al mismo tiempo la verdadera naturaleza del protagonista, más cercana en espíritu al comportamiento psicopático de Travis Bickle que a la rudeza y masculinidad esquemática y básica , en su sentido más puro,inherentes a los personajes arquetípicos de este género, vía Marvin, McQueen , Eastwood o Bronson.
Tanto el voto de silencio que parece haberse autoimpuesto el personaje de Gosling en gran parte de metraje como su comportamiento tierno con el hijo de su amada o propiamente su enamoramiento no hacen sino disimilar la silueta del reptil que acecha agazapado en su interior y cuya aparición resultará irrefrenable ( la escena del ascensor es clarificadora) , hermanándolo de forma directa(siamesa) con One-Eye, el protagonista vikingo/agujero negro descuartizador de hombres de su anterior película Valhalla Rising: una naturaleza muerta con ecos de Herzog regada con la violencia de un torture porn. Será la suma del devenir de los acontecimientos y su voluntad de psychokiller (ese momentazo con máscara) la que acabará truncando esta imprescindible historia de amor (con banda sonora de pop electrónico de fondo) abocado al fracaso .
Mientras el protagonista malherido conduce por las calles a través de la noche, no puedo evitar pensar en estos versos del Arcipreste de Hita : “Amor quien te más sigue, quemásle cuerpo e alma/Destruyesle del todo, como el fuego a la rama”. Pertenecen al Libro del Buen Amor. No deja de resultarme irónico.
Tokio ya no nos quiere
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7
10 de diciembre de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la introducción de El almuerzo desnudo,Burroughs describía la adicción a la droga como “un molde de monopolio y posesión”,definiendo la droga como origen de un virus maligno que convierte al adicto en portador y rostro del “mal”, un ectoplasma dispuesto a robar, engañar, mentir o vender a su madre con tal de satisfacer el “álgebra de la necesidad”.
Es bajo este prisma que en The Addiction, Ferrara recicla la mitología del vampirismo proyectándola como feroz metáfora de esa Maldad con mayúsculas que habita como un parásito dentro del ser humano y al mismo tiempo como encarnación brutal y deshumanizada de la adicción a la droga y traslación material del Pecado. Las imágenes de cadáveres ( Vietnam, campos de concentración…)que aparecen a lo largo de la película no hacen sino reforzar la tesis de la visión de Ferrara sobre la condición humana: el hombre/vampiro/yonki como surtidor infinito de ruina moral, generador de muerte y vacío,incapaz de frenar su repugnante hambre, su ansia insaciable de horror y dolor.
Los vampiros de esta cinta recitan de memoria a Kierkegaard y a Sartre, vagan por la ciudad como si se tratara de un abismo insondable y sienten un vacío existencial que ni siquiera la sangre es capaz de satisfacer. Excesivo, discursivo y petulante ad nauseum, Ferrara ofrece como única y posible solución para la salvación de nuestras almas el arrepentimiento, la expiación de la culpa, es decir, la religión, el catolicismo, como única fórmula posible para el perdón de nuestros diabólicos pecados,vía de luz (cruz) y redención.Porque como síntesis ramplona y en términos accesibles:“No somos malos por el mal que hacemos, más bien hacemos el Mal porque somos malos”.
A pesar de todo ello y por ser incómoda, desagradable, extraña en su ritmo y en sus formas , es de necesario visionado para todos aquellos seres que necesiten una buena ración de bajona.
Tokio ya no nos quiere
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