Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Silvio de Arabia
1 2 3 4 5 >>
Críticas 23
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
25 de agosto de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto es una reseña; hay algunos spoilers. No la leas si aún no has visto la película.

Cuando un niño juega está viviendo la fantasía del juego, pero, en el fondo, sabe que está jugando. Algo similar me pasa con estas películas donde el guion claramente busca tocar los resortes adecuados para emocionar al espectador (que se lo digan a Marvel y DC). Por eso no soy exigente y, simplemente, me dejo llevar. Veo al héroe de turno y me emociono porque, al final, el deporte —o la guerra en el cine bélico— no son más que un pretexto para enseñarnos quiénes somos, cómo somos o quiénes nos gustaría ser.

Un personaje le cita al prota a Homero. No es casual. Desde la Antigüedad nos han seducido los héroes. Un héroe es alguien que las tiene todas en su contra y, aún así, es capaz de triunfar. Y, además, dar ejemplo a los niños. Un niño es un mar abierto de posibilidades. Un niño tiene posibilidad de soñar y hasta de cumplir sueños. Por eso a los chavales les encantan los superhéroes y por eso nuestro héroe se acerca a los críos y les firma autógrafos y alienta sus sueños. Un chavalín del equipo le pregunta sobre su bate. Él le dice que compre una buena madera y que lo ayudará a construir uno.

Nuestro héroe es viejo. Una perturbada le pegó un tiro en la barriga y lo alejó del béisbol 16 años. Esa es una gran sorpresa al principio de la película. Tiene dificultades. Nadie cree en él. Nadie creía en él cuando salió de su pueblo. Pero un héroe no habla. Un héroe actúa y demuestra quién es. Tienes que hacerlo todo el rato cuando eres viejo o joven, cuando eres mujer, cuando eres negro, gordo o un enano. Así funcionan las cosas. Pero Roy Hobbs cierra bocas y no se vanagloria*.

Otro punto interesante es el bate del héroe. Un compañero dice de él que, pese a batear tan fuerte, no tiene ni un rasguño. Es un bate creado con la madera de un árbol partido por un rayo. El árbol junto al que murió su padre, prematuramente, que lo adiestró en el deporte sabiendo que tenía un gran potencial. ¿Te suena a alguna película de superhéroes o te suena a TODAS? Influenciado por la fuerza del rayo, al final, el bate se rompe. Pero Hobbs le dice al chavalín al que ayudó a hacer el otro bate que le traiga el mejor. Y le lleva el que han hecho juntos, y triunfa. La prueba de que la flecha no hace al indio. Aquí solo hay corazón.

Respecto a los villanos, están bien definidos. Hay un antiguo juez, convertido en empresario deportivo, que habita en la penumbra. Él mismo dice que de niño temía a la oscuridad, superó ese miedo y ahora prefiere la oscuridad (es la típica historia del antagonista del superhéroe, que empezó siendo un niño débil y miedoso y se convierte en un aliado de la oscuridad). La oscuridad aporta ambages evidentes. El otro personaje es un apostador profesional, alguien sin valores que solo piensa en el dinero, con un ojo saltón con el que dice que adivina todo. La tercera en discordia es una mujer fatal llamada Memo (memoria) a la que el héroe, al final, le dice que sí que le recordaba a alguien (a la perturbada que le disparó en el estómago, cuando Memo dispara el revólver).

Luego hay personajes amorales: el periodista Duvall. Alguien a quien solo le importa la noticia, sea buena o mala, y nunca ha jugado al béisbol. Es el peor, según Dante: «El peor lugar del Infierno se reserva para aquellos que se mantienen neutrales en tiempos de crisis» (o algo así). El canon norteamericano de buenos y malos, ganadores y perdedores y maniqueísmo sin matices viene de la Antigua Grecia, igual que sus calles rectilíneas en ciudades creadas «ad hoc», sobre plano. Pero yo no creo que esa falta de grises cree peores productos. En las primeras etapas de nuestra vida todos necesitamos ver claros los límites. Lo infantil no es disfrutar de esas ficciones, sino creérselas. Con esto quiero tirar de las orejas a los «críticos» que desprecian esta cinta por ser un cuento de hadas edulcorado, como si eso fuese algo horroroso e imperdonable.

Tenemos al héroe, a los villanos, a los amorales (creo que había un jugador vendido por ahí). Y al final tenemos a un lanzador zurdo venido de un pueblo humilde de EEUU, como nuestro prota, que es una gran promesa. Pero Hobbs lo revienta porque, pese a ser más viejo y pese a sangrarle el estómago, él puede más.

Hobbs no es un intelectual. No sabía quién era Homero y le faltaba vocabulario al hablar con el juez. Pero no se avergüenza. Él es lo que es y su valores son ganar: batir récords, ser el mejor, hacer historia. Ser recordado. No de una forma vanidosa, sino sabiendo que tiene un don, que su padre creía en él y que debe honrarle. Y se lamenta de no haber podido hacerlo antes. Y eso nos encanta. Un héroe con muchas trabas que se sobrepone a todas. Al final, el cuento de hadas sale bien, se revela que el hijo de su ex es su hijo y acaba la película con una secuencia donde juega al béisbol con su hijo en un campo. Ha sobrevivido y ha llegado a ser lo más importante que puede ser un hombre en la vida (según K. Costner en 'A Perfect World'): «Un buen padre de familia». Esa es la trascendencia del héroe. Un hijo es el logro del hombre. Ese es el récord y aquello por lo que merece la pena luchar: hacer que la historia se repita.

Es un tema que me resulta especialmente interesante, el de las gestas, porque EEUU nos ha dado las mejores, bien sea a través de héroes o de antihéroes. Pero hay dos cosas que les encantan a los americanos: las competiciones deportivas y las verbales. Este tipo de películas acaba con un partido donde se demuestra quién es el mejor o con un juicio. Un partido y un juicio es casi lo mismo (por eso no sorprende que el accionista del equipo hubiese sido juez antes).

Podría desarrollar más esto y dar ejemplos de pelis que me apasionan y atestiguan este análisis, pero me quedo sin espacio y, al final, solo quería hacer una apología de esta película, defenderla y sacar al niño que todos llevamos dentro... y que hay que dejar salir de vez en cuando.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Silvio de Arabia
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
21 de julio de 2023
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta noche (21-22 julio) he tenido la suerte de ver esta peli en La 2. De otra manera, habría tardado mucho en llegar a ella. Y no me arrepiento, aunque en el coloquio previo ya amenazaban un poco con que el espectador fuese flexible al verla para poder disfrutarla. Mal asunto...

Pero qué película. En algunos momentos me he reído a carcajada limpia. Vayamos por partes. La sinopsis:

Un chuleta sevillano se escapa del talego, conoce a un trilero, quema un puticlub y, antes de quemarlo, roba bicarbonato, porque, según él, tanto comer judías pintas le ha destrozado el estómago. Él, el trilero y una prostituta inician un viaje por la Andalucía occidental (hacia el mar, por supuesto) en busca de la Diana (no la de Montemayor, sino su parienta). Entre tanto, se paran por ahí a beber, a ronear y a liarla, mostrando las carencias y vergüenzas del sistema español de la época. Encuentran a gente, la pierden, la reencuentran, pierden el coche, lo interceptan...

En todo esto hay ecos de muchas «road movies» clásicas, incluso anticipaciones. Pero también hay una declarada sátira de estados, al estilo de Gracián o Cervantes. Pero todo aderezado con mucho canalleo, flamenco, flamenco-rock, gente auténtica y diálogos naturales.

El apartado musical es increíble. De García Pelayo había visto Manuela (basada en un libro, por cierto) y era una delicia en ese sentido. Aquí se repite. Incluso al principio, con el trilero, hay un cameo del Silvio. Según creo haber oído, G.P. venía del videoclip. Y no me sorprende. Sabe lo importante que es la música para construir una buena escena.

Hay una escena grabada con el helicóptero, similar al inicio de Manuela, y también hay un marinero que dice ser apasionado de los helicópteros (por cierto, ecos de El último deber, de Hal Ashby, en esta subtrama). En el guion existen ciertos guiños o correspondencias internas o externas que me han hecho gracia. Por ejemplo, el título de mi crítica. Esa frase la dice el prota, Miguel Ángel Iglesias, cuando se llevan arrestado al marinero. En la vida real, Iglesias fingió tener fobia al verde para librarse de la mili. Su compi, el trilero, es el hermano del director y fue mánager de grupos como Triana o Smash, donde estuvo el Silvio, que hace el cameíto: el único capaz de ganar a un trilero. Y el propio Iglesias estuvo en algunas de esas bandas. Me parece una maravilla que esos elementos se juntaran para hacer algo así. Pero eso son factores ajenos a la película. Sigamos.

Hay ecos visuales, al menos, así me lo parecen a mí, de muchas otras películas. Por ejemplo, juraría que en El lute 1 o 2 hay un plano en el que Arias aparca un coche en un poblado gitano, y juraría que ese mismo plano es casi exacto a uno en el que el prota va a un poblado gitano en nuestra peli. Hay muchas cosas que me son familiares, aunque no puedo justificarlas ahora mismo como es debido, sin cotejar.

Una de las cosas en las que más me fijo: la naturalidad en los diálogos. Cumple. Cumple muy decentemente, aunque a veces parece exagerado, pero yo no sé cómo hablaban los quinquis de Sevilla en los ochenta. La intención es buena. En cambio, a menudo hay un problema con el sonido, que también sucedía en Manuela, y es que parece que algunas escenas están dobladas. El sonido parece no haber sido captado a la vez que la imagen. No soy especialista en sonido. Pero basta con ver que los labios no están sincronizados con la voz.

Otro punto fuerte que tiene es el humor. La escena en la que interceptan el coche robado es para morirse. Tumban a dos civiles y le dicen al tipo que les robó el coche que se cante algo. Este no sabe cantar, pero sabe contar chistes. Y se pone a contarles un chiste de mariquitas, sin pies ni cabeza, a los dos guardias civiles, en ese casposo tono de los cuentachistes andaluces de la época. Una maravilla. Son elementos que parecen sacados de un cómic. Parecen inspirados en Fritz, el gato y sus aventuras de drogas y folleteos, y se anticipan al Maquinavaja. Igualmente, hay una escena donde el prota, su amigo algo más pringado y una prostituta rubia, deciden robar un maletín de cocaína a un malote. ¿No hizo eso años después Tony Scott con el guion mutilado de Tarantino en True Romance?

Pensando, no logro acordarme de una tradición PREVIA de «road movies» en España. Incluso Viaje a ninguna parte es posterior. Sólo se me ocurre Los farsantes (1963) de Mario Camus, que marca un itineraro de perdedores. Más allá, tendría que irme a Italia con Il Sorpasso. Pero ahora mismo, no se me ocurren referentes fuertes previos (que seguro que los habrá). Quizás Con el viento solano podría entrar en esta categoría, pero son géneros distintos, aunque reúne algunas características similares relativas al lumpen. Pero, siendo la de Camus cine pre-quinqui, yo no diría que Corridas de alegría, por época, fuese cine quinqui. Me parece algo totalmente distinto al concepto de cine quinqui. Nada que ver, por ejemplo, con Deprisa, deprisa, del 81, u otras más infumables. Llamémoslo «comedia quinqui»...

En cualquier caso, volviendo a la película, me parece un guion auténtico, con las ideas claras. En algunos momentos aburre alguna de las paradas (la del maestro y la del yate, por ejemplo), pero pasan rápido. La fotografía es cojonuda. Algunos planos, como en Manuela, son muy significativos a nivel estético y semiótico (el hecho de que los personajes duerman casi siempre lindando a una fiesta en la habitación contigua, por ejemplo), etc. No creo que sea una película casposa, como hacían ver en el coloquio previo, diciendo que era una forma lumpen de retratar a los lumpen... Creo que es más elaborada y capaz de lo que puede parecer.

No es un peliculón que te cambie la vida. Es cómica y, por tanto, deforma su realidad. Pero tiene muy claros los moldes que homenajea, y es sincera con lo que retrata, y divertidísima; además de constituir un retrato delicoso de un mundo que, lamentablemente, como el Madrid de los golfillos de Saura o tantos otros, ya no existe.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Silvio de Arabia
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
11 de enero de 2023
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin me he decidido a escribir unas líneas sobre ¡García! Es una serie que no pensaba ver. No daba mucho por ella, después de ver el tráiler. Los actores no me transmitían mucho y parecía otro de estos proyectos de imitar fórmulas americanas, como hicieron los italianos con Jeeg Robot —que, por cierto, no estaba mal del todo.

Hay una cosa que odio de esta serie, pero que yo mismo he acabado en cierto modo justificando. Las escenas de acción, las peleas: el hecho de que con cada golpe que dé el protagonista todos los enemigos vuelen literalmente. La realización técnica me parece algo pobre. No puedo dejar de imaginarme la colchoneta y los cables. Creo que se abusa de ese efecto. Lo puedo justificar por algo que descubrí después: la serie está basada en un cómic. Y el lenguaje del cómic, para bien o para mal, usa, abusa y disfruta de los BAM y los BUM. Hasta ahí, vale.

Otra cosa que detesto es el casting. Casi ningún actor me convence ni hace que me lo crea. Gutierrez Caba es una excepción, pero está tan desproporcionado en su papel... Lo más verosímil de la serie, para mí, es que un tío haya estado congelado sesenta años bajo El Valle. La culpa es de los diálogos, como siempre. Hay que entender que aunque se quiera conservar esa esencia «comiquera» (que no tiene por qué ser una copia americana), hay cosas que funcionan en cómic y que no lo hacen en el cine. (Miedo me daría de ver una adaptación cinematográfica de Maus, por ejemplo). Los actores, los diálogos acartonados, las frasecitas hechas a la antigua usanza («¡Diablo de chico...!») al final son cosas a las que te acostumbras. A unas, por simpatía o porque crees que solo están representando a personajes tipo; y a otras porque te has dado cuenta de que no puedes pedirle peras al olmo (muchos diálogos son de teleserie merdasetera de estreno los jueves a las 22).

SIN EMBARGO, hay cosas que me han encantado en la serie:

La banda sonora. La adoro. No solamente porque el que escribe esto sea de alma carca, sino que me han parecido muy bien introducidas en el montaje, teniendo un efecto muy potente a veces. En terreno patrio es algo que sabe hacer muy bien Álex de la Iglesia, cuando en Balada triste de trompeta mete un tema de Marisol o en Acción mutante, de Karina, por ejemplo. Hablaré sobre esto un poco más en el spoiler.

Otra cosa que me ha gustado es el respeto que se nota entre las dos facciones políticas y el juego de contrastes con el que se juega a lo largo de la serie: los fachas, los progres, lo antiguo, lo moderno, lo viejo, lo joven, etc. En esos juegos se construye toda la serie y, de haber estado mejor escrita, menudo caramelito habría sido, pardiez. Aún así, volviendo al point: los personajes de Gutiérrez Caba y su hija son opuestos ideológicamente, por ejemplo; pero ambos se tratan con una suerte de condescendencia cariñosa. No hay una fricción fuerte en ese sentido. No es una obra donde un bando critique o caricaturice al otro. El personaje de García, por ejemplo, podría haber sufrido una deformación caricaturesca tremenda; sin embargo, la forma de tratarlo es sumamente respetuosa. Es un héroe canónico. Da igual de qué tiempo sea: un héroe siempre es un héroe. En este caso, García no es una reliquia del fascismo o del franquismo. Es un patriota. Y ese respeto por los personajes me parece muy acertado.

A lo largo de la serie se juega mucho con los choques de contrastes culturales-cronológicos. Incluso hay enfrentamientos entre las dos españas, como la escena con los extras en el tumulto en El Valle. Hay fricciones en esas capas, es cierto. Pero la ideología, en cambio, no define a los personajes principales; o no en exceso. Antes que eso predominan los moldes de personajes tipo de producto de superhéroes (no sabría decirte qué es peor al final).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Silvio de Arabia
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
4 de noviembre de 2022
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
No leas esta crítica hasta que hayas visto la serie. Esto es una reseña. Es larga y se diseccionan elementos importantes en la trama.

Tenía esta serie apuntada desde hace tiempo, pero no me decidía a verla. No sabía cómo sería de larga, apenas tenía un 6 de media... Un conocido me la recomendó (sin haberla acabado) y dije: «Qué demonios». En menos de 48 horas ya la había devorado con ansia.

Esta serie no es una serie postapocalíptica al uso. No es The Walking Dead ni el videojuego de The Last of Us ni esa comedieta de The Last Man on Earth (menos mal). Al principio, después de un piloto espectacular, uno queda un poco con la duda de adónde le llevará esta serie. Pero entonces te das cuenta de que no es nada de todo eso. Es mucho más. Y mejor.

Para disfrutar aún más Station Eleven yo recomendaría digerirla en un lotecito, un tríptico en conjunción con El club de los poetas muertos (Peter Weir, 1989) y Hojas de hierba (Walt Whitman (1855). ¿Por qué? Porque esta serie no va del fin del mundo, va del comienzo del mundo, de las bases de la civilización, las humanidades y el hecho ontológico.

—GRUPOS

En Station Eleven hay una sociedad en reconstrucción. Pero los grupúsculos que se forman no tienen nada que ver con TWD, por ejemplo, rodeados de munición infinita, técnicas de guerra, un poli justiciero o comandos de pirados. Los grupos que se forman en esta serie se caracterizan por corresponder a los elementos más inútiles y
poco funcionales de la sociedad: profesiones de parásitos.

1. Un grupo de cómicos de la legua donde se inserta nuestra protagonista. Han pasado veinte años desde el fin del mundo y alguien decide crear una compañía de teatro. Estupendo.
2. Un retiro burgués lleno de profesores que prefieren el minigolf a los libros (en palabras de uno de ellos). Su comida está envasada al vacío en plásticos.
3. Una secta de un tipo que quiere crear un nuevo orden mundial, rompiendo con los moldes de una antigua civilización.
4. Un grupo de conservacionistas que se aíslan del exterior y crean un museo para conservar todas las reliquias del mundo antiguo.

Todos estos grupos son parásitos en tanto que, en sociedad, dependen de otros grupos o gremios. No hay actores sin público. No hay docentes sin contribuyentes (ni alumnos). No hay museos sin visitantes. No hay sectas sin incautos. Todos ellos constituyen estructuras que trabajan con la palabra, dependen de la palabra y crean mundos y realidades con la palabra, con el discurso. Y aquí está el punto fuerte de la serie: SON CREADORES. Station Eleven es una apología del humanismo, del papel creador del hombre. En El club de los poetas muertos Robin Williams decía que los médicos, los ingenieros y los economistas son profesionales necesarios y que dignificaban la vida, pero el poeta (recordemos su sentido etimológico griego: «poiesis»: creación) es necesario para dotar de sentido al mundo. La reconstrucción de un mundo no solo son sus infraestructuras físicas, sino también mentales. Una idea —decía Robin Williams— es capaz de transformar el mundo.

También hay dos grupos especiales en la serie. Atentos.

Uno es un punto de reunión de mujeres embarazadas que van a dar a luz. Una especie de hospital improvisado, capitaneado por una doctora entusiasta, enérgica y algo grillada. Ahí no hay libros, no hay teatro. Pero hay algo de música y esperanza. Estas embarazadas hacen referencia al nuevo mundo en el que habitan (ese en el que se crean conceptos como «Los cien días» diciendo: «We need new words». Marcan la necesidad de configurar una nueva realidad ideológica que ayude a construir la nueva realidad material/humana que ellas están ayudando a producir. Son conscientes de la necesidad del discurso de forma conjunta a la repoblación.

El otro grupo es el de una especie de villanos sin caras ni nombres llamados «Los bandanas». Son unos salvajes que simplemente se dedican al terrorismo. En un momento dado atacan a Kirsten y Tyler, disparando veneno con una cerbatana a nuestra protagonista. Se dice que el veneno lo han creado ellos (tiene nombre propio) y que el que disparó a Kirsten es DENTISTA (ojo, en Hamlet no había dentistas, pero había mucho veneno). Los malos en esta serie son los profesionales técnicos que, sin humanismo, han perdido el norte y han dejado de ser humanos. Se supone que un dentista trabaja para mejorar la salud, para evitar el dolor, etc. Pero aquí se da el caso contrario. En esta serie, si quieres saber si alguien tiene un buen o mal fondo, tienes que observar si es creativo o no. El vigilante de seguridad del museo toca el ukelele, por ejemplo. También realiza trabajos técnicos y tiene conocimientos técnicos. Pero en él pervive un ápice de humanismo que sublima en forma de música.

Por otro lado, respecto a la referencia de Hojas de hierba es interesante apuntar que Walt Whitman es el poeta de América. El bardo capaz de cantar al ser, a la comunidad y a una América enorme, agreste, salvaje, fuerte, democrática y todopoderosa. Representa la idea del peregrino, algo muy ajustable al carácter errante de una compañía de teatro y de una sociedad en reconstrucción; y, al mismo tiempo, una imagen muy propia de los Estados Unidos a través de los wéstern, modernos o clásicos, y las diversas historias de peregrinajes a través de las carreteras y vastas llanuras (los ejemplos en cine y literatura son innumerables).

También, por supuesto, subyace Hamlet somo sustrato de toda la obra. Hamlet es una pieza que en algún momento dicen que ya no la interpretan o que no quieren hacerlo, pero no dejan de volver a ella constantemente. Hamlet es el teatro inglés por antonomasia. Es su Quijote teatral y sirve, además, para incrustarse de forma metanarrativa en la historia y evocar el poder catártico de unos personajes que subliman a través del poder del arte.

(Continúo la reseña en el spoiler)

(También hay más mandanga en mi blog donde añado aspectos secundarios que por espacio no caben aquí).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Silvio de Arabia
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
29 de septiembre de 2022
Sé el primero en valorar esta crítica
Luis y Virginia fue, al parecer, una película hecha para la televisión. Sin embargo, llamarla telefilm me parece desmerecerla. Lo que llevo visto de Chávarri hasta ahora, confieso, me parece irregular. Esta película sigue confirmando mi teoría, pues rompe lo mediocre y apunta altísimo, Me topé con ella hace unos días y me pareció algo irresistible, sin saber muy bien por qué. Hoy sucumbí, me decidí y la engullí de un tirón. Merece cualquier parón que hiciera en todo lo demás para verla.

En apariencia parece una peliculita sencilla, en clave de comedia ligera, algo costumbrista. Ese ambiente pétreo y nevado de la España profunda, donde los inviernos son inviernos de verdad y la vida depende de la dureza de tus piernas. Hay muchas muestras así en el cine rural español, y muchas, cojonudas. El mejor capítulo de la serie Los camioneros iba por estos derroteros. La primera parte de La mitad del cielo (1986), donde también sale un enigmático Santiago Ramos, de forma breve pero más indeleble que en esta ocasión; Los días del pasado (1977), o la maravillosa El amor del capitán Brando (1974) de mi querido De Armiñán.

Luis y Virginia no es tan plomiza y política como Los días del pasado ni es tan picarona y nostálgica como el capitán Brando (y no lo digo como algo malo). Por supuesto, no es tan «mágica» como La mitad del cielo. La única magia de esta película es la real, la buena, la que forma la química de Hinojosa y Carme Elías. No necesariamente porque se llevasen genial, sino porque son dos tremendos actores que funcionan estupendamente juntos. Carme está increíble, como siempre. Joaquín, en su línea. El papel más reseñable que recuerdo de él es en Camada Negra, donde estaba espléndido. También lo he visto en Elisa, vida mía (donde se repite el escenario de España vaciada) o en Tiempo de silencio, donde hace de pillo, o Jarrapellejos. Y es que la propia virginia lo acusa de «andar siempre con facinerosos...», algo que hace gracia, si tienes en cuenta la filmografía de Hinojosa.*

Ambos son una pareja de maestros de caracteres algo opuestos. Ella escoge (o la condenan con) un puesto rural. Es idealista, vitalista, jovial y divertida. Él estudia la oposición de maestro. Es huraño y amargado y se siente un personaje de Robinson Crusoe, aunque seguiría a Virginia hasta el fin del mundo. Al mismo tiempo completan el elenco el ya citado Santiago Ramos, en una brevísima aparición, y Luis Ciges, que interpreta a un estupendo Luis Cig... Digo..., al padre del niño bizco. Hay un niño bizco muy malo, Antonio, pero muy guapetón y con mucho gancho, junto a una diminuta y graciosa vieja de ocho años llamada Marcela, que es la niña que le gusta. Ambos están soberbios actoralmente dadas sus circunstancias. Probablemente fueran pilluelos del pueblo que nunca jamás habían actuado. Algo así creo que se decía en un comentario al inicio de la copia que yo vi.

Los diálogos a veces pueden parecer algo artificiales, pero a mí me dio la sensación de que encajaban con los personajes. No me parecían impostados ni forzados, aunque no siempre se usasen las expresiones más naturales. Algunas líneas, eso sí, como la del abuelo que se queja de estar postrado y de que la vida es una mierda cuando se es viejo, me parecieron SUBLIMES.

Todo es bastante bueno en esta película, salvo la calidad del VHS de la copia que vi en Youtube. La música corre a cargo de Aute. No está mal. Jovial, alegre, propia de una pareja de enamorados. Música de pajaritos en el bosque y frutos rojos. Yo quizá habría añadido algo más para no caer en la monotonía, como esa pieza de música clásica que suena en la radio de forma intradiegética mientras los protas estaban en la cama. No sé, ¿quizás un «Nos ocupamos del mar» de Alberto Pérez, si hubiesen podido viajar cinco años al futuro? Bueno.

La relación puer-senex que se establece entre Antonio y Luis también está muy bien conseguida. Es un punto fuerte de la película que nos muestra el talento de Luis como educador, con esa virilidad permisiva que ríe las maldades del crío a escondidas y lo aprecia. Y contrasta con la profunda severidad de Virginia en el aula, aunque luego, fuera de ella, transforme en un tacto femenino dulcísimo. Es curioso que hasta en el aspecto educativo son opuestos en lo privado y lo público en ese tandem cruzado de sus personalidades.

Lo demás lo dejo para el spoiler, puesto que en torno a esta amistad entre Luis, amigo de facinerosos, y Antonio, facineroso de buen corazón, gira el grueso de lo que realmente resulta de interés en esta película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Silvio de Arabia
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 5 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow