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España España · Caravaca
Críticas de David
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Críticas 10
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
17 de enero de 2015
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Amor, pasión, lucha, sudor y sangre. Olvidarse del resto y del todo para únicamente vivir para y por ello. Así, puede entonces que se consiga lo que se persigue y anhela. La meta está más lejos aún de cualquier sueño o impuesta imposición. Es sobre el carácter de uno mismo, la personalidad reforzada y marcada durante mucho tiempo para sentirse el mejor por méritos propios. Es un compendio de corazón, práctica y tenacidad. Una vida, vista y vivida así, sin conocer los límites. Whiplash, es amor al único deseo existente. Lo demás, esté mal decirlo, haga daño o tenga sus consecuencias no gratas -que las tiene-, es secundario. Sólo importa convertirse en el mejor músico del momento y ser recordado para siempre en la historia de la música. Y para eso, hay únicamente una oportunidad. Tú decides cuando. Mientras, toca llorar, sangrar y rezumar. Martirizarse, sucumbir ante los platos, caja y tambor, bajar hasta el mismísimo infierno y ver que no eres lo que creías ser, que no has hecho nada hasta ese momento. Si quieres ser el mejor, debes entregar tu vida. Si buscas la perfección, muere explorando, porque puede que en algún momento, la roces nada más.

Whiplash es casi la perfección -no deja uno de pensar en Stanley Kubrick y el excelso trabajo de perfeccionismo y meticulosidad, llevándolo todo a su máxima expresión en cada uno de sus trabajos- donde profesor, Terence Fletcher (J.K. Simmons),y alumno, Andrew Neiman (Miles Teller) dos de las partes culpables de esta maravillosa película, la otra es su director/guionista, Damien Chazelle (Guy and Madeline on a Park Bench, 2009), se enfrentan con puño y baquetas, respectivamente, entre sí, para conseguir ser los mejores en su función. Chazelle no es el director del Bronx (Kubrick), pero consigue sacar de sus dos actores hasta el último insulto y gota de vida. Una pequeña y simple historia engrandecida por su realización, música, fotografía, actuaciones y un amasijo de emociones, que difícilmente puedes contener sin mojar tus mejillas y revolucionar tu corazón. ¡La perfección está ahí, sólo ahí!

Andrew es un joven y ambicioso baterista de jazz, absolutamente enfocado en alcanzar la cima dentro del elitista conservatorio de música de la Costa Este en el que recibe su formación. Marcado por el fracaso de la carrera literaria de su padre, Andrew alberga sueños de grandeza, ansía convertirse en uno de los grandes. Fletcher, un instructor bien conocido tanto por su talento como por sus aterradores métodos de enseñanza, dirige el mejor conjunto de jazz del conservatorio. Fletcher descubre a Andrew y el baterista aspirante es seleccionado para formar parte del conjunto musical que dirige, cambiando para siempre la vida del joven. La pasión de Andrew por alcanzar la perfección rápidamente se convierte en obsesión, al tiempo que su despiadado profesor continúa empujándolo hasta el umbral de sus habilidades… y de su salud mental.

Filmada de manera excelente por Chazelle, proporcionando primeros planos de Andrew y su extremo y pegadizo sufrimiento, de las componentes de la batería, cuando estos están siendo masajeados (castigados) como si se trataran de un personaje más -que realmente lo es-. La batería insufla vida y depresión a nuestro cicatrizado Andrew, que al fin y al cabo, sentimientos son. Una fotografía en los espacios cerrados de fina belleza. Una delicadeza -salvo con el profesor- en las relaciones más íntimas, que casi no se ve, pero que se hace de notar. Véase a Andrew con su padre en el cine, o cuando éste visita a su hijo y terminan en el sofá viendo una película. ¡Porque ir al cine con tu padre, es realmente maravilloso! La petición de Andrew para salir a la chica de las palomitas, la primera cita para tomar la pizza. O la ruptura -¡fantástico!- con la misma, que es para hacer una reverencia. Y, por supuesto, la unión/desunión entre Andrew y Fletcher. Una química explosiva, funcionando al ritmo de los tempos indicados por uno y realizados por otro. Para las buenas como para las malas -rigiéndonos al guión-, es una absoluta delicia cuando están cara a cara.

Whiplash es el fruto de la suma de una majestuosa sesión de jazz más un cine elegante y genuino. Todo amante del buen cine y la buena música, tiene aquí para emocionarse dejándose ser seducido de manera casi violenta, puesto te desnudas y eres casi violado hasta quedar exhausto. La unión de ambos compuestos hace que nazca el nuevo Charlie Parker (saxofonista), un Buddy Rich (baterista) en este caso. Fletcher ha sido el maestro, Andrew el elegido.

El excelente trabajo de un director/guionista prácticamente primerizo, que adapta la historia de su propio cortometraje para llevarlo a un nuevo y más extenso significado, consiguiendo una ópera prima, bien podría decirse, de valor impredecible, es para no olvidar. Whiplash, con sus cosas, es un emocionante y conmovedor filme que lleva al espectador a caminos luminosos, y a la vez agrios, para acabar hipnotizado, agotado y abrumado.

cinemaunderground.net
David
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9
15 de febrero de 2014
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Hay que comerse el mundo! Y DiCaprio lo hace literalmente en el último trabajo de Martin Scorsese. Se lo come, devora, traga, esnifa, folla, engaña, ríe, disfruta… DiCaprio en El Lobo de Wall Street lo hace todo, y lo hace de matrícula de honor. No sé si llevará el Oscar por este papel, el Globo de oro ya está en su poder, pero no importa, porque lo que de verdad hay que mirar y guardar, es el asombro derroche de humor y dramatismo con el que dota a su personaje. Con lo que hay que quedarse, es con el actorazo que es y lleva dentro. ¡Magistral! ¡Sublime! ¡Fantástico! Tenía que reventar sus aptitudes, si no lo había hecho ya, y aquí nos regala un trabajo que difícilmente se podrá olvidar.

Pero la culpa de que esta película de Scorsese tan dramática/humorística llegue hasta las arrugas más lejanas de nuestro cuerpo y saque todo aburrimiento o tristeza que en el halle, no es sólo de Leonardo. Habría que sacar a la pared de culpables al propio Martin Scorsese, por dirigir con elegancia y absoluta maestría una de las películas del año; a Jonah Hill (un fuera de serie), P.J Byrne, Kenneth Choi, Brian Sacca, Henry Zebrowski, Ethan Suplee, Jon Bernthal o Rob Reiner como compañeros de trabajo, amigos, familia… por formar la otra parte que todo reloj suizo necesita para funcionar con total precisión. Porque las cosas como son, DiCaprio está de escándalo, pero el resto de reparto, el guión, hecho por Terence Winter, basándose en el libro de Jordan Belfort –el origen de todo– y Scorsese, realizan unas de sus mejores partidas al póker en tiempo. Es como si hubieran dado vida y muerte por este trabajo, dejándose hasta la última gota de placer por un glorioso filme que los mantendrá vivos por lustros.

El lobo de Wall Street narra la dramática –y jocosa– historia basada en hechos reales del corredor de bolsa neoyorquino Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio). Corredor que, junto a sus felices colegas, amasaron una descomunal fortuna estafando millones de dólares a inversores. La película sigue la alucinante transformación de Jordan Belfort, desde que era un hombre honrado recién llegado a Wall Street hasta convertirse en un auténtico forajido de las acciones. Después de aglutinar una enorme fortuna en un tiempo récord, Jordan se la gasta de la forma más absurda en mujeres, tranquilizantes, cocaína, coches, su esposa (una supermodelo, Margot Robbie) y un deseo ilimitado de poseerlo todo.

Dos horas y media de auténtico desenfreno cinematográfico. Diversión y locura dentro y fuera de la pantalla. Scorsese logra la mezcla perfecta, es más, diría que da con una nueva sustancia, insuflando al espectador altas dosis de entretenimiento con las que queda enganchado y maravillado. Ya no sólo es el elenco actoral, Martin hace un despliegue visual y técnico a la altura de lo que es, un maestro, demostrando que los viejos zorros tienen ese apodo por algún motivo (lo de zorro se lo acabo yo de poner por el famoso cuento). Son muchas las secuencias o momentos, risas o sentimientos a lo largo del filme con las que babear. Mejor verla y abrumarse.

Otro de los grandes aciertos de esta cinta es su música o esos trocitos que nos regalan los protagonistas cantando ellos mismos, bien dándose golpes en el pecho, bien en algún momento de subidón o puestazo. Perfecta combinación para hacernos más pupa aún dentro de nuestro destrozado, y a merced de ellos, corazón.

Termino plasmando dos de los momentos más tronchantes y deliciosos que yo recuerde en el cine: el viaje en avión a Ginebra, donde la toman con las azafatas; y cuando Jordan Belfort (DiCaprio) y Donnie (Hill) toman las pasadas pastillas Lemmons 714. Sólo apuntaré que es algo que roza o supera la supremacía interpretativa, y con planos y secuencias de órdago.

Probablemente sea la película del año, o puede que no, pero de lo que estoy seguro es que aquí, en El Lobo de Wall Street, los planetas se han alineado para hacernos disfrutar sin medias tintas de una joya de principio a fin. Bravo por Scorsese, Winter y DiCaprio principalmente.

Mi web: cinemaunderground.net
David
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8
15 de febrero de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lejos queda por los años, pero cerca por lo que marcó y significó aquella joya llamada Cómo ser John Malkovich (1999) en nuestras cabezas y corazones. Una genial, asombrosa y maravillosa ida de cabeza de dos genios: Charlie Kaufman al guión y Spike Jonze tras la cámara. Y como no podía ser menos, a esta pareja, se le uniría un reparto escandalosamente bueno: John Malkovich, haciendo de el mismo, John Cusack, Cameron Díaz y Catherine Kenner como principales magos de esta historia de titiriteros, oficinistas, puertas escondidas…, subconscientes… ¡Magistral! Pero este no sería el único momento dulce en la carrera del realizador de videoclips que mucho de nosotros nos hemos visto y emocionado en nuestra juventud: Sabotage de Beastie Boys, vídeos para Björk, The Chemical Brothers o una infinidad de cortometrajes. Ha hecho cosas, piezas de culto en el general de su obra, como Adaptation (El ladrón de orquídeas) o el cuento para niños más bien adultos, Donde viven los monstruos, historia igual de grande que sus monstruosos y tiernos protagonistas. Un genio de culo inquieto, mente abierta y una destreza a la hora de escribir y dirigir fascinante.

Her nos sitúa en un futuro no muy lejano con nuestro protagonista Theodore (Joaquin Phoenix) como eje y motor de la historia. Theodore, escritor solitario, adquirirá un moderno sistema operativo (la dulcísima voz de Scarlett Johansson) diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para sorpresa de Theodore, este iniciará una relación sentimental con dicho sistema operativo –cosa de la que uno ya no se sorprende–. A partir de ahí: emociones, risas, sexo, amor, llantos, dudas, viajes y preguntas, muchas preguntas que le irán surgiendo a Theodore.

Her, por el que Jonze ha sido galardonado con un Globo de Oro al mejor guión original, cuenta y reflexiona sobre la compleja vida que puede llegar a ser la relación con el sexo opuesto, las relaciones entre los propios humanos, el distanciamiento que ellos mismos se crean, la adaptación a la tecnología o el enganche a ella. Her, es una bella, graciosa, curiosa e interesante propuesta con magníficos resultados, gracias a un guión, dirección, y como no, a la actuación de un sobresaliente Joaquin Phoenix. Pero este filme también es delicado, tierno, precioso, doloroso, emotivo y disfrutable de principio a fin. Una película muy seria, un magnífico guión, muy bien argumentada –se nota el pasado de Jonze sentimentalmente hablando–, montada a la perfección, y contada y desarrollada para caer en sus garras. Una mezcla entre los sentimientos que hacen que mente y corazón se te rompan y con ello hundas –también con lo que salir a flote–, dejando de ti nada más que el alma que flota en minúsculas partículas ligeras como el aire, y las herramientas con las que hoy dormimos, comemos, caminamos y trabajamos conocidas como ciencia y tecnología.

Acompañando a Phoenix tenemos físicamente a su amiga Amy (Amy Adams), Catherine (Ronney Mara), su expareja y amor para el resto de su vida, Paul (Chris Pratt), la mujer de éste, y Charles (Matt Letscher), pareja de Amy. Luego, no físicamente, ya saben, los sistemas operativos, tenemos como ama de llaves a Samantha (Scarlett Johansson). Una inteligente y sensual máquina que se enamorará hasta límites insospechados de Theodore. En el reparto como en su ejecución, Rooney Mara es cómplice y culpable de toda la historia, regalando junto a Theodore momentos de ensueño. En realidad, todos los flashbacks de la pareja son extremadamente bonitos. Y sobre la relación entre Theodore y Samantha, mejor descubrirla cada uno por su cuenta y disfrutarla a su manera.

Mi web: cinemaunderground.net
David
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7
15 de febrero de 2014
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Si se puede hablar de un actor mucho y para bien en este comienzo de 2014, yo con total seguridad lo haría sobre Matthew MacConaughey. Cerró 2013 trabajando en un normalito guión para Mud, de Jeff Nicols, haciendo que la película, junto a una estupenda pareja de jóvenes protagonistas, mantuviera el correcto y debido interés hasta el final del filme. Eso en cuanto a 2013 –y que yo haya visto–. En 2014, sus trabajos nos llegan en forma de tsunami. Trabajando como detective en la serie de HBO True Detective –densa, lenta, asfixiante, fantástica…–, interpretando al detective Rus Cohle, junto a otro genial Woody Harrelson. Lo podemos ver también en el comienzo de El lobo de wall street, dando muestras nuevamente de su estado de gracia. Y como no, en el papel de Ron Woodroof, en Dallas buyers club, convirtiéndolo a este chico de Texas, en una de las principales alegrías cinematográficas actualmente. Al espectador, sólo le queda frotarse los ojos ante tal despliegue de majestuosidad interpretativa. Asombroso el papel de Cohle en la serie mencionada, como fascinante el papel de Woodroof por el que ha sido nominado al Oscar (cosa que importa bien poco).

Dallas buyers club arranca con el diagnostico a Ron Woodroof después de un accidente laboral, pero claro, quién demonios presagiará el resultado de las pruebas correspondientes. Tiene el virus del SIDA, se le prescribe un fármaco altamente tóxico y se le pronostican 30 días de vida (secuencia en el hospital –gracias a sus diálogos y caracterizaciones– imborrable). Reacio a aceptar esa sentencia de muerte, Woodroof se introduce en el mundo de los fármacos clandestinos y acaba convirtiéndose en el mayor promotor de un tratamiento no aprobado legalmente que no solo le alivia de la enfermedad, sino que también prolonga su vida. Woodroof inicia una batalla contra la Administración de Alimentos y Medicamentos, y da pie a una campaña de concienciación sobre la desinformación del Gobierno para ayudar a todas las víctimas silenciosas que sufren el virus del SIDA.

Con una dirección correcta de Jean-Marc Vallée, director de la magnífica C.R.A.Z.Y, una banda sonora muy vaquera (ya saben, country, rock sureño, rock…), un actor secundario, y amigo/compañero de ventas de Woodroof, Rayon (Jared Leto), inmenso. Sin palabras me quedo para calificar el papel de éste. Sencillamente fabuloso. Una Eve (Jennifer Garner), luchando por estar a la altura de sus compañeros, y un guión (hecho por Craig Borten y Melisa Wallack) que sin ser nada del más allá, hacen de la película el conjunto perfecto para ser un buen y entretenido trabajo. Pero lo de MacConaughey y Leto –me repito y reitero– aquí es para medicarlos aparte. Es difícil no sucumbir ante dos papelazos de dos actorazos que se meriendan dicho trabajo, literalmente.

Emotiva por momentos, divertida, con situaciones donde el heterosexual y el transexual –ellos mismos se encargan de esta etiqueta– allá por donde van, sólo dejan rastros de genialidad –y no sólo cómica, lo que les venga en gana o papel–, interesante, y con toques dramáticos con la dosis justa para ir alimentándonos durante todo el metraje y tenernos enchufados a la pantalla sin parpadear. Fiestas locas, lucha por el reconocimiento de una verdad y la de muchas vidas a las que poder ayudar, interpretaciones de lujo y un final…

Mi web: cinemaunderground.net
David
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4
15 de febrero de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, sinceramente, últimamente me dedico a ver cine sin buscar datos referenciales de nada que tenga que ver con lo que voy a visionar, al menos hasta una vez vista. No quiero preparar caminos, facilitarlos o hacerlos duros. Si me entero de algo en concreto de lo que voy a ver, bien, pero nada más. Sí, antes leía e indagaba mucho sobre lo que vería, ahora, me siento para intentar disfrutar y aprender, y después, leer si lo merece. Toda esta parafernalia viene porque ni la más remota idea de que el director de American Hustle era –y es– el señor David O. Russell, director entre otras de: El lado bueno de las cosas –no entiendo ni como está nominada al premio que sea–, Tres Reyes –entretenida y divertida– o The Fighter –que no la he visto–. Una colección curiosa por su disparidad y resultados. ¡En fin!, que pasan las cosas porque tienen que pasar, creo.

El tráiler que pasan en los cines de American Hustle es llamativo y despierta interés. Por lo menos, a un servidor le llamó la atención esas ropas, música y posible trama. Por supuesto, la película cuenta con un elenco actoral bien interesante comandado por Christian Bale y Amy Adams, a los que siguen: Bradley Cooper, Jennifer Lawrence –repitiendo director un año más tarde– o Jeremy Renner, por nombrar los más destacados. Pero claro, de ahí a que te guste más, menos, saques algo positivo de ella o no, hay un largo camino. Y ese largo camino es el que dos días después de verla me hace recapacitar, sentarme a escribir, y sacar en claro que salvo cosas muy puntuales, el filme me entretuvo lo justito por dos o tres aspectos nada más.

La gran estafa americana cuenta la historia de un brillante estafador, Irving Rosenfeld (Christian Bale), que junto a su astuta y seductora compañera, Sydney Prosser (Amy Adams) –alucinantemente seductora–, se ve obligado a trabajar para un tempestuoso agente del FBI, Richie DiMaso (Bradley Cooper). DiMaso les arrastra al mundo de la política y la mafia de Nueva Jersey, (Jeremy Renner) es Carmine Polito, un apasionado y volátil político de Nueva Jersey, atrapado entre los estafadores y los agentes federales. La impredecible mujer de Irving, Rosalyn (Jennifer Lawrence), podría ser la que tire de la manta, haciendo que todo se desmorone.

Y tirando de la manta y paralelismos, podría decir que el carisma y genes –y problema– de Rosalyn aquí, son los mimos que se gastaba dentro de esa joven loca enamorada en El lado bueno de las cosas. No saber por dónde, cuándo ni cómo saldrá en el siguiente trozo de guión que le toca interpretar, es un mapa indescifrable y un punto a su favor –la verdad–. Pero también destacar de todo este producto las interpretaciones o puestas en escena de Adams, Bale, Cooper, Renner y la propia Lawrence. No me han desagradado, siendo esto lo que mantiene a flote el trabajo de O. Ruseell. Principalmente, los flashbacks de cuándo y cómo se conocieron Irving y Sydney, la vida de niño del propio Irving, o las conversaciones o escenas que suceden dentro de la casa de Irving, Rosalyn y el pequeño joven de ésta, sí son de mi agrado.

La música setentera del filme es otra pequeña alegría, y digo pequeña, porque aunque sea música de mi agrado, no termina de crear la atmósfera necesaria, ya que le dan al play a cuentagotas, lo que hace que te enganches y desenganches con las mismas.

Sobre su historia y desarrollo, aun creando el interés justo por ver como se desenvuelven en los casos, es más bien lineal, normal o soso.

Mi web: cinemaunderground.net
David
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