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España España · Huércal- Overa
Críticas de Ginés W García
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Críticas 25
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
7 de diciembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¡Qué chula sería esta película si Burton la hubiera dirigido en 1993!"

Ese es el run-run en mi cabeza cada vez que me siento a ver uno de los últimos títulos del director. Seguramente los efectos serían en stop-motion, la historia me engancharía desde los títulos de crédito, el humor delirante empaparía cada frase y un contagioso ambiente de serie B me recordaría que ese es el mundo donde quiero vivir, que no quiero volver a la realidad monótona, tan pulcra, tan aburrida....

En estas divagaciones se me deshilacha una media hora de película. ¡Qué manía la de nuestra mente de compararlo todo! Me estaba perdiendo así el objetivo por el que me senté a verla: y no es otro que disfrutar. Por mucho que a veces se pierdan en las florituras de los efectos de animación, muchas de sus producciones me dejan buen sabor de boca.

A veces olvido que el objeto artístico de estas películas no es otro que el de invitar al espectador a profundizar en la fantasía y a perderse en un paraíso infantil lleno de historias curiosas y trepidantes. ¿Cómo no iba a disfrutar? ¡Es puro entretenimiento básico! El relato está bien definido y la trama nunca llega a estancarse. A una primera parte de puro misterio, le llega la aventura del descubrimiento de nuevos mundos para rematar con una última hora cargada de acción ininterrumpida. Lo que viene siendo una cinta clásica de aventuras para niños de todas las edades (concretamente niños de 0 a 99 años).

Otro punto a favor son los detalles de mal gusto que impregnan el relato, muy divertido e incluso terrorífico. Siempre es un placer recuperar nuestra morbosidad infantil gracias a fantasmas que comen ojos, niños con mutilaciones y criaturitas zombies agonizando.

Quizá la única pega de estas películas son los héroes de sus muchas de sus obras, tan cortados por el mismo patrón que puedes cambiarlo por cualquier personaje de su filmografía. El resultado no cambiaría mucho. Sería muy divertido ver a un niño protagonista moralmente ambiguo, a pesar de resultar el héroe de la película. En la que nos ocupa, de tan perfectito que es el chiquillo, he terminado olvidando su nombre a los 10 minutos de acabar.

También es cierto que tanto efecto de imagen pueda llegar a saturar la visión y sentir una especie de diabetes entrando por las retinas. Menos mal que en este caso, el relato está lo suficientemente bien llevado y el montaje es el adecuado como para que los efectos no lo eclipsen todo. Además, el juego temporal de la historia se presta a una serie de contrastes entre un presente gris y oscuro y un luminoso mundo de misterio que remite a 1943. Nada que objetar.

Por lo demás, quiero dar unas palabras de aliento a los sufrientes acérrimos de Tim Burton que esperan su buena dosis de "Eduardo Manostijeras" desde hace unos 20 años. Así que les digo que no importa tanto comparar su nueva obra con la anterior (más por motivos de salud que por otra cosa). El "Déjate sorprender" podríamos sustituirlo por un "Déjate disfrutar" y lo mismo no se decepcionarían tanto, dado que ésta es una película muy recomendable.
Ginés W García
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1
25 de julio de 2015
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la primera vez que veo una (supuesta) película de terror en la que me quedo como un gilipollas mirando a ver qué pasa... a ver si por lo menos me dan el típico sustillo previsible que te hace soltar alguna risa nerviosa... y ¿qué me encuentro? ¡Nada! Esta película no tiene nada. Ni siquiera el jugar con el argumento del niño indefenso me ha removido alguna fibra de empatía... básicamente porque (repito) no pasa nada.

He aquí algunas cosas que no sólo me han provocado mucho más terror que esta nadería, sino que al lado de esto, resultan piezas artísticas conceptuales y de sensibilidad subyugante tales como:

1. El nuevo videoclip de Leticia Sabater (remake bien logrado de ¿Qué fue de Baby Jane?)

2. Las cocinas que muestra Chicote en su programa (la mugre de esas cocinas las utilizaba Peter Jackson para las escenas gore de sus primeras cutre-películas).

3. Gran Hermano Vip: Aunque sólo he visto el tráiler, prefiero meterme en el Hotel de "El Resplandor".

4. Las rebajas de verano me recuerdan a Apocalipsis Zombie.

5. Cualquier programa de sucesos te revuelve ya el estómago.

6. Un disco de versiones de Pitingo.

Paranormal Activity 2: lo único que da miedo es ver la duración de la misma y ver el tiempo que he tirado por la ventana, cuando lo podía haber aprovechado con cualquiera de esos menesteres.
Ginés W García
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10
29 de junio de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Todo niño es un lucero
que no muñeco de cartón...
No quiero que los recorten en cueros,
les vistan por un patrón (...)

Carne y hueso, eso es
Seso y sexo, como usted."

Esta extraordinaria canción de las poetisas Vainica Doble es la mejor forma que encuentro para interpretar este film, con la amargura destilada de la nostálgica calidez en esos viejos y coloridos fotogramas parisinos, y con toda la reivindicación de dos principios humanos universales que nos han sido pisoteados desde nuestra infancia:

1. la virtud de la inocencia
2. la virtud de la diferencia

El individuo incorrupto, aquel humano libre y feliz, se verá amenazado siempre por los otros "individuos" grises, cortados por el mismo patrón: un patrón moldeado por las tijeras de la ignorancia, del rechazo, del odio, del miedo, que cercena la verdadera esencia del hombre, despojándolo del ángel de la guarda. No es culpa de ellos esos tonos grisáceos del humo apestando en sus chaquetas y la sarna repicando en sus corazones. Al fin y al cabo, los han cortado así.

Un globo, tan dimensionado como un ser humano... y tan frágil. ¿Qué nos puede representar este globo, que levita, inocente y rojo, como una provocación al ruidoso orden de los semáforos y los autobuses? Pues no encarna más que el seso y el sexo: la inteligencia del individuo y su poderosa fantasía, es decir, todo lo que le eleva como ser: el conocimiento (lo que toma del mundo) y la creatividad (lo que deja para el mundo).

Este pizpireto niño y su globo se encontrarán que espacios como un colegio o una iglesia pueden ser sus más crueles antagonistas. ¿Por qué enclaustrar las ideas del que piensa por sí mismo, entendidas como una inteligencia incontaminada? ¿Y por qué negar a un niño la sexualidad latente como un capullo de rosa, entendida como inocencia y creatividad? Pues porque son principios tan naturales y tan poderosos que le son mutilados desde estos estamentos: no se amoldan al patrón gris y desangelado que requiere una sociedad "civilizada".

Y otra cuestión ¿Por qué de ese colegio salen otros niños como perros de caza ansiosos por raptar el globo? Porque ya es demasiado tarde, han sido entrenados para perpetuar el mismo sistema ruin y mediocre a través de la cólera inconsciente y masificadora hacia el que no la acata.

Mi conclusión:

La alegría del diferente es insultante para las masas y una provocación para el que las domina.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ginés W García
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7
26 de junio de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
PREJUICIO NUMERO 1: ¿PERO ESTO NO ERA UNA COMEDIA?
¿Te imaginas entrar al cine para ver al bueno de Ben Stiller con la imagen mental de una comedieta de humor chusco y descerebrado, y lo que empieza a parecer una mala, pero simpática comedia, se torna en un drama horroroso, de ambiente creppy y de macabras consecuencias?

El argumento que yo (felizmente) imaginaba: José Mota tiene un accidente del que sale milagrosamente ileso y se convierte en una estrella de televisión, desde la hiperbólica mirada de Álex de la Iglesia: sabemos que habrá sangre, pero de buen rollo, ¿verdad? Lo cierto es que la sorpresa me ha revuelto el estómago, pero me ha dejado un buen sabor de boca. Es cierto que tiene sus fallos, pero es lo menos.

PREJUICIO NUMERO 2: JOSÉ MOTA y SALMA HAYEK, ¡MENUDOS ENCHUFADOS DE LOS GOYA!
Lo cierto es que Salma hace una dignísima interpretación que bien le pudo haber merecido un premio (de no ser porque Elena Anaya "lo petó" demasiado) y José Mota borda ese papel de pazguato, a lo Buster Keaton pasando la peor de las experiencias: un rostro de palo, imperturbable y anodino, que a la vez irradia mucha humanidad. Mil disculpas a los dos.

PREJUICIO NUMERO 3: LA MORALINA SOBRE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN ESTÁ MUY TRILLADA
Sí, no dice nada nuevo, y no comulgo demasiado con la crítica al sensacionalismo de la telebasura. No obstante, la reflexión está bien argumentada a través de los distintos personajes que aparecen, definiendo muy bien las posiciones ante una situación tan límite como si de un icosaedro se tratara. Por otro lado, no me ha quedado claro si la presencia de los medios cubriendo el accidente era el leitmotiv de la película o al final no pasa de un simple mcguffin. Lo bueno de todo esto es que, como en la vida, las cosas tienen la importancia que cada sesera les otorgue. Por lo tanto, donde unos cacarearán "fiasco", yo lo gluglutearé como un pavo que estamos ante un pequeño logro.


Conclusiones:

1. La película no está exenta de fallos. De todos modos, no olvidemos que el cuerpo de su exagerado y (en ocasiones) forzado guión está moldeado en torno a un disparatado esperpento de fondo negro, negrísimo. Tan negro como la sangre de esos portales de barrio que aparecen en el telediario. Podría quedar bien como obra de teatro.

2. El tema de qué es lo verdaderamente importante en la vida queda al desnudo a lo largo de la película. El drama familiar que se vive lo podrían haber contado Isabel Coixet a través de su cine intimista o Fernando León a través del drama social. Álex de la Iglesia lo cuenta como mejor sabe: desde el esperpento valleinclanesco. Asímismo, la eterna metáfora del hombre absurdo encarnada en José Mota ya se ha reflejado de otras formas: "La cabina", de Antonio Mercero, dicta más o menos el mismo mensaje: de hecho, el personaje de José Mota se ve atrapado accidentalmente por culpa de esa concepción del materialismo más ciego que reina en el mundo moderno. Por último, la película se relaciona, desde el tópico de la fragilidad de la vida frente a la importancia de los bienes, con los "Retratos de nuestras postrimerías" que representó Juan de Valdés Leal en la pintura barroca española de una forma no menos impactante en cuanto a macabrismo, acidez como y universalidad.

3. Por último... y sobre la televisión:

Esta reflexión que hace el director sobre la prensa del cotilleo queda un poco anticuada. Actualmente (2015), y, por mucho que nos pese, Lidia Lozano no es el mal. Jorge Javier Vázquez no es el mal. Karmele Marchante no es el mal. En todo caso, son sólo cuatro yonkis con más o menos escrúpulos que exponen la vida de gente que, a su vez, quiere ser expuesta. Adentrémonos en cómo los medios "serios" de la televisión y la prensa tratan de forma tan frívola, tan retorcida y tan manipulada, asuntos delicados y de vital trascendencia. Ahí es donde vemos lo podrido de todo el asunto, tal y como magistralmente ya narró Billy Wilder en "El gran carnaval". En resumen: la tiranía de la comunicación (va por usted, Ramonet).
Ginés W García
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8
17 de junio de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Steven Soderbergh, cual cirujano en quirófano (con bisturí o sierra en mano), nos abre en canal la sociedad de nuestro tiempo para extirpar los oscuros tumores psicosociales que provocan tanta infelicidad y angustia innecesaria, que hacen de los psiquiatras elementos de primera necesidad para las clases burguesas. Y todo a partir de cuatro estereotipos que danzan al son de la incomprensión, la incomunicación, y, en definitiva, la inconsciencia. Por tanto, estas enfermedades, en el fondo, no son tanto de carácter sexual sino más bien de autoconocimiento y comunicación con los demás. Y los candidatos a enfermos mentales son:

1. LA FRÍGIDA: Interpretada por una exuberante Andie MacDowell, un ama de casa abnegada y maniática al borde de la locura y experta en reprimir sus instintos primarios, que parecen a punto de estallar a medida que avanza la cinta (cual tía Tula). Su personalidad asertiva se verá seriamente perturbada por la llegada de Graham (aka EL PERVERTIDO), dinamitando sus elevados castillos morales y dejándola al desnudo frente a su único problema real, no exento de solución: es una frígida y no es culpa suya.
DIAGNÓSTICO: Enferma mental muy reprimida. Humana, al fin y al cabo.

2. EL PERVERTIDO: Encarnado por un melancólico y misterioso James Spader. Resulta increíble cómo su impotencia y su vouyerismo puedan ser tratados con tanto respeto, incluso admiración por parte del director... cuando normalmente, en una cinta random americana, sería lo peor de lo peor, un residuo putrefacto de la sociedad, un indeseable (¿Se acuerdan de Robin Williams revelando fotografías ajenas?). Por supuesto: tiene un problema y éste verá la cegadora luz tras la caverna al conocer a Anna (LA FRÍGIDA). El vals de este cuarteto de cámara va tomando cuerpo, como un buen vino de Jumilla, en cada punto de trama, por lo que no decaerá usted en el aburrimiento. Su problema no será tanto su vouyerismo sino el miedo a uno mismo.
DIAGNÓSTICO: Enfermo mental muy atormentado. Humano, al fin y al cabo.


3. LA FRESCA: Nadie como Laura San Giacomo para deleitar al público con estos papeles. Singularmente, la más sana sexualmente, la más humana y la más inocente de todos. No por tanto, menos siniestra al acostarse con su cuñado sobre la cama de su hermana. Su enfermedad, en todo caso, es un cierto complejo de inferioridad hacia su hermana que la llevará a ser una "fresca" y un continuo volcán en erupción, que como antítesis de Ann resulta la mar de interesante. Su único problema es la mentira y una cierta envidia, no por eso menos dañino hacia sus seres queridos. ¿Se resolverá felizmente su dilema?
DIAGNÓSTICO: Enferma mental con un leve síndrome de caín. Humana, al fin y al cabo.

4. EL REPUGNANTE: Peter Gallagher interpreta a John, un abogado de éxito, un triunfador. El sueño americano encarnado en un marido ejemplar. Un cerdo de la peor calaña, vamos. Su absoluta falta de escrúpulos y su egoísmo ciego lo llevan a justificarse mentira tras mentira, disfrazado en su apariencia intachable, su posición social y el absurdo hecho de que es un hombre. En circunstancias normales (o sea, en un vecindario corriente), él sería la víctima de una cuñada calentorra y una esposa frígida. Soderbergh desmonta este alpiste falócrata que hemos aceptado por bueno para retratar a un tipo de personaje universal, que es el verdadero enfermo mental del siglo XX y XXI: un individualismo hipócrita y retorcido.
DIAGNÓSTICO: Despojo terminal, vomitivo, e incurable. Humano, al fin y al cabo.
Ginés W García
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