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España España · bilbao
Críticas de ernesto
Críticas 1.035
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de agosto de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El suspense y Hitchcock son una de las parejas que mejor han funcionado en la historia del cine. Me atrevería a decir que en todas sus películas el suspense es el eje central sobre el que giran las tramas, y seguramente es la parte que mejor resuelve en todas sus historias.
En el caso de La soga todo esto se acentúa, ya que se trata de una historia que se desarrolla en un espacio único, sin más posibilidades que las que ofrece la propia intriga del relato, y el suspense de la situación. Desgraciadamente en este caso nada de todo esto está a la altura del mejor Hitchcock que conocemos. Una vez terminada la película lo que más se recuerda, de hecho es por lo que es históricamente recordada, es el supuesto plano secuencia de ochenta minutos en el que está rodada.
La historia es bien sencilla. Una pareja de estudiantes organiza una fiesta en su apartamento. La intención de toda esta fiesta es demostrarse a si mismos que el crimen perfecto existe. Para ello matan a un tercer compañero, también invitado a la fiesta, y lo ocultan dentro del arcón que ejerce de mesa en la que se pone la cena. Entre los invitados están la novia del muerto y un ex-profersor de los asesinos, al que interpreta James Stewart, que será el encargado de ratificar, o no, la tesis de la parejita en cuestión.
El suspense de la historia está en saber cual de los detalles que han quedado en el aire les va delatar, o si el asesinato ha sido tan impecable como ellos piensan. A medida que la casa se va llenando de gente es cuando empiezan a salir a la luz las preguntas incómodas y las situaciones imprevisibles. La verdad es que todo este suspense en el que se basa la historia resulta bastante limitado. Nada de lo que sucede resulta tan significativo como para generar tensión, y solo en dos momentos se alcanza el punto preciso para que el espectador se sienta incómodo. Especialmente destacable es la escena en la que la criada recoge la mesa en primer plano, mientras que los personajes están a otra cosa.
Puesto que la película es una pieza de cámara, es precisamente esta la verdadera protagonista. El plano secuencia de ochenta minutos obviamente no existe y lo que hay son varios planos secuencia más cortos enlazados mediante fundidos en negro muy poco sutiles. Es por eso que me soprende el reconocimiento que tiene la película en ese sentido. Más originales y acertados resultan los ángulos desde los que percibimos la acción y los movimientos envolventes de la cámara, que son los auténtico creadores de la atmósfera que desprende la película.
Supongo que con un remate a la altura de las circunstancias estaría hablando de otra de las grandes películas de Hitchcock, pero desgraciadamente todas las deducciones que llevan al personaje de James Stewart a la conclusión están tan cojidas con pinzas que la historia acaba perdiendo cualquier credibilidad.
Seguramente La soga sería notable para cualquier director, pero siendo Hitchcock se queda bastante corta.
ernesto
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7
12 de julio de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La experiencia de ver Tras el cristal, de muy joven, la recuerdo como perturbadora e inquietante, pero también desagradable. Aun asi se me quedó en la memoria el nombre de su director, Agustí Villaronga. Después de eso, y a falta de ver El niño de la luna, el director se paso la década de los noventa dando tumbos cinematográficos con dignidad, pero sin dejarse llevar por su torrencial universo. No fue hasta El mar, que volvió a dar rienda suelta a sus obsesiones más oscuras y retorcidas. Y el resultado fue difícil otra vez, pero muy interesante. Con Pa Negre vuelve a un universo parecido. La infancia, la posguerra y los oscuros secretos del pasado le sirven a Villaronga para acercarse, más que nunca, al público, en la que posiblemente sea su película más completa y accesible.
La película comienza con un suceso brutal. Un hombre y su hijo, que viajan por un bosque en un carro tirado por un caballo, son brutalmente atacados por un hombre con la cara cubierta. El padre muere en durante el ataque. El niño muere cuando el carro es despeñado por un acantilado de la montaña. Estamos en un pueblo de la Cataluña más rural, en plena posguerra, y este hecho convulsiona la vida de sus habitantes, muy especialmente la del niño que descubre el suceso, cuya familia se verá directamente implicada en la resolución de las muertes. Al miedo y a las diferencias entre ganadores y perdedores heredadas de la guerra, se vienen a sumar los oscuros secretos que transforman a la gente en busca de la supervivencia.
Andreu, el niño protagonista, ve como el círculo de la represión de cierra en torno a su padre. El sufrimiento de su madre se refleja en su mirada, mientras que él tratará de resolver un misterio que le deparará inesperadas y desagradables sorpresas que chocarán directamente contra su integridad. Entre tanto el paso a la adolescencia y la promesa de una vida mejor marcaran definitivamente su futuro.
Agustí Villaronga encuentra en esta historia los ingrediente perfectos para desenvolverse en un mundo que está muy cerca del universo cinematográfico en el que más cómodo se encuentra. Y eso se transmite al espectador a través de la excelente reconstrucción de una época y de una atmósfera tan enrarecida como luminosa, tan obsesiva como turbia, pero siempre con la inocencia de la infancia como el pilar en el que se sustenta todo. Más problemas tiene el director a la hora de que la complejidad de la historia y de los sentimientos que implica lleguen al espectador de forma trasparente. Llega un momento en el que la película pierde fuerza al no saber canalizar todo el torrente dramático que ofrece. Afortunadamente recupera el pulso en un final seco, contundente y doloroso.
Aun así Pa Negre es uno de los esfuerzos cinematográficos más solventes del último cine español, y uno de los que reune el reparto más sincero, trasparente y completo, con unos niños llenos de naturalidad y unos adultos que rozan la perfección como Nora Navas, Laia Marull y Roger Casamajor.
ernesto
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7
29 de junio de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desmontando a Harry se puede considerar el mejor compendio de todo aquello que hace de el cine de Woody allen algo personal y único. Es la película perfecta para que alguien, si es que existe, que no conozca a Allen pueda hacerse una idea clara de todas las inquietudes, miedos y obsesiones del director, además de certificar su enorme talento como guionista.
En Desmontando a Harry Woody Allen interpreta a Harry Block un escritor que, como no podía ser de otra forma, está en crisis permanente. Se encuentra atascado creativamente, su vida sentimental va de desastre en desastre, y la compañía más cercana que encuentra entre sus muchos amigos y familia es la de una prostituta que acaba de conocer. A lo largo de su carrera Harry se ha inspirado en su vida y la de la gente que le rodea para escribir sus historias, y su peculiar manera de hacer públicas sus miserias irrita a casi todos sus allegados.
Woody Allen crea un conglomerado de situaciones absolutamente arrollador para contarnos la historia de Harry Block. Tras un comienzo desconcertante en el que es difícil centrarse con los personajes y las cosas que pasan, llega un momento en el que el espectador se va situando dentro de la película y le resulta imposible no dejarse llevar por el torrente de personajes y la forma que Allen utiliza para acercarse a ellos.
La vida real del protagonista, con el propio Allen interpretando al personaje, se mezcla con las diferentes representaciones que de esa misma vida se han llevado a cabo en los diferentes libros escritos por el protagonista. Los personajes reales se muestran molestos con la visión que Harry Block da de sus respectivos alter ego literarios. Los primeros complican la vida del Harry real mientras que los segundos nos dan las múltiples visiónes que Harry tiene de su propia vida, de sus inseguridades y fobias.
Con un guión estructurado de forma tan compleja, Woody Allen tiene el mérito de que todo fluya de forma vibrante, con diálogos y reflexiones llenos de ingénio, de mala leche, donde las réplicas de los personajes son como descargas eléctricas, envuelto todo ello en una lucidez digna del mejor Allen.
Allen se hace acompañar en esta ocasión de un reparto brillante, donde junto a algunos de sus habituales aparecen nombres como los de Demi Moore o Robin Williams en situaciones hilarantes. De entre todos ellos son las desquiciadas interpretaciones de Judy Davis o Kirstie Alley las más brillantes. Y pasajes como el que protagoniza Tobey McGuire, como un joven alter ego de Harry Block, son sencillamente deliciosos.
Además otra de las grandes virtudes de Desmontando a Harry es que se trata de una película capaz de soportar varios visionados, proporcionando en todos ellos la sensación de estar disfrutando de la película por primera vez.
ernesto
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6
23 de junio de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luc Besson fue durante mucho tiempo la gran esperanza del cine francés. Era el hombre destinado a hacer frente al cine de Hollywood en igualdad de condiciones. Y él puso todo su empeño en conseguirlo. Su empeño, y una buena parte de su ego que es mucho. Así dirigió dos superproducciones tan vistosas como, en el fondo, discutibles, El quinto elemento y su versión de Juana de Arco, llamada en realidad Juana de Arco (de Luc Besson). Para entonces ya había realizado de forma más modesta, pero con la misma ambición el thriller Nikita y El profesional, su mejor película si es que mi lejado recuerdo no me traiciona. Pero de todo esto hace ya mucho tiempo, y ahora lleva ya unos años envuelto en un cine con muchas menos pretensiones, centrado en divertir al publico infantil.
Con su última película, Adele y el misterio de la momia, sigue centrado en un cine de aventuras sin pretensiones, pero esta vez pensando en un público un poco más adulto que el de la saga de Arthur y los Minimoys.
En mi caso Adele y el misterio de la momia ya tiene buena parte de mi simpatía ganada antes de empezar. Y es que una película de aventuras ambientada en Egipto en la que salen momias y faraones siempre apetece para pasar un buen rato. Aquí la verdad es que la aventura egipcia propiamente diche dura más bien poco, pero cuando la acción se traslada al París de principios del siglo XX la cosa sigue manteniendo su gracia, limitada, pero gracia al fin y al cabo.
La película comienza con una secuencia arrolladora visualmente, llena de ingénio y de un virtuosismo notable, en la que se nos pone en antecedentes de en que ambiente nos vamos a mover. Después de esto llega la presentación de la protagonista, Adele, periodista y aventurera que está en Egipto para recuperar una momia sobre la que tiene un interés muy especial. En la línea de las películas sobre la momia interpretadas por Brendan Fraser la acción resulta juguetona, vistosa y con ritmo. Luc Besson se muestra en forma, aunque esta vez se limita a dirigir una historia sin intentar dejar su sello personal en cada plano, algo que se agradece dada la falta de pretensiones del proyecto. Desgraciadamente la aventura egipcia no dura demasiado y la rocambolesca acción se traslada a París donde pierde gran parte del simpático encanto del principio.
La película está basada en un cómic y el tono se ha mantenido muy bien en las traslación a la gran pantalla, consiguiendo un producto visualmente muy atractivo, con una ambientación deliciosa, aunque el interés vaya decreciendo según avanza la narración. Por mi parte, y pese a las limitaciones de la película, me doy por satisfecho.
ernesto
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6
15 de junio de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La carrera del director alemán Fatih Akin comenzó unos años antes, pero no fue hasta el 2004, año en que ganó el Oso de Oro del Festival de Berlin con Contra la pared, cuando se dió a conocer entre el gran público, al menos en los cines españoles. No se ha prodigado mucho después de esta película. Solo un documental de carácter musical y otra película, Al otro lado, también intensa y dramática pero que, por lo menos, permitía al espectador respirar durante la proyección, algo que no sucedía con la desgarradora Contra la pared. Por cierto, Al otro lado fue peresentada en el festival de Cannes donde también se acabó llevando un premio. Así que para completar el ciclo su última película Soul Kitchen la presentó en Venecia y, curiosamente también se llevo premio. Algo sorprendente dado el cambio de registro radical que supone esta película con respecto a las dos anteriores.
Soul Kitchen es la historia de Zinos, un buen tío al que las cosas se le complican. Su restaurante vive momentos difíciles, su novia se marcha a trabajar a Shangai y su hermano aparece, después de una temporada en la cárcel, pidiendole ayuda. A todo esto hay añadir un serio problema de lumbago. Y aun así los problemas no hacen mas que comenzar.
Parece que Fatih Akin se ha querido quitar con esta película la etiqueta de director intenso y trágico que debe de pesar como una losa. Y desde luego ha hecho méritos para conseguirlo, ya que la historia del entrañable y simpático Zinos (como no identificarse con él!) resulta ser una comedia fresca y divertida que, contra todo pronóstico, transforma todas las desgracias que rodean al protagonista en situaciones ingeniosas de una comicidad simple pero eficaz.
Tal vez cabía esperar otro tipo de película completamente diferente, y tal vez sea por eso que las expectativas de algunos, como es mi caso, se hayan podido ver defraudadas en cierta forma. De hecho otros, incluyendo el jurado que la premió en Venecia, se han visto obligados a ver en esta película mucho más de lo que realmente hay. Y lo que hay no es más que una película viva y bien resuelta que no se complica la vida a la hora de encontrar una salida fácil a su humor, más próxima al sainete que a la auténtica comedia con mensaje que se ha querido vender.
En cualquier caso, de lo que no cabe duda, es que dejando a un lado las expectativas, Soul Kitchen funciona, sobre todo, gracias a la empatía que el espectador siente hacia sus personajes, y a una soltura narrativa que, profundidades al margen, hace que el ritmo no decaiga en ningún momento. No es un peliculón pero creo que su director se merecía un paréntesis ligero después de tanto drama.
ernesto
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