El cine de animación para adultos tiene un largo y antiguo currículum y siempre ha causado "sorpresas" e "indignación" entre padres "despistados" que acuden a las salas con sus proles y luego se quejan airadamente al pobre portero del multicine que le mira con cara de pez. Estamos ante el escándalo animado del año que, sin embargo, no puede ser considerado un engaño porque está más que claro que es no recomendada a menores de 16 años y el cartel es bastante explícito. Así que no hay excusas.
La película es muy gamberra y tiene unos diálogos obscenos que provocan la carcajada sucia. El dibujo es de una calidad propia del año en que estamos y la música de Alan Menken hace que parezca la última producción Disney para toda la familia. Yo me he divertido mucho porque escuchar ciertas cosas en un oso de peluche (TED) o en unos artículos de supermercado choca y divierte.
Recomendable para mayores y que tengan tolerancia y criterio. Los pequeños se pueden entretener en la sala de al lado con CIGÜEÑAS.

FURIA DE TITANES (la de Laurence Olivier), AVATAR, JASON Y LOS ARGONAUTAS...
¡Que dos horas más entretenidas he pasado en el cine!
Alex Proyas nos ofrece todo un show visual espectacular y brillante. Toda la película, vista con los ojos de un niño de 8 años, es de lo mejor que se ha estrenado este año y estoy deseando volver a verla.
Cada vez entiendo menos a los que cargan contra estas películas que no tienen mayores pretensiones, ni menores, que entretener y hacer disfrutar a los espectadores.
Hay mucho purista del cine que se queja de esto y de aquello pero cuando ponen una película de calidad y sesuda no van a verla porque, aunque lo nieguen, con lo que disfrutan en un cine es con este tipo de espectáculos.
Seamos como niños y disfrutemos.

Guillermo del Toro es un gran director con una irregular carrera. Brillante siempre en las formas y, algunas veces, demasiado enigmático en los contenidos se pone manos a la obra con el remake de una gran película pero basándose más en la novela que en la adaptación.
La historia tiene miga…mucha miga. Es una antología del horror de la condición humana en la que hasta la inocencia todo parece perverso y feo. Unos decorados que dejan claras las diferencias sociales y las luchas entre ellas en las que todo está permitido. La historia es perfectamente adaptable a nuestros tiempos pero esa ambientación de los años 40 dan más posibilidades a lo siniestro, lo oscuro y la ternura de unos personajes nacidos para ser justo lo que son…perdedores hasta en el éxito.
El exceso en la oferta audiovisual hace que todo nos parezca ya visto y no solo por el contenido. Nigthmare Alley parece un capítulo de la serie de Ryan Murphy, American Horror Story, hecho con más medios y más talento.
Tanto en el apartado artístico como en el técnico la película es extraordinaria pero no logra ser perfecta y lo más grave es que no sabes muy bien porqué.
Bradley Cooper encabeza un reparto de primera categoría en el que destaca Cate Blanchett.
Muy recomendable para los amantes del buen cine y del arte.

Resulta difícil hacer una crítica justa de una producción que, con solo un 20% vista, te echa sin contemplaciones. Esta coproducción con medios económicos suficientes y una historia interesante, se convierte en una pérdida de tiempo por la total falta de talento del equipo técnico y artístico muy mal dirigidos
La historia parece mil veces vista y los actores deambulan como si hubiesen sido elegidos por Stanley Kubrick y participasen en una obra maestra.
La ficción parece tocada de muerte y esta serie es un claro ejemplo.

Últimamente voy al cine con las expectativas muy bajas para no llevarme chascos y...me los llevo igual. Pienso que es tanto lo que cuesta sacar adelante un proyecto audiovisual que se lo habrán currado mínimamente. Guionistas, directores, actores, técnicos, productores...alguien se lo ha tenido que tomar en serio y con eso bastará para pasar un buen rato. Algunas veces se da una maravillosa conjunción de muchos esfuerzos y la película da para nota...no es éste el caso y en especial por una dirección morosa y carente de ritmo que convierte un texto escrito para teatro en una desafortunada y aburrida adaptación que perjudica a la obra original.
Lago y Alterio hacen lo que pueden para salvar este torpe largometraje que, por lo menos, gracias a su duración, no se hace eterno. Cuando una película es aburrida e intrascendente, como es el caso, solo se resiente la economía del espectador que tira su dinero.
¿Que decir del argumento? Pues nada malo porque la directora ha conseguido hacerlo plano. Tanto esfuerzo para éstos resultados.