Si algo demuestra esta película es que todo puede superarse. Si en la primera, los protagonistas parecían idiotas, el argumento carecía de sentido y el interés de la historia brillaba por su ausencia; en ésta todo va a más: más idiotez, más sinsentidos, más falta de interés.
No he conseguido terminarla; ni poniendo todo de mi parte he podido lograrlo. Si la magia del cine consiste en hacer creíble lo increíble, aquí tenemos la antimagia: todo resulta falso, pretencioso, vacío. Ni con la mejor voluntad puede uno meterse en la historia ni que le importe lo más mínimo lo que está pasando.
Para quien quiera ver dos horas de efectos especiales sin argumento digno de tal nombre, ésta es su película; para quienes creemos que la historia y el guión deben preceder al diseño de los trucos, esto es una perdida de tiempo.

A diferencia de las diferentes versiones de Moby Dick llevadas al cine, ésta es una película simple por tontorrona y sin más atractivo que una buena fotografía y una sobredosis de endulcorante (para quienes esto último les parezca un valor añadido). La historia, aparte de inverosimil, está mal desarrollada y trata a los personajes en la habitual forma maniquea: la protagonista y sus afines, que son muy buenos, y los antagonistas, que son muy malos.

La naturaleza en cambio no es así. La base de la naturaleza es la lucha por la supervivencia, la muerte, los animales que se devoran unos a otros... Bien está que nosotros ya no necesitemos comportarnos así pero no caigamos en el error de humanizar a los animales o de creer que sus vidas se parecen a una película de Walt Disney. Quién desee conocer el mundo animal, siquiera de forma literaria, puede leer Bambi (la novela original de Felix Salten, no la adaptación para niños) y verá que la naturaleza, en terminos humanos es, si no cruel, básicamente indiferente al sentimentalismo.

Para sentimentalismo navideño, mejor una de Frank Capra...

Pues eso. En estos tiempos tontorrones, donde ser progresista es "lo más", aquí tenemos otro panfleto feminista que pretende aleccionarnos convenientemente con los tópicos habituales. El resultado, a pesar del buen hacer de los actores, no despierta la menor empatía; antes al contrario los personajes resultan especialmente repelentes dando la impresión de una pandilla de individuos ociosos, innecesarios, con la vida resuelta y a quienes les gusta complicarse la vida con estupideces ya que en el fondo la tiene absolutamente resuelta. Pero a diferencia de Lord Henry en "El retrato de Dorian Gray" son incapaces de disfrutar de todo lo que ya tienen.
Película idonea para todos los progres de salón.

Pierce Brosnan, Salma Hayek, Malcolm McDowell... espero que sea el dinero lo que les ha llevado a perpretar un bodrio como éste en el que nada se salva, ni el tema, ni el argumento, ni los diálogos, ni los personajes; todo resulta adocenado, previsible, tontorrón y, lo que es peor, tremendamente aburrido. Aunque tal vez otra posibilidad es que ya hayan entrado en una espiral de decadencia que les aleja del tiempo en que fueron realmente actores.
He aquí otro ejemplo más de película en la que se empeñan en contarnos las desventuras (estupidas) de gente corriente (por lo vulgar, anodina y falta de interés). ¿Y a ver esto es a lo que pretenden que dediquemos hora y media de nuestro tiempo? Antes, el cine contaba historias interesantes porque mostraba personajes dignos de conocer; ahora parece que los directores y productores compiten por ver quien muestra los personajes más deleznables. Debe de ser que cada día somos más miserables y así nos regodeamos en nuestras propias miserias.

¿Quién ha patrocinado esta película? ¿Israel? ¿el sindicato judio de Hollywood?
A diferencia de grandes películas como "Tora, Tora, Tora" o "El Hundimiento", ésta es una donde todo se reduce a buenos buenísimos y malos malísimos. Todo es maniqueo... Y el protagonista diciendo al oficial soviético que "todos somos iguales en la patria socialista" ya es para partirse de risa.
Una vergüenza de película. Espero que los actores lo hayan hecho por dinero; así al menos les cabe una excusa.
Para los posibles expectadores, mejor no perder el tiempo con algo que cae entre el panfleto y la mentira.