La cinta está bien rodada, sus imágenes desprenden tacto y, a veces, hasta inteligencia. Sin embargo, se le ven las costuras, en el sentido de que se nota que hay un guión con una idea general muy definida, quizá demasiado (que se establezca como sea una relación intensa, emocional y con unos toques tormentosos entre el personaje de Halle Berry y el de Benicio del Toro), pero una secuenciación un tanto forzada, un punto artificial para llegar a ella, que hace que la historia esté siempre dos pasos por delante de los personajes, que resultan así unas marionetas sin demasiada vida o, al menos, con no tanta vida como se merecen y como pueden conseguir los buenos actores que los interpretan, cuyas reacciones no resultan creíbles o suficientemente justificadas en momentos claves de la historia.

No es extraño que esta película marcada a fuego por la Transición política y sobre todo la social de finales de los 70 sea hoy casi desconocida pese a tener un título y un argumento tan explícitamente atrayentes para un gran público : siempre está al filo de dar vergüenza ajena.

Escribe y protagoniza a su manera (es una película coral) un hiippiota Juanjo Puigcorbé, cuando todavía no era un orondo y aburguesado independentista del sistema. La película no tiene más interés que el histórico-sociológico y ver las primeras apariciones de Asumpta Serna, Silvia Munt, Carmen Elías y Vicky Peña..

En la línea de lo que Colomo y otros hacían en Madrid con más popularidad pero poco mejores resultados, como "Tigres de papel".

Para ser una superproduccón, o bien se rodó muy mal, o bien se han conservado pésimamente las copias,, porque qué penosa la calidad de la imagen y del sonido en la copia emitida por RTVE en "Historia de nuestro cine". Y en cualquier caso, he visto pocas bandas sonoras tan malas, aunque no sé si era lo usual en los 60-70.

Aunque desde luego no aburre por su sentido comercial (muchos hechos a buen ritmo) y del montaje, si esta película es una de las mejores de Isasi-Isasmendi, creo que se le ha sobrevalorado en su recuperación en los últimos años, premio Goya honorífico incluido.

La verdad es que me ha sorprendido el cada vez menos interesante Oliver Stone. Una historia que se prestaba tanto al espectáculo chatarrero de Hollywood es enfocada desde el punto de vista de la psicología del personaje de Alejandro, mostrando acertadamente su carácter torturado y el escenario vital y, sobre todo, familiar entre bastidores que lo explica, siquiera parcialmente. La cinta no deja de ser épica, pero más por mostrar la tremenda distancia entre ciertos objetivos personales excesivamente ambiciosos y su consecución, que por exhibir una sucesión de batallas grandiosas.

Es curioso que una película con historia tan negra destaque más por ser muy divertida (en el sentido de entretenida, con progresión fluida y ligera), a lo que contribuye sobre todo su banda sonora. De hecho, no se profundiza en los personajes, que resultan bastante epidérmicos, con lo que no se ve la supuesta progresión de sus traumas.

Pero especialmente se echa de menos un tratamiento mayor, en cantidad (metraje) y calidad (determinante en la historia), de la solo esbozada impunidad de hecho de la banda familiar por el inmediato pasado del padre en la administración de la dictadura militar.