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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de urbana
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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
9
29 de enero de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anton (maravilloso Mikael Persbrandt) es médico, pero, por sobre todo, es un hombre profundamente comprometido con su vocación de sanar, en un universo inmerso en la violencia.

Su capacidad sanadora es apenas una pequeña gota en el abismo de un inmenso océano, y él lo sabe. Su clara mirada es la mirada de quien es capaz de mirar un poco más allá, desde el dolor, la compasión, la generosidad y la necesidad de reparar.

Anton es también padre de dos chicos y esposo de Marianne. Reparte su tiempo entre su trabajo como médico en un campo de refugiados en Africa, y en su hogar en Dinamarca, el lugar en donde vive. Dos mundos diametralmente opuestos. Aunque veremos que no están tan distanciados finalmente.

Susan Bier nos transmite que no podemos tal vez salvar al mundo a grandes escalas, pero sí podemos empezar por mirarnos a nosotros mismos con sinceridad, y por sobre todo, mirar con humildad a nuestros hijos, sumergirnos en su complejo universo emocional y calmar desde el amor y la mirada comprensiva muchos de los dolores que no somos capaces de percibir a menos que decidamos abrir nuestro corazón, en un mundo donde la violencia se manifiesta no solamente de manera explícita y abierta, sino también de formas sutiles.

Un filme honesto, conmovedor. Una reflexión madura y serena sobre lo violencia y sobre la redención. Hay una gran belleza en esta propuesta de Susan Bier.
urbana
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7
31 de enero de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A María Dios parece de verdad no acompañarla. Es una joven hermosa y con carácter, pero le ha tocado en suerte nacer pobre en Colombia y no tener acceso a oportunidades. Su destino es levantarse muy temprano en la madrugada todos los días para tomar el autobús e ir a trabajar como obrera quitándole espinas a las rosas, un trabajo repetitivo, ingrato, mal pago. Y además tiene que soportar la vigilancia permanente y el maltrato de su supervisor.

María tampoco encuentra refugio afectivo en su familia – tiene una madre y una hermana que la presionan para que aporte dinero a la casa, pues las necesidades apremian. Tampoco está enamorada de su noviecito, con el que solamente se ve cada tanto para pasar el rato. Las pinceladas que ofrece la película sobre la vida de María en la primera parte de la historia son de un gran realismo y sobriedad, sin sensacionalismos, con una hermosa fotografía.

En un contexto en donde la frustración y la desesperanza son casi totales, la tentación de aceptar un trabajo de mula que promete una paga interesante termina siendo importante. Porque esta es parte de la realidad del narcotráfico: una suerte de oportunidad de trabajo para personas vulnerables, que prefieren arriesgar el pellejo en una actividad ilegal a cambio de una paga a la que no podrían acceder definitivamente de ninguna otra manera. ¿Qué está bien y qué está mal cuando se está condenado a ser pobre?

La descripción minuciosa de los procedimientos para tragar las cápsulas es verdaderamente estremecedora. La mula se convierte en una verdadera máquina almacenadora. Las advertencias del comerciante narco y las condiciones de la contratación resultan también aterradoras. Pero atravesar migraciones y desafiar a las poderosísimas autoridades estadounidenses es el momento sin dudas de mayor tensión.

La película hace una contundente y realista descripción de la realidad de este tipo de sirvientes del narcotráfico, y en este aspecto es una película sumamente interesante e ilustrativa. Y además está muy bellamente filmada, en donde destaca por sobre todo la enorme actuación de Catalina Sandino Moreno en el rol de María. (cont en Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
urbana
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7
24 de enero de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Truman es una película sobre la amistad, la dignidad y la entereza antes de morir. Y el director aborda esta nada fácil temática sin grandilocuencias, con un tono amable pero no por eso menos profundo, y con toques de cierto humor, valiéndose de la magnífica interpretación de Ricardo Darín (brillante y totalmente entregado a su papel), secundado por un Javier Cámara muy correcto, que realiza una interpretación honda y contenida.

Ricardo Darín es Julián, un hombre enfermo terminal que decide que no va a continuar con los tratamientos médicos. La película se desarrolla durante cuatro días desde el momento en que su mejor amigo viaja hasta Madrid por unos pocos días para intentar pedirle que no abandone el tratamiento, pero por sobre todo, para acompañarlo.

La historia transcurre entre la preocupación de Julián por resolver la situación de su querido perro Truman cuando él ya no esté, la necesidad de ver a su hijo Nicolás que vive en Holanda, y resolver algunas cuestiones prácticas relacionadas con su entierro o cremación, entre otras cosas.

Estos dos amigos comparten estas situaciones que se van sucediendo, con algunos toques de humor que descomprimen por momentos el dramatismo subyacente. Julián es un hombre con una cierta picardía porteña típica (acaso característica de los personajes que interpreta Darín), que no se autocompadece y que se mantiene ocupado en las pequeñas cuestiones cotidianas a resolver en su día a día. Su amigo simplemente hace lo que un buen amigo de verdad debe hacer: lo acompaña, sin cargar las tintas, con algunos silencios por momentos más sabios que cualquier palabrerío lacrimógeno, sin juzgarlo. La relación de amistad es pura, franca, sin incomodidades o pudores ni necesidad de ocultar nada.

La complicidad entre los dos personajes, el cariño entrañable de amistad y el humor como antídoto para transitar y soportar algunas cosas de la vida (aún en circunstancias límites como éstas) son posiblemente los aspecto más lindos de esta película. En un momento así emerge la necesidad de buscar el contacto afectivo, cerrar pequeñas heridas con algún que otro conocido, saber pedir perdón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
urbana
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8
1 de enero de 2014
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Interesante y asombrosa. “El desierto negro” es la recreación de un tema gauchesco, una historia muy pequeña, con una apuesta estética experimental, audaz y verdaderamente asombrosa.

Nos situamos en los campos de la pampa argentina de mediados del siglo XIX, unos años antes de las denominadas “campañas al desierto”. Un gaucho fugitivo, Miguel Irusta, huye de una banda de soldados del ejército, hacia el interior, más allá de la frontera con el “desierto” (nombre que recibía en ese entonces el territorio dominado por los aborígenes, y que aún no había sido conquistado por el hombre blanco).

Una fotografía y una banda sonora deslumbrantes e hipnóticas se ponen al servicio de este relato pequeño, que discurre lacónico, pero que resulta altamente atractivo gracias a su asombrosa factura artística. Esos campos, acaso testigos de las durísimas batallas y derramamiento de sangre desatados durante un inestable siglo XIX por estos territorios, son ahora testigos de los pasos de Irusta, que los recorre lleno de agonía y desesperanza. A lo largo de toda la película late un profundo dolor, que es el dolor de Miguel Irusta, y es seguramente el dolor del que estos campos negros fueron y serían aún testigos.

Cada fotograma es de una belleza y una fuerza inusitadas. El director baña a estos desiertos con una luz entre mágica y tenebrosa y, por momentos, la Pampa aparece retratada casi con la belleza de una pintura abstracta. Merecidamente el filme resulta galardonado con el premio a la mejor fotografía en el festival de Buenos Aires (el Bafici) del año 2007.

La banda sonora es el otro gran acierto de esta película, que se conjuga muy bien con sus aspectos visuales. Sonidos sugestivos provenientes de instrumentos de viento y percusión, junto con los sonidos del campo profundo, acompañan magistralmente la inquietante tensión.

Es sin dudas una película pequeña y sencilla, elaborada con escasos recursos, pero que nos brinda como resultado una pequeña joya, una pequeña obra de arte de este lado del mundo que vale la pena descubrir y disfrutar. Por su naturaleza experimental, no es un cine para el público masivo, pero sí seguramente será tendrá un agradable sabor para quien guste de este tipo de apuestas.
urbana
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