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España España · Granada
Críticas de Kikivall
Críticas 2.030
Críticas ordenadas por utilidad
6
12 de agosto de 2021
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta obra es una adaptación de una cinta italiana de título Song 'e Napule (2013) de Antonio Manetti y Marco Manetti, libreto de Giampaolo Morelli resultando una comedia sin prejuicios, sin vergüenza y a mayor gloria de asuntos tales como la diversidad cultural.

Un joven extraño al mundo del hampa con aspecto de gilipuertas, un joven vallisoletano y pacato, a la sazón prodigio del piano clásico acaba destinado en una comisaría gaditana. Paradójicamente, resulta ser idóneo para una misión peligrosa. La cosa consiste en infiltrarse como teclista en una banda de flamenco trap llamada “Los Lolos” que va a actuar en la boda de la hija de un traficante de droga.

Carlos Theron como director se muestra decidido y conocedor del gag físico y lo hace de manera decidida.

No desmerece la música con canciones de Riki Rivera, arreglista genial, guitarrista e intérprete. Rivera dixit: «Hay muchos mensajes detrás de la película, y uno es precisamente que el reggaetón es más de lo que pensamos (…) es una comedia super divertida».

Aunque sea un producto prefabricado que no una propuesta original, entre chapuzas y sucedáneos, Theron parece haber encontrado una fórmula para hacer comedia golfa y utilizar el humor para reírnos de nuestros prejuicios y fracasos.

Estupendo guion de Josep Gatell y Manuel Burque que hace un humor sencillo y directo, valiéndose de elementos costumbristas, pero también encontrando la necesaria variedad para no cansar.

Se aleja en gran medida de los moldes más complacientes, introduce toques de trasgresión, con buenas dosis de frescura y vitalidad.

Cinta próxima a la cultura y la música urbanita y popular, que se alimenta de ese universo hortera, a la vez que se convierte en una referencia a la música y estilo pop.

La película cuenta con actores buenos. Con oficio de gracioso, Julián López en esta cinta debe hacerse pasar por un “cani”. A él se une la intensidad dramática y cómica de Natalia Molina como la mánager de la banda mafiosa. Con la réplica de Miren Ibarguren como la de inspectora policía dura de la brigada antidroga o el machito Carlos Librado (gran sorpresa). Sin olvidar otras figuras de peso como Antonio Dechent y Adelfa Calvo.

En fin, el tópico de los castellanos (de Valladolid) sobrios, racionales y con poca chispa y capacidad para dejarse llevar por sus emociones versus los viscerales y festivos andaluces que gustan de la juerga y del “pescaíto frito”.

Desde luego no es una película de esas que marcan, ni mucho menos; tal vez la olvides prontito, pero resulta un pasatiempo digno como para para pasar unos minutos en una sala de cine fresquita.

Comedia resuelta, procaz (eso sí), ágil, que de puro burda puede resultar hasta bien “planta”.

Aporta atrevimiento, disparate, frescura, ritmo y toques de gamberrismo a gogó como para el disfrute del respetable. De algunos al menos.
Kikivall
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7
28 de abril de 2022
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 2020 Jean-Jacques Annaud anunció su intención de llevar a la gran pantalla el incendio de la catedral de Notre Dame. Quería principalmente hacer un reconocimiento a los bomberos que extinguieron lo principal del fuego para que la tragedia no fuera a más.

Mi parecer es que el director francés ha conseguido transmitir de manera fidedigna y veraz el gran pesar que sentimos los millones de personas que vimos volatilizarse un templo magno que, muchos habíamos visitado personalmente.

Un poco de historia

El 15 de abril de 2019 medio millones de personas entramos en shock ante la noticia y las imágenes del gran incendio que se desató en la emblemática Catedral de Notre Dame de París, una obra que se fue construyendo entre los siglos XII y XIV. El filme recrea este terrorífico y virulento incendio que provocó la caída de su aguja, así como el tejado de este bellísimo templo gótico. En apenas una hora, la cúpula y toda la parte alta colapsaron y cayeron para estupor de muchos.

Annaud se emplea a fondo

Detrás de crónica del incendio que sacudió los cimientos de la catedral parisina, está todo un maestro del séptimo arte. Jean-Jacques Annaud (París, 78 años). Nuestro cineasta evita los efectos digitales. Lo que ha hecho es replicar a escala real algunas secciones de la catedral, para después prenderles fuego literalmente.

Annaud ha conseguido, así, una película espectacular, que hace uso del abundante material de archivo que grabaron las cadenas de televisión y los cientos de personas con sus móviles. Tiene incluso documentos de Macron o a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. Todo en favor del realismo.

Técnicamente está impecablemente hecha y la fotografía de Jean-Marie Dreujou resulta majestuosa en lo visual, particularmente en las secuencias del incendio.

Dificultades en la urbe parisina

La película evidencia los relacionado con el entramado de las avenidas y el diseño complejo de las calles de París, que al igual que en tantas ciudades europeas, son muy estrechas, muy transitadas y prácticamente colapsadas; una realidad con la que nos identificamos los espectadores que asistimos a la película, haciéndonos sudar la gota gorda de pura angustia.

Vemos en pantalla a los bomberos, responsables de apagar el incendio que se encuentran mil y una dificultades, antes de llegar al lugar de la catástrofe. Momentos de gran tensión: calles taponadas por obras, tráfico intenso, vehículos entorpeciendo el recorrido, etc.

Toda esta baraúnda de movimientos y la angustia que se sufre en la catedral, está acompañada por una banda sonora que arropa perfectamente, de Simon Franglen, que amplifica el voltaje dramático.

La iniciativa de los productores

Es claro que los productores han contratado a un director de prestigio para que lleve a la pantalla e ilustre con el mayor énfasis y detalle posible esta desdicha reciente en el país galo. Jean-Jacques Annaud se emplea a fondo para trasladar al espectador una de las mayores desgracias para el arte monumental de su país, rodando el siniestro a modo de gran espectáculo.

En el plano narrativo la ortodoxia se impone, siendo que los veinte primeros minutos aciertan a describir extraordinariamente cualquiera de los días turísticos corrientes de Notre Dame: aglomeraciones de turistas agitados por saborear la enorme belleza del templo.

Hasta que todo queda interrumpido por el aviso de incendio, la difícil y caótica llegada de los bomberos con su heroísmo. Annaud recrea el fatal incendio, envuelto en una velada crítica a la impericia general y una alabanza al esfuerzo anónimo para salvarla.

Obra singular con clima asfixiante

No es una cinta al uso, tampoco es un documental, lo cual que el término “docudrama” bien podría encajar como manera de definir la obra; a la que se podría añadir el apellido singular o calificativo de “catástrofes”.

El filme se mueve en torno a una tragedia, aunque sin víctimas. Gentes que arriesgan sus vidas para salvar el monumento, lo cual Annaud parece justificar en la búsqueda de la esperanza a través de la fe.

Crítica publicada en revista de cine ENCADENADOS: http://www.encadenados.org/rdc/sin-perdon/6573-arde-notre-dame-3
Kikivall
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7
1 de marzo de 2020
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bryan Stevenson (Michael B. Jordan), recién licenciado en Derecho por Harvard llega a Monroeville a finales de los años ochenta con el objetivo de defender a los negros encarcelados en el corredor de la muerte. Son víctimas de sentencias racistas por parte de tribunales arbitrarios. Alabama sigue llenas de hombres entre rejas por ser negros.

Todo este estado de cosas se hacen evidentes cuando Stevenson solicita abrir el juicio de Johnny D. McMillan (un espléndido Jamie Foxx), convicto por la muerte de una chica blanca, todo ello sin pruebas irrefutables, más bien al contrario. Stevenson pretende reabrir el caso haciendo que el testigo principal (blanco), se retracte de la falsa acusación que en su momento hizo. Si la cosa no va bien, McMillan será ejecutado.

Buena la dirección Destin Cretton que sigue un guion bien escrito por él mismo junto a Andrew Lanham, adaptación del libro de memorias de Bryan Stevenson (2014): Jut Mercy: A Story of Justice and Redemption. La historia se mueve en el terreno predecible de un filme basado en hechos reales. En ocasiones el guion parece simple, con tendencia a aleccionar, con sobrados subrayados sobre el racismo y lo mala que es la policía de Alabama. A cambio, mantiene la tensión sobre el destino del encausado McMillan, incluso aunque se prevea lo que va a ocurrir.

No es un filme original, pues Hollywood ha hecho ya otras películas sobre la pena de muerte en clave de melodrama procesal y carcelario. Pero aporta la novedad de que, además de denunciar la pena capital, también cuestiona la Justicia, o sea la conjunción jurisdicción-policía en el Sur, donde los negros acusados son prácticamente prejuzgados con procesos e investigaciones irregulares. Podemos presenciar a lo largo del metraje situaciones violentas de racistas blancos contra negros indefensos, o por parte de las fuerzas del orden y de la justicia.

El reparto es un valor y sostén de la película gracias a los actores, con un brillante Michael B. Jordan que está muy convincente, al igual que Jamie Foxx, más contenido que en otras ocasiones; y hay que sumar la estupenda Brie Larson en el papel de Eva Ansley, la principal ayudante de Stevenson en la organización que funda (Equal Justice Initiative). Destaca igualmente el sutil trabajo de Rob Morgan que interpreta al reo que será ajusticiado.

Este cuarto largometraje de Cretton es una propuesta tradicional que tiene el sabor de las películas clásicas de juicios, con momentos genuinos y trascendentes en los cuales se sintoniza (empatiza) con los personajes principales. Sin embargo la película, por más que interesante, no acierta a calar sustancialmente, no tiene la fuerza ni la entidad que a priori parece querer asumir como cinta. De esta guisa, la obra de Cretton, siendo notable, no alcanza el sobresaliente.
Kikivall
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8
27 de agosto de 2020
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película magnífica por William A. Wellman, con gran guion escrito por Lamar Trotti, que adapta la novela de Riley “Yelow Sky” e inspirada en la celebérrima “la Tempestad” de William Shakespeare. Un guion premiado en 1949 como mejor libreto por parte del Sindicato de Guionistas (WGA).

Excelente música épica de Alfred Newman con una canción tradicional y gran fotografía (B&N) de Joseph MacDonald, rica en recursos y que sabe hacer uso de claroscuros tenebristas de gran potencia.

Se desarrolla la acción en 1867, poco después de la Guerra Civil, en una localidad fronteriza de Arizona y en un pueblo de buscadores de oro abandonado llamado Yellow Sky (de ahí el título). Siete bandidos, antiguos militares unionistas, liderados por James "Stretch" Dawson (Gregory Peck) se asientan en el lugar con la intención de sacar partido de la vieja mina.

Película donde se masca el polvo del desierto, un lugar inhóspito que precipita pasiones, celos, egoísmo, venganza y ambiciones sin límite. Ambientes oscuros, tórridos, densos, opresivos con un largo rosario de crímenes entre malhechores, intentos de forzar a la joven protagonista, y un duelo de los grandes del género.

Relato poderoso, dramático, violento, y un western muy particular que contiene los ingredientes del género: indios peligrosos, tiroteos y refriegas, puñetazos, Saloon, proscritos y duelos al sol.

Destaca en el reparto un Gregory Peck que llena pantalla. Maravillosa Anne Baxter que encarna a la joven Constance Mae "Mike", mujer que viste de hombre, diestra con las armas, que sabe dar golpes y a la vez está investida de una gran carga de erotismo, sensualidad y feminidad. Brillantes el gran Richard Widmark, Robert Arthur o Harry Morgan. Un reparto y unas interpretaciones que son base en la calidad del film.

Pero ¿quién es Constance Mae? Mujer enfundada en su traje masculino, con su pistola siempre preparada, vive con su abuelo buscador de oro, los únicos habitantes del lugar. Los recién llegados, ven la posibilidad de hacerse con el filón de oro que abuelo y nieta intentan encontrar en aquella destruida población.

Pero ¿qué más? Contance encarna sensualidad y el deseo, lo cual se ve cuando el jefe del grupo, James (Peck), mientras los otros duermen se acerca a la casa de la muchacha. La muchacha revolver a la mano y James que le dice: «si se arreglara un poco casi parecería una mujer». Tiene lugar una lucha de dominio entre ambos, él sobre ella, él le da un beso al que se resiste. Después de seguir el forcejeo le da un segundo beso al que ya no se resiste. Ambos momentos Wellman los resuelve mostrando la reacción de la mujer en un primer plano sobre ella. Si en el primero hay rechazo, en el segundo no lo hay…

Antológico duelo final en el cual poco a poco se va descubriendo el desenlace del duelo: la ruleta parándose, el oro cayendo de una bolsa, el pie de uno de los muertos, la respiración del protagonista... “todo acaba con una brillante elipsis que conduce a un final que sirve como contrapunto al inicio” (Bellido).

Filme superlativo que señala, una de las cimas del western moderno. Verla es recibir una lección de cine. Disfrutar de un conjunto de rara perfección. Comprobar, en definitiva, las mil caras que posee el cine del oeste.
Kikivall
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7
11 de noviembre de 2014
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película está excepcionalmente dirigida por uno de los mejores directores británicos de los últimos tiempos, David Lean, para cuya empresa contaron con toda la confianza de los productores igualmente ingleses Richard Goodwin y John Brabourne, especialistas en películas de lugares coloniales y exóticos. En este punto quiero subrayar, por si alguien no lo conoce, que Lean llevaba catorce años retirado del cine tras el inexplicable fracaso de “La hija de Ryan”, una genial e incomprendida obra. Pues bien, tras este lapso de tiempo, Lean se hace cargo de “Pasaje a la India” y lo hace con toda su sabiduría, si bien con algunas deficiencias desde mi modo de ver, que ahora apunto. Para empezar, la película no está a la altura de la novela de Forster, que es más simbólica, y el guion de Lean (que no era guionista) hace aguas. De esta guisa, esta superproducción se queda algo cortita.

Pero también por otros factores como las interpretaciones a las que luego me referiré. No obsta para que diga que me parece una excelente cinta, de las que ya no se hacían en ese 1984 y menos ahora. Lo que ocurre es que Lean, más que entrar al asunto antropológico y de la idiosincrasia india, se mete en un drama judicial, restando parte del espíritu de lo que sin duda pretendía y que sólo a medias consigue. Sin embargo el film es impar, misterioso, y refleja muy bien cómo la protagonista no habría tenido conflicto si su sensibilidad e inteligencia, hubieran hecho posible ese deseo de abrirse al mundo de otra civilización, y si hubiera estado en disposición a renunciar a las rémoras burguesas que la rodeaban y hubiese sido capaz de aceptar su sexualidad en lugar de sofocarla. Este asunto es crucial en el film y ahí sí hay que felicitar a Lean y a todo el equipo, incluyendo a la actriz Judy Davis y al actor Victor Banerjee de manera singular.

La música de Maurice Jarre es excelente y obtuvo un merecido Oscar, si bien se echa en falta que no suene más tiempo a lo largo del film. La fotografía de Ernest Day es correcta, pero no saca plenamente el partido a la luz de la India y sus colores; y ambas, música y fotografía, así como vestuario y puesta en escena acompañan muy bien técnicamente al film.

En cuanto a los actores, Alec Guiness, actor favorito de David Lean, no sabe hacer creíble o no puede llevar a buen puerto el papel de brahman hindú. James Fox está correcto en su papel más de teatro que de cine, un papel muy bueno pero sobrio; pero no le habrían de faltar ofertas en el futuro inmediato. Nigel Havers encarna muy bien al típico británico ritualista y flemático. El papel del indio Victor Banerjee es muy bueno y convincente, si bien algo histriónico, pero curiosamente su futuro no fue muy halagüeño como actor, pues no tuvo el éxito esperado. Las actrices sin embargo salen mucho mejor paradas; así, la joven por aquel entonces, la australiana Judy Davis, hace una gran interpretación y fue nominada al Oscar, y además, a partir de esta película fue muy demandada por directores como Woody Allen, con quien fue habitual, y Eastwood o los hermanos Cohen entre otros. La veterana actriz Peggy Ashcroft, recibió el Oscar a la mejor actriz de reparto por su papel.
Esta película está realizada dentro de los cánones clásicos, es una película clásica y no deja de estar un poco demodé en este sentido ya para aquel 1984 en que se estrenó. Pero ante todo, y aunque parcialmente, las imágenes de David Lean muestran a las claras el contraste de culturas, el choque de civilizaciones y todo cuanto esto puede acarrear.

Pasaje a la India es un caleidoscopio de las pasiones humanas, las contradicciones y la lucha vital entre el deseo y el miedo, enriquecida por el contexto colonial que propicia que la historia personal desate el choque cultural, que gira en torno al personaje de Judy Davis, pero que también se sustenta con la brillante compañía de James Fox y Nigel Havers, con más trasfondo del que en principio se percibe en superficie.
Kikivall
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